Obra Viva presenta un recorrido por la vida y el legado del artista con obras realizadas en una variedad de técnicas, como óleo sobre tela, pintura sobre papel, cartón, madera, juguetes articulados y publicaciones, que revelan su desbordante creatividad. La curaduría es un trabajo entre el Museo Torres García, que dirige Alejandro Díaz Lageard, y el equipo del Centro Cultural La Moneda, encabezado por su directora, Beatriz Bustos Oyanedel.
“Esta co curaduría ha permitido reunir una muestra única que incluye obras del Museo Torres García, piezas provenientes del Museo Nacional de Artes Visuales de Uruguay, del Museo de la Solidaridad y también de colecciones privadas, lo que transforma a esta exposición en una oportunidad para contemplar obras poco exhibidas, con una mirada integral al universo de Torres García”, explica Beatriz Bustos Oyanedel.
Obra Viva es un viaje por el mundo de Torres García, que revisa desde las creaciones del ámbito de lo familiar hasta su actividad como maestro y su evolución como artista y pensador, sus obras tradicionales y la creación del Universalismo Constructivo. “Es una muestra inédita porque nunca se había llegado a mostrar los distintos universos de Torres García en relación entre ellos”, apunta Alejandro Díaz, director del Museo Torres García.
La muestra da cuenta de su trayectoria y sus facetas. Se exhibe desde su primera obra, Retrato del Señor Gandelbeu, realizada en 1886, cuando tenía tan solo 12 años; y se presenta también su escritorio original, traído desde Montevideo. Ocupan un lugar muy importante sus juguetes, que después se comercializarían como Juguetes Aladdin, y que revelan lo más lúdico del artista; esas creaciones incluyen los teatritos que construyó para sus hijos, que son expuestos junto a sus decorados y personajes intercambiables. Estas piezas, así como las de la sección dedicada a su familia, muestran la perspectiva más íntima de Torres García.
La exposición Obra Viva busca convocar tanto a los adultos como al público infantil: es así como en la Sala Pacífico se exhibe una mesa con réplicas de Torres García, que podrán ser manipuladas por los asistentes, para experimentar la creatividad a través del juego como motor del arte, una de las premisas del artista uruguayo. “Tanto en esta exposición, como en la de J.M.W Turner que está en Sala Andes, quisimos dar la señal de que con muy poco, con una materialidad mínima, se puede crear y construir grandes obras e interpelar las emociones”, agrega Beatriz Bustos.
Otro hito fundamental en Torres García es su faceta como pensador, rompiendo con el lenguaje imperante para pensar el Sur desde el Sur. En la muestra está presente su obra icónica América invertida (1943), con la que declara: “Nuestro norte es el Sur. No debe haber norte, para nosotros, sino por oposición a nuestro Sur. Por eso ahora ponemos el mapa al revés, y entonces ya tenemos justa idea de nuestra posición, y no como quieren en el resto del mundo. La punta de América, desde ahora, prolongándose, señala insistentemente el Sur, nuestro norte”.
El hombre universal
Desde su quehacer artístico, docente y filosófico, Torres García siempre abogó por la búsqueda de un arte puro, asentado en la comunicación entre el ser humano y el orden cósmico, desde donde surgió su concepto Universalismo Constructivo.
Nacido en Montevideo, hijo de padre catalán y madre uruguaya, mostró desde muy temprana edad su interés por la pintura. A los 17 años migró con su familia a Barcelona, donde descubrió de golpe una cultura y una ciudad intensa. El viaje se transformó en una constante en su vida: deambuló por otras ciudades del mundo como Nueva York y París.
Su rol como padre y docente lo alejó de la clásica imagen del artista solitario, para dar paso a la de un hombre simple y sencillo, que buscaba el sustento de su familia, junto a su mujer Manolita Piña de Rubíes.
En Nueva York fundó su fábrica de juguetes artesanales. Dichas piezas no eran de porcelana o de cartón, eran juguetes sólidos de madera, pintados con colores llamativos y diseñados para soportar los golpes y sacudidas de los niños, partiendo por sus propios hijos.
Posteriormente, residiendo en París, fundo el movimiento de artistas abstractos Cercle et Carré (Círculo y Cuadrado) del que fueron parte importantes artistas avant garde como Piet Mondrián, Michel Seuphor y Sophie Taeuber-Arp. De vuelta a Uruguay se dedicó a su taller, la Escuela del Sur, donde formó a generaciones de artistas con un sello tan particular que se define como un movimiento artístico propio.
Coordenadas
12 de abril – 28 de julio | 2019
Lunes a domingo | 9:30 a 19:30 horas
Sala Pacífico | Nivel -3
Entrada general $3000, estudiantes y convenios $1500
Tercera edad y niños menores de 12 años entrada liberada en todo horario
Público general entrada liberada todos los días desde las 15:00 horas
No hay comentarios.:
Publicar un comentario