13.8.19

Arquitectura nacionalista. Por Andrés Sabella. El Mercurio de Antofagasta, 27 de agosto de 1982



Vía El Mercurio de Antofagasta / Biblioteca Nacional de Chile.

Ahora que funciona en la ciudad una Escuela de Arquitectura, conviene que se lea el ensayo sobre arquitectura de Pedro Prado. No es difícil obtenerlo: acaba de publicarse en un tomo Nascimento: "Ensayos" (Sobre la Arquitectura y la Poesía), bajo el cuidado celoso del poeta Juan Antonio Massone.

Pedro Prado fue, además, de poeta y novelista de fuerza lírica singular, filósofo y pintor, arquitecto que pensaba en cuánto celo debíamos aportar para construir nuestras casas, no en remedo "de", sino en verdad con nuestras realidades:

"La primera belleza de la arquitectura debe ser la propiedad".

En esta frase coloca la piedra sillar de sus ideas. Para el poeta de "La casa junto al mar", lo chilenos debemos bregar porque la arquitectura nacional sea, precisamente, "arquitectura nacionalista", entendiéndose por tal aquella en que lo elementos y rasgos de cada una de la muchas regiones que componen al país, correspondan a lo que éstas son:

"En Chile, una arquitectura, para ser nacional y nacionalista, tendrá que ser apropiada en sus múltiples variaciones, y el factor común a todas ni será ni éste ni el otro motivo, sino la continuación lógica del carácter de la región en el carácter de las casas".

En tal línea de trabajo, Prado rechaza, naturalmente, las construcciones que no satisfacen la realidad de su medio, porque se alzan en calco:

"Influencias perniciosas que nos falsean: elementos de construcción simulados con una cáscara superficial, errores contra la topografía y contra el clima y las condiciones asísmicas, y aberraciones bajo el punto de vista de la psicología que poseemos, forman la ley general".

Patricio Gross, en su libro "Arquitectura en Chile" (1978), anota, como ideal de la arquitectura chilena de hoy y mañana que:

"Será en el desarrollo de nuevas obras que tengan presente lo que no es más propio, como mejor podamos acercarnos a lo que constituye nuestra auténtica tradición del habitar; formas bellas en su simplicidad y economía de materiales, sin alardes ni juegos estructurales, en íntimo acuerdo con el paisaje y la luz, sin ostentosas diferencias y donde se pueda gozar de un espacio construido a escala del hombre", ligando su pensamiento al de Prado, por el impulso que debe inspirarnos, impidiendo que seamos una tierra "que tiene gran número de construcciones impropias, cuyos estilos se han propagado por el país sin discernimiento, alguno".

En instantes en que la construcción nacional se muestra angustiada por la cesantía que la falta de capitales trae consigo, estas reflexiones de Prado soplan una esperanza para cuando retomemos las herramientas, plazo que para bien de lo hogares chilenos se acorte todo lo posible para no ser gentes de rielo raso y de pan escaso.

Ver: Pedro Prado y los ensayos sobre arquitectura. por Patricio Pinto.

12.8.19

Un desarrollo para la Historia: Patrimonio arquitectónico de Antofagasta. El Mercurio de Antofagasta, 16 de agosto de 1984

Vía El Mercurio de Antofagasta (Archivo Claudio Galeno).

Hoy escribe: Juan Enrique Pimentel Bunting, arquitecto



Como todos sabemos, nuestra ciudad es muy joven, sus orígenes son modestos, y su vocación muy definida y especializada. Lo que mejor expresa esta apreciación es su arquitectura, o más bien, su patrimonio arquitectónico, que nos habla del pionerismo, de la improvisación y espontaneidad con que Antofagasta nació y creció, a partir de un día desconocido en 1866, con esa pujanza que no conocía barreras, y que caracterizaba toda acción que emprendían nuestros antepasados industriosos y aventureros.

Quien busque en nuestra ciudad viejos y nobles sillares de granito, dinteles coloniales de roble tallado, o espacios que evoquen gestas heroicas, sólo encontrará la decepción de una arquitectura pragmática, sin otra pretensión que servir al trabajo, a las obsesiones y riquezas esquivas de la minería y, en el mejor de los casos, a la nostalgia de remotos lugares queridos.

Sus autores, en una aplastante mayoría, hoy son anónimos, hombres nacidos en el Valle de Copiapó, las islas de Dalmacia, en el país de Gales, la Baja Sajonia. Muchos, jamás siquiera soñaron que un día vararían para siempre en estas playas desconocidas.

Y este variado conjunto de condiciones, necesidades, ambiciones y sueños, fue dando forma al carácter de Antofagasta, a aquello que llaman identidad, al pasado que reconocemos como nuestro y que constituye el apoyo que nos permite aceptar el futuro.

Pasados los primeros años de este siglo, y cuando la ciudad se consolida como emporio minero, la arquitectura ligada a estilos definidos y propios de la época, inicia sus primeros pasos. Arquitectos e ingenieros con inquietudes estilísticas, como Abd-el-Kader, nos legan obras como el Mercado Municipal y la actual Casa Consistorial, y esforzados curas alemanes, chilenos y españoles levantan "a ñeque" las iglesias de San Francisco, la Catedral, y, la del Corazón de María.

Sin embargo, durante la primera mitad de este siglo perdura con fuerza, al menos para los legos, el anonimato de los autores de obras de gran presencia como la Casa Gibbs, el Banco Alemán [Anglo Sudamericano] (hoy Banco del Estado), el Banco Español, la Cooperativa del F.C.A.B. (hoy Gobernación Provincial), y tantas otras. Y a fines de esta época, registramos a los colegas Campusano y Tarbuskovic como arquitectos afincados en la ciudad, trazando todo un estilo qué emparienta algunos de nuestros barrios, a través de la arquitectura, con aquellos sector de Ñuñoa que se desarrollaron por esa misma época.

Al acercarse Antofagasta a su Centenario, su población crece fuertemente, atrayendo a muchos profesionales de la construcción; la Universidad del Norte crea la carrera de Construcción Civil, y poco a poco la presencia de los arquitectos se va haciendo más visible. Instituciones públicas contratan sus servicios permanentes en la zona, o bien se instalan por largo tiempo, o definitivamente, para ejercer libremente, arquitectos como Ricardo Pulgar, Mario Reyes, María Schurmann, U!ises Vergara, Patricio Diaz. Muchos terminarán sus carreras aquí como Carlos Contreras, Romilio Concha y, últimamente, Luis Hernán Valdivieso.

Con ellos, Antofagasta comienza a buscar algo más en la arquitectura, se intenta ir más allá de lo práctico, superar las grandes limitaciones impuestas por la falta de materiales regionales y la escasez de recursos financieros, que ya no fluyen como antaño, a la par de las riquezas de la pampa que llegan a los puertos.

La arquitectura en la Región se masifica, apareciendo los grandes conjuntos habitacionales planificados, y en nuestra ciudad se levantan varios edificios que superan los cinco pisos de altura, dejando de ser los ascensores aquellos aparatos que maravillan a los niños en los Almacenes Giménez y la Compañía Cervecerías Unidas.

El número de profesionales que trabaja en la Región, hace necesaria la constitución de una Delegación Provincial del Colegio de Arquitectos, la que es reconocida oficialmente al ser considerada su participación en organismos y eventos de trascendencia, y su opinión es oída al decidir la ejecución de proyectos importantes para la comunidad.

Hoy, cuando los arquitectos conmemoramos el 42º aniversario de la creación del Colegio de Arquitectos de Chile, y nuestro quehacer ha recorrido este camino modesto, limitado y provinciano, pero nuestro, la situación de la Arquitectura en Antofagasta parece enfrentar cambios trascendentes en su trayectoria. Este aniversario sorprende a 35 arquitectos residiendo en la Región y a 200 alumnos que bregan con cartones, papeles, terminología y teoría en una Escuela de Arquitectura en esta ciudad.

La sola presencia de la Escuela promete actitudes más críticas, la búsqueda de caminos para encontrar el lazo armónico que una a lo heredado con lo por hacer, para identificar lo válidamente regional en el diseño arquitectónico local. La Escuela puede aportar la fuerza que necesita la comunidad de los arquitectos para rescatar y preservar todo aquello que reconocemos como valioso en nuestras ciudades; a su vez, el gremio tiene también la posibilidad de aportar a las nuevas generaciones profesionales lo que se ha aprendido en el camino, y que no se aprendió en las Escuelas de Arquitectura del centro del país.

Estamos ciertos, entonces, que este aniversario gremial se conmemora en ese espíritu especial que rodea el inicio de toda nueva etapa, espíritu que hemos querido transmitir a la comunidad que servimos, a través de estas lineas en "El Mercurio" de Antofagasta y Calama con el pretencioso objetivo, además, de interesarla en todo aquello que forma parte de esa vivencia colectiva, de esa experiencia común a todos los habitantes de una ciudad, que se llama Arquitectura.

11.8.19

Antofagastinos relatan orígenes de sus familias como migrantes

Vía El Mercurio de Antofagasta.

SOCIEDAD. A principios de 1900, cerca del 16% de la población en la ciudad era de origen extranjero.

11% de la población que habita en la Región de Antofagasta corresponde a inmigrantes, según el censo.



"Detrás de todo migrante hay un dolor, porque dejas tu tierra, tus raíces, dejas tu pueblo y ahí hay un acto de dolor que después mitigas y conviertes en nostalgia, porque empiezas a ser chileno, pero son vidas durísimas y nunca dejas de recordar lo que eres".

Las palabras corresponden al sociólogo antofagastino César Trabucco Swaneck, descendiente de inmigrantes de Sudáfrica e Italia y de destacada trayectoria académica en la Universidad de Antofagasta.

"El primer migrante que llega es el que hace el sacrificio, la segunda generación se forma y ya se consolida. Pero yo por lo que escuché en mi familia, nunca hubo una mala percepción de nuestros orígenes, nunca hubo rechazo. De hecho, siempre fueron acogidos", relata el sociólogo.

A pesar de que la ciudad tiene gran parte de sus orígenes en la población migrante, en 2019 y con el auge de la llegada de extranjeros latinos, la migración presenta cierto rechazo en algunos grupos.

Según el Censo del 2017, hoy la región tiene una población de más de 600 mil habitantes y el 11% corresponde a extranjeros. A parcir del 2018, comenzó también a llegar un flujo importan te de venezolanos a la zona.

Esta semana el gobierno decidió no autorizar una marcha contra la inmigración que debía desarrollarse hoy.

En este escenario, antofagastinos hijos y nietos de inmigrantes, explican el aporte de sus antepasados, enfatizando que si bien es necesario una regulación a la ley de migración (que data de 1975), esto no justifica tal nivel de xenofobia.

DIFERENCIAS

Stjepan Ostoíc Papic, realizador cinematográfico y descendiente de croatas, comenta que existe una marcada diferenciación entre los inmigrantes europeos con los inmigrantes latinos.

"Esta situación es preocupante, yo no creo que la inmigración no deba ser regulada, pero es complicado que existan discursos de odio y migración de primera y segunda clase. ¿Por qué debe haber una diferencia entre un alemán y un colombiano?" dice.

Por su parte Claudio Galeno, académico de Arquitectura en la Universidad Católica del Norte, en cuanto a pu1ismos, dice que "en Antofagasta, como surgió de la nada, hasta los chilenos somos inmigrantes, aquí no existe nativos , solo podrían serlos los descendientes de changos o camanchacos, quienes eran los que deambulaban por aquí de antes de que existiese Antofagasta".

Grecia
Juan Castro Bekios, fiscal: "Mi abuelo materno Juan Bekios Pepas llegó desde Grecia en barco a Chile en 1928. Aquí ya estaban sus hermanos Evángelos y Anastasio Bekios. quienes habían peleado en la I Guerra Mundial. La historia de nuestro país se construyó con el aporte de inmigrantes de todas partes del mundo. desde quienes fueron los padres de nuestra independencia"'.

Croacia
Stjepan Ostoic, realizador: "Mi abuelo materno llegó de Croacia y mi abuela era hija de croata en Antofagasta. Por la rama paterna, mi abuela era descendiente croata. Mi abuelo llegó hacia fines de los años 20 a trabajar a la panadería de un tío, y después se independizó y abrió su propia panadería, 'La Selecta', que estuvo por muchos años y donde compraba Antonio Rendic".

China
Aixin Liu Wu, traductora: "De parte de mi padre, mi bisabuelo llegó los años 20 y vivió en Chacabuco y Pampa Unión. mi madre llegó en 1987. Hasta donde sé, mi bisabuelo fue de los primeros chinos al llegar en barco a esta ciudad. Los chilenos olvidan sus orígenes, su historia. Todos son mestizos y con lo conservador que son los chilenos, les choca que llegue una cultura distinta".

Sudáfrica e Italia
César Trabucco, sociólogo: "El primero en llegar a Antofagasta por el lado paterno es mi abuelo Vittorio Trabucco, italiano genovés. Eso hacia principios del siglo XX. Por parte de mi madre mis abuelos llegaron en 1903. venían desde Sudáfrica. De los primeros, algunos se quedaron en la ciudad y otros partieron al sur, del segundo grupo. todos se quedaron en Antofagasta".

Alemania e Italia
Claudio Galeno, arquitecto: "Mi abuelo materno era nieto de un alemán. era pediatra. Raúl lbaceta Kuhl. Fue el pediatra de Antofagasta a principio del siglo XX; mi abuela Ana Fernández vino de Valparaíso de niña, los Galeno venimos del sur. pero llegaron desde España, y antes desde Italia. En Antofagasta, como surgió de la nada. hasta los chilenos somos inmigrantes".

Bolivia
Cristian Puebla, periodista: "Mis abuelos por parte de mi madre son bolivianos. ellos llegaron muy jóvenes a trabajar a Chile por el tema del cobre, cuando Codelco llevaba sus primeros años. Las perspectivas económicas acá eran mucho mejores. Ellos llegaron de Cochabamba y se quedaron acá porque la calidad de vida en Chile y en Chuqui específicamente, fueron las ideales".

3.8.19

El Monte Aconcagua, el terrible gigante

Disney hizo una serie de cortos sobre Latinoamérica, luego de un viaje que hizo con su equipo en 1941 (Ver documental Walt & el Grupo).

El corto dedicado a Chile, de 1942, trata de un avioncito llamado Pedro cuya familia está a cargo de llevar el correo de Santiago a Mendoza, volando sobre los Andes. Cuando su padre se enferma, le toca a Pedro llevar la correspondencia, y en el peligroso camino se encontrará con un terrible gigante, el Monte Aconcagua.

La representación que hacen de la montaña más alta de Sudamérica es muy dramática, humanizándolo realmente como un gigante dormido.

A continuación algunas páginas del libro de 1944, editado en Barcelona por José Mª Rieusset, que cuenta el relato del cortometraje:


La portada de Pedro el avioncito de los Andes. A la derecha se ve la cordillera como una gran muralla vertical.


La primera página del cuento, donde se introduce que la familia de aeroplanos está a cargo del servicio aeropostal entre Chile y Argentina.


Pedro llegando a la escuela de aviones. Sobre la puerta el escudo chileno, y afuera la bandera.


Pedro se encuentra con otro personaje de este cuento, con un cóndor.


Pedro se oculta en las nubes, cuando divisa el Aconcagua. En la ilustración de este libro, el Aconcagua, es solo una cima entre las nubes, no está humanizado. Mientras que en el cortometraje es como un asustador gigante dormido. Como se puede ver es el fotograma a continuación:



La mítica e imponente montaña, se puede divisar desde muchas partes del territorio chileno. A continuación un pequeño video (Boomerang) publicado en Instagram donde se puede ver como su cima se distingue radicalmente del resto de montañas de la cordillera.

Ver esta publicación en Instagram

#inbetweenspace #cordilleradelosandes #aconcagua #andeslandscape

Una publicación compartida por Claudio Galeno (@claudiogalenium) el