Por Claudio Galeno-Ibaceta sobre la interacción del arte con la arquitectura, desde Antofagasta y el Norte Grande de Chile. By Claudio Galeno-Ibaceta about the interaction between art and architecture, from Antofagasta and the Large North of Chile.
6º Seminario Internacional de Historia de la Arquitectura
Hospitalaria / 6SIHAH: Tiempo, Espacio, Forma y Cuerpo / Escuela de
Arquitectura, Universidad Católica del Norte, Antofagasta, Chile
Antofagasta, Chile, 8-9 octubre 2025 / Desierto de Atacama, ciudades industriales, 10 octubre 2025
Sitio oficial del 6º Seminario Internacional de Historia y Arquitectura Hospitalaria: https://www.6sihah.com/
La sexta versión Seminario Internacional de Historia de la
Arquitectura Hospitalaria convoca a especialistas, investigadores y
estudiantes interesados en proponer resúmenes de ponencias sobre
investigaciones que aborden la historia de la salud en un amplio
espectro, que, además de hospitales en sus diversas escalas, también
puede incluir una gran variedad de investigaciones sobre arquitecturas o
aspectos urbanos enfocados en la salubridad. El evento está guiado por
cuatro ejes conceptuales: Tiempo, Espacio, Forma y Cuerpo.
El evento posee un Comité Científico internacional y lo organiza la
Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica del Norte en
colaboración con la Universidad de Chile, y con la asesoría de la Red
Iberoamericana de Historiadores de la Arquitectura Hospitalaria.
Fechas claves: Recepción de resúmenes de ponencias hasta el 7 de julio de 2025 Comunicación de aceptación: 30 de julio de 2025 Recepción de ponencias extendidas hasta el 18 de agosto de 2025 Realización del 6SIHAH: miércoles 8 y jueves 9 de octubre de 2025 Tour Desierto de Atacama, ciudades industriales: viernes 10 de octubre de 2025
Un seminario organizado por la carrera de Arquitectura de dos universidades del Consejo de Rectores, exploró cómo la aviación y sus infraestructuras transformaron el territorio nacional, con énfasis en las regiones más alejadas de los centros de poder.
En el auditorio del Centro Asistencial Docente e Investigación de la Universidad de Magallanes (CADI-UMAG), se llevó a cabo el pasado 24 de abril el seminario “Aeropuertos extremos: arquitectura y modernidad en Chile (1953–1973)”, organizado en el contexto del 5º ciclo de conferencias de urbanismo y territorio, y financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes (FONDART Nacional, convocatoria 2024).
La actividad reunió a destacados investigadores e investigadoras de las universidades de Magallanes y Católica del Norte, quienes presentaron estudios históricos, arquitectónicos y territoriales sobre el despliegue de infraestructuras aeroportuarias en las regiones extremas del país durante el siglo XX. Las ponencias compartieron un espíritu común: revalorizar los bordes, resignificar el patrimonio arquitectónico moderno y reconocer el potencial de las investigaciones desarrolladas en regiones.
Así, el seminario no solo permitió compartir resultados de investigación de alto nivel, sino también instalar una conversación pública sobre arquitectura, identidad y memoria en territorios periféricos. La actividad fue una expresión concreta de cómo el conocimiento situado, producido desde regiones extremas, puede iluminar nuevas formas de pensar el país desde sus márgenes.
Modernidad arquitectónica y expansión territorial
El académico de la UMAG Boris Cvitanic Díaz, responsable del proyecto, abordó el papel estratégico de los aeropuertos en el proceso de modernización nacional, así como su dimensión simbólica en contextos de aislamiento geográfico, como los de Antofagasta y Punta Arenas.
Cvitanic, Doctor en proyectos arquitectónicos, explicó que “la aparición y desarrollo del aeropuerto como tipo arquitectónico a lo largo del siglo XX estuvo marcado por una permanente transformación determinada por cambios tecnológicos, funcionales y técnicos”. A su juicio, estos espacios no sólo respondieron a exigencias técnicas de la aeronavegación, sino que también “se transformaron en la materialización de un proyecto moderno del lugar, adecuado a la tecnología del momento y alineado con los parámetros de la arquitectura moderna”.
La ponencia destacó cómo el desarrollo de aeródromos en regiones como Arica, Antofagasta, Puerto Montt o Punta Arenas fue parte de un esfuerzo estatal por articular territorialmente el país, superando su histórica centralización. En ese contexto, el Plan Nacional de Aeródromos impulsado durante el segundo gobierno de Carlos Ibáñez del Campo (1952–1958) se presentó como una estrategia clave para dotar de conectividad y presencia estatal a los territorios periféricos.
Cerro Moreno: la monumentalidad moderna en el desierto
El segundo expositor, Claudio Galeno Ibaceta, director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica del Norte, presentó una investigación exhaustiva sobre la evolución del aeropuerto Cerro Moreno de Antofagasta. Desde los primeros campos de aterrizaje como Portezuelo y La Chimba, hasta la construcción del moderno terminal diseñado por Jorge Patiño González en 1969, Galeno trazó una historia de adaptaciones técnicas, decisiones políticas y expresiones arquitectónicas.
“La construcción monumental se posicionaba solitaria en ese desértico luminoso y amplio llano, contrastando con el despliegue de extensos planos de cubiertas que construían una amplia sombra”, comentó. El edificio fue pensado, dijo, como un refugio simbólico frente a las vastas dimensiones del paisaje nortino. Con sus columnas inspiradas en formas de cactus o en anclas abstractas —símbolo de Antofagasta—, el terminal integraba arte, técnica y territorialidad. “No se trata sólo de una implantación funcional o estética, sino que es sobre todo simbólica y medioambiental”, concluyó.
Chabunco: identidad regional en la arquitectura y el arte
Pilar Fernández Hechenleitner, investigadora del Departamento de Arquitectura de la UMAG, centró su presentación en el caso de Punta Arenas. Su trabajo, que forma parte de un proyecto FONDART regional en colaboración con Cvitanic, puso en valor el antiguo aeropuerto de Chabunco (1971–2001) como símbolo de identidad regional.
“Es muy probable que varios de ustedes nunca hayan entrado en ese edificio, básicamente porque el cierre de ese terminal se constituyó en el año 2001”, dijo a las y los estudiantes presentes. Fernández destacó que no solo el diseño arquitectónico del edificio —resuelto por Augusto Iglesias, Gonzalo del Canto y Humberto Grameña— fue relevante, sino también las obras artísticas interiores creadas por la desaparecida Escuela de Artesanía del Instituto de la Patagonia. Interior del antiguo aeropuerto de Punta Arenas. Foto DGAC.
“Entre los objetos realizados destacaron un mural alfarero, la figura de un cacique mulato, mobiliario y revestimientos de madera regional, todos inspirados en motivos rupestres y saberes locales”, explicó. Para ella, esta integración convirtió al aeropuerto en una “imagen del territorio”, y en un espacio donde los oficios artesanales dotaron de narrativa cultural a un lugar concebido originalmente bajo parámetros genéricos.
Aeronavegación, territorio y soberanía
Finalmente, el doctor Daniel Matus Carrasco abordó la dimensión territorial y geopolítica de la red aeroportuaria chilena. Enfatizó que “Chabunco es la verdadera puerta a la Antártica”, destacando su capacidad para operar aeronaves de gran envergadura como el Hércules o el Antonov.
“Estacionar un avión puede parecer banal, pero es fundamental para la soberanía que se ejerce en el territorio antártico chileno”, afirmó. Según Matus, los aeropuertos no solo cumplen funciones logísticas o arquitectónicas, sino que “agrandan los espacios de soberanía”, al integrar nuevas escalas de control como el espacio aéreo.
Con una mirada desde la historia, el urbanismo y la geografía crítica, Matus propuso pensar la “aeronavegación extrema” como una categoría analítica que permite entender cómo se construyen las relaciones entre Estado, infraestructura y territorio en los márgenes del país.
El palacio Capanema de Río de Janeiro, de Lúcio Costa, Oscar Niemeyer y Le Corbusier, reabre tras de una década cerrado y una minuciosa restauración
Por Joan Royo Gual / Río de Janeiro - 11 MAY 2025 - 00:00 CLT
Brasilia, la futurista capital de Brasil inaugurada
en 1960, aún era un páramo cuando en Río de Janeiro se ponían los
cimientos del que estaba llamado a ser el primer gran edificio de la arquitectura moderna brasileña.
El palacio Capanema, construido como sede del Ministerio de Educación,
es una joya en la que participaron Le Corbusier, Lúcio Costa y Oscar
Niemeyer. Tras una década cerrado, en la que a punto estuvo de pasar a
manos privadas, este rotundo edificio de hormigón y cristal reabre ahora
totalmente restaurado y con vocación de convertirse en un gran
epicentro cultural.
El edificio es un rectángulo perfecto
incrustado en el centro de Río de Janeiro: una caja de cerillas puesta
en pie que parece flotar sobre decenas de pilotis, las columnas
independientes en la planta baja tan representativas de la arquitectura
moderna. Se empezó a construir en 1937 y se terminó en 1945. Sus
novedosas soluciones y su estética rompedora para la época marcaron un
antes y un después.
Las obras de restauración han costado 84 millones de reales (unos 15
millones de dólares) y el principal desafío ha sido encontrar materiales
y piezas que ya no se fabrican, como las lámparas o el linóleo color
chocolate del suelo. Lo contó esta semana, durante una visita para la
prensa y autoridades, el directivo del Instituto del Patrimonio
Histórico y Artístico Nacional (IPHAN) Andrey Schlee, orgulloso de
volver a ver brillar una joya que marcó un antes y un después en la
historia de la arquitectura brasileña. “Es de 20 años antes que
Brasilia. Aquí ya están concentrados todos los elementos que permiten
que se hable de una arquitectura modernista brasileña”, decía orgulloso.
La historia del palacio Capanema tiene mucho de ambición y osadía. Era el Brasil del Estado Novo, la dictadura de Getúlio Vargas,
que quería proyectar un Brasil fuerte cuando el mundo estaba a las
puertas de la Segunda Guerra Mundial. El entonces ministro de Educación,
Gustavo Capanema, quiso reunir las dispersas oficinas gubernamentales
en un único edificio en la entonces capital, Río, y realizó un concurso
público.
El ganador fue un proyecto de arquitectura
ecléctica, como tantos otros, que no le convenció. No tuvo reparos en
dar marcha atrás y convocar a algunos de los desclasificados: Lúcio
Costa, Affonso Eduardo Reidy, Carlos Leão, Jorge Moreira y Ernani
Vasconcelos. Después se unirían un treintañero Oscar Niemeyer (que aún
no había firmado ningún edificio) y el maestro Le Corbusier, que actuó como consultor.
“Vamos a hacer una cosa valiente, interesante, vale la pena.
Compondremos una comisión con esos chavales para hacer un proyecto del
Palacio del Ministerio de Educación y Salud Pública, libremente. Les
daremos la oportunidad de hacer una cosa avanzada”, dejó escrito el
ministro, como recoge el libro Capanema Maru, de Sandra Branco
Soares. Le Corbusier opinó y dio su visto bueno, pero en cuanto dejó
Río, los jóvenes arquitectos brasileños modificaron su proyecto:
hicieron el edificio más alto (16 pisos), lo que liberaba espacio para
crear una gran plaza pública y le daba un aire más monumental.
Las
obras avanzaron a pesar de numerosos contratiempos y retrasos, pero
dieron lugar a un edificio repleto de detalles a pesar de su aparente
austeridad: Uno de sus secretos está en los tonos de azul cielo que
aparecen sutilmente, desde la azotea hasta los brise-soleil, las
placas para controlar la iluminación desde la fachada. Son del mismo
color que las cúpulas de la vecina iglesia barroca de Santa Luzia. Se
establece así un diálogo entre lo antiguo y lo moderno que Costa se
esforzó en mantener a lo largo del tiempo.
En los años ochenta, durante una restauración del edificio, el
arquitecto se frustró al ver que se estaba repintando con un azul que no
era exactamente el que él concibió, así que él mismo hizo la mezcla
para dar con la tonalidad perfecta. Desde entonces, ese azul quedó
registrado como azul Lucio Costa. El verde lo ponen los jardines de Burle Marx, el gran paisajista brasileño,
pionero en el uso de plantas tropicales autóctonas. La fachada a pie de
calle está recubierta de azulejos con motivos marinos de Candido
Portinari, que también decora los interiores con varios paneles.
Todas las obras de arte fueron minuciosamente preservadas
durante uno de los periodos más convulsos que vivió el edificio: en
2016, el entonces presidente Michel Temer, que había llegado al poder
tras un controvertido proceso de impeachment contra Dilma Rousseff, decidió suprimir el Ministerio de Cultura (cuyo embrión, décadas atrás, surgió en este edificio).
Cientos
de artistas y jóvenes activistas ocuparon el palacio a modo de
protesta. Los grandes salones albergaban asambleas y cocinas
comunitarias, pero por todos lados se veían cuerdas protegiendo cuadros y
mobiliario con carteles del estilo “Cuidado, este patrimonio es
nuestro”. Durante los meses del Ocupa Minc (Ocupa el Ministerio
de Cultura) los bajos del edificio eran un enjambre de gente, donde cada
noche se improvisaba algo: igual tocaba una orquesta sinfónica que cantaba Caetano Veloso.
Tras el cierre, el Capanema pasó cuatro años acumulando
polvo, y en 2021, el Gobierno de Jair Bolsonaro intentó ponerlo a la
venta en una subasta de inmuebles del Estado. La decisión generó tal
polémica que rápidamente se dio marcha atrás.
El objetivo
ahora es que el palacio recupere su vocación popular, porque buena
parte del edificio será visitable. El 60% tendrá usos culturales, y el
resto albergará organismos oficiales. Entre los espacios a los que
accederá el público estarán los despachos del ministro y del jefe de
gabinete, cargo que ocupó el célebre poeta Carlos Drummond de Andrade,
acérrimo defensor del edificio ante los críticos de su época: “El más
débil [políticamente] de los ministerios iba poco a poco venciendo la
ironía de unos, la mala fe de otros y la indiferencia de muchos”,
escribió en sus anotaciones personales.
La azotea, con sus espectaculares vistas sobre la bahía de
Guanabara y el centro de Río, albergará un restaurante y una cafetería.
En el cuarto piso, los sinuosos muebles recibirán fondos de la
Biblioteca Nacional abiertos a consulta pública, y el octavo se ha
dejado con la disposición y los muebles originales de los tiempos de las
oficinas del ministerio. A pesar de las separaciones de madera, el
ambiente es luminoso y diáfano: el edificio también fue pionero en crear
una planta libre que podía modificarse fácilmente.
El
palacio Capanema reabrirá oficialmente el próximo día 20 con una
ceremonia en la que participará el presidente Luiz Inácio Lula da Silva,
y a partir de ahí se espera que su agenda de actividades sea intensa.
En julio albergará la cumbre de los presidentes de los BRICS. Con el
esplendor original de vuelta, el Gobierno brasileño también planea
presentarlo a la Unesco como candidato a Patrimonio de la Humanidad.
La Seremi de las Culturas, las Artes y Patrimonio de la Región de
Magallanes y Antártica Chilena, Carolina Herrera Toro y Boris Cvitanic
Díaz, responsable del proyecto FONDART Nacional 701688, invitan al
Quinto ciclo de conferencias de urbanismo y territorio “Aeropuertos
extremos: Arquitectura y modernidad en Chile (1953-1973)”, iniciativa
financiada por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes.
FONDART Nacional, convocatoria 2024.
Esta actividad se llevará a cabo
el día Jueves 24 de abril, a las 17:40 hrs., en el auditorio CADI-UMAG
(Avenida Los Flamencos 01364).
Ponentes:
Dr. Claudio Galeno Ibaceta. Escuela de Arquitectura, Universidad Católica del Norte.
Dr. Boris Cvitanic Díaz. Departamento de Arquitectura, Universidad de Magallanes.
Mg. Pilar Fernández Hechenleitner. Departamento de Arquitectura, Universidad de Magallanes.
Dr. Daniel Matus Carrasco. Departamento de Arquitectura, Universidad de Magallanes.
Edificio fue entregado por el FCAB en comodato a la 6ta Compañía en 2021, pero hasta hace un mes el inmueble lucia abandonado y con su exterior en evidente deterioro.
HOSPITAL, COLEGIO Y AHORA... CUARTEL El arquitecto de la Universidad Católica del Norte, Claudio Galeno Ibaceta, explica que este edificio "se proyecta en 1904 y fue diseñado por un ingeniero de la oficina de ingenieros del ferrocarril de apellido Anderson, siendo contratado para eso el constructor Jorge Brown. Terminado en 1907, fue levantado para ser el hospital de los funcionarios del ferrocarril, y para ese entonces empezó una epidemia de peste bubónica. Al tiempo, se abre el hospital El Salvador y rápidamente a este inmueble se le da otra utilidad, ya que al estar dentro del mismo ferrocarril era un recinto no adecuado por los requerimientos básicos de la salud. Años después la edificación seria utilizada para albergar al Colegio Inglés de Antofagasta, lo que ocurrió desde 1918 hasta 1981". Por lo tanto, las instalaciones han fungido como hospital, colegio y, próximamente, cuartel de bomberos.
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animado hecho por Claudio Galeno-Ibaceta a partir de dos postales, la
vista de la playa sin edificio Casino, de alrededor de 1920, autor y
editor no identificados; la vista con el edificio de 1956, editor o
fotógrafo Casanova .
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animado hecho por Claudio Galeno-Ibaceta a partir de dos postales de
alrededor de 1969, la vista al Casino de Editor Gohmann, P.2400/17,
fotógrafo J. Quezada; la de vista mar, Editor Codarte, 513-37.
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animado hecho por Claudio Galeno-Ibaceta a partir de tres postales de
fines de la década del 60: la vertical con vista desde pérgola del molo
de la Poza Chica, de Postal Grota, Editor Grohmann, P-2400/1; la vista
de la poza chica con el molo, editado por Codarte, 513-39; la vista
desde el interior de la galería de Las Torpederas, igualmente de
Codarte, 513-36.
Estos días estuve investigando el material documental que existía sobre los chalets gemelos que estuvieron en calle Carrera en el Parque Brasil de Antofagasta, entre el actual pasaje Carrera y la calle Salvador Reyes.
Eran dos construcciones idénticas de madera, que por sus revestimientos evidenciaban que fueron construidas de forma prefabricada o con un sistema industrializado de montaje. Principalmente debido a la modulación de sus muros.
Fotografía de la fachada de uno de los chalets, con su porche de acceso. Foto de Claudio Galeno, 2007.
La composición de fachadas y de la organización interior eran prácticamente simétricas. Los recintos que daban a calle Carrera, laterales al proche de acceso, tenían bow windows y eran recintos más públicos de los chalets, sala de estar y sala de oficinas. En una vista lateral, de una fotos del año 2009, se puede ver esos bow windows y se ve también que esos recintos frontales, ocupaban el largo del primer módulo de la cubierta.
En un plano de 1925 se puede ver que los dos predios ocupaban la manzana 602, y en eran vecinos (por el patio trasero) con el Lawn Tennis Club. El pasaje Carrera aún no existía.
Detalle de plano de predios de 1925. En rojo los predios de los chalets. Archivo Claudio Galeno.
Luego, en una foto aérea de 1930, se pueden ver los dos chalets, con amplias cubiertas. A su lado sur, una palacete, que más tarde fue la sede de Telenorte, el canal de televisión de la Universidad del Norte, sitio que hoy en día ocupa el Hotel Ibis. Además atrás de las casas se distingue el club de tenis.
Detalle de fotografía aérea de 1930. Archivo de Postales de Claudio Galeno.
A fines de los años 60, mis abuelos maternos: Raúl Ibaceta Kuhl y Ana Fernández Robledo, vivía en una de esos chalets. Obviamente con mi madre: Alicia Ibaceta y mis tías: Ana y Adriana, y mi tío Raúl. En el chalet del lado norte vivía la familia del doctor Ziede.
Mi madre se puso de novia y se casó con mi padre: Raúl Galeno Rojas, en ese chalet. Algunos registros de ese evento, permiten ver la casa en uso. Primero, se ven mi madre y padre, luego de la boda saliendo por el porche, y se distingue la modulación de los muros de madera.
Registro del casamiento Galeno Ibaceta en 1968. Archivo familia Galeno Ibaceta.
En otra fotografía se puede ver el amplio pasillo interior que recorría la casas desde el acceso hasta la terraza que había en la parte posterior, hacia el club de tenis. En un espacio muy alto y ancho, ya que está gran parte de los invitados, y los novios bailan en ese espacio.
Registro del casamiento Galeno Ibaceta en 1968. Archivo familia Galeno Ibaceta.
En otras fotografías en blanco y negro del álbum oficial del evento, se
pueden ver los invitados en la terraza que quedaba en la parte posterior
del chalet. Aunque había una puerta central que daba a ese espacio,
otra puerta desde la cocina daba directamente a ese lugar, como se ve en
la primera foto, donde detrás de la mesa de invitados, está mi abuela
Irma Rojas Gallo y mi tía Silvia Fernández Cuellar afuera de esa puerta.
Registro del casamiento Galeno Ibaceta en 1968. Archivo familia Galeno Ibaceta.
Registro del casamiento Galeno Ibaceta en 1968. Archivo familia Galeno Ibaceta.
En esa terraza estaban parte de las mesas de invitados, y en la segunda foto, en el borde izquierdo, se ve parte del pasamanos de una empinada escalera que conducía a un altillo sobre la terraza.
Sobre la distribución de la casa: Desde la calle, estaba el porche (se ve en las fotos). Al entrar había al centro un pasillo muy ancho (también se ve en una de las fotos). Al entrar, a la derecha del pasillo, había una sala de estar grande, que por afuera tiene los dos bow windows. A mano izquierda del pasillo, otro recinto que se usaba como escritorio.
Siguiendo por el lado izquierdo del pasillo, luego del escritorio, seguían dos dormitorios, y luego el comedor y una cocina muy grande al final.
Por el lado derecho del pasillo, luego del living, había dos baños grandes, uno al lado del otro. Y a continuación dos otros dormitorios.
Al final del pasillo, había una puerta que daba a una terraza exterior, con suelo de madera, y con rejas alrededor. En la foto del pasillo se ve el fondo con una puerta y ventanas que daban a una terraza que tenía la casa por atrás.
Después de la terraza se bajaba al resto del patio, que era grande. Si dice que se bajaba, era que estaba más alta la terraza que el patio. De hecho esos terrenos tienen un desnivel bien pronunciado hacia atrás. Desde la cocina, por una puerta, también se podía salir a esa terraza. La terraza tenía una escalera bien empinada que llevaba a un pequeño segundo piso sobre una parte de la terraza.
En los últimos 15 años al menos cinco obras urbanas tradicionales fueron destruidas o estropeadas.
Por Cristian Castro.
En los últimos 15 años, al menos cinco grandes esculturas y murales que decoraban los espacios públicos de Antofagasta han desaparecido o se han estropeado por efecto del desgaste o la directa acción humana. Por ejemplo, el monumento al minero y el pescador del escultor Avelino Sanhueza que se ubicaba en un bandejón frente al balneario municipal. Esta escultura inaugurada en 1979 desapareció súbitamente de su base en diciembre de 2012.
También está la destrucción del monumento al bombero de avenida Brasil, el cual cedió por efecto de la fatiga de material en octubre de 2016. Hoy, solo se mantiene su pedestal.
A fines de 2019, en el contexto de las movilizaciones se arrancó de cuajo una estatua que representaba a la figura del monseñor Luis Silva Lezaeta, instalada en plena Plaza Colón.
Al igual que la estatua del bombero, solo le sobrevive la base.
Los murales han sufrido suerte similar. Dos obras urbanas del fallecido artista plástico Juan Salva fueron sobrepintadas. La primera fue un trabajo hecho en el frontis de la Feria Modelo que fue tapado con pintura en agosto de 2019, y el segundo fue un relieve apostado en la cara sur del Puerto de Antofagasta, que fue recubierto con pintura azul y gris en 2021.
HISTÓRICOS
Pero hay al menos una decena más de estas creaciones que se perdieron de las postales urbanas en el remoto pasado.
Al respecto el arquitecto y académico de la Universidad Católica del Norte, Claudio Galeno Ibaceta, explica que "una de las que más lamento su pérdida es la escultura monumental de Juan López, que estaba frente al Hotel Antofagasta, obra de Osvaldo Ventura. Era una pieza moderna muy estilizada que representaba a López sobre su bote el Halcón. Otras que eran muy interesantes, era el Monumento de la Colonia Alemana, que estaba en la Plaza Sotomayor, y que fue regalada por esa colonia en el Centenario de la República".
También agrega que "otra pieza muy interesante era la escultura de los Gladiadores regalado por la Colonia Griega, también en el Centenario, y que fue puesta en la Plaza Centenario, el primer módulo del Parque Brasil. Hoy en día solo la base sobrevive y fue reubicada a un costado del parque en la reciente remodelación".
DESTINO
Galeno cuenta que muchas de estas esculturas lisa y llanamente se perdieron para siempre.
"La mayoría terminaron destruidos. El de Juan López del Hotel, cuando hicieron las obras de ampliación de la avenida, lo estaban trasladando de mala manera, y a la grúa que lo cargaba se le cayó y se quebró. El monumento alemán, en vez de ser preservado y restaurado, cuando se hizo la remodelación de la plaza por el año 2001, fue demolido y solo se recuperó una figura que ahora está sobre una columna de cobre en la plaza", explica.
No obstante, el arquitecto no pierde esperanzas "Creo que se podría buscar donde fue a parar el de los Gladiadores de los griegos, que puede que la colonia lo tenga guardado. Asimismo los murales del aeropuerto del pintor Ronald Clunes, deberían ser recuperados. O los tienen los del MOP o los ele la aeronáutica".
La relación entre lo posible y lo imposible ha marcado la historia de las Américas, desde la toponimia hasta la mitología.
Por Sergio Ramírez / 29 MAR 2025 - 01:00 CLST
Mapa de Sudamérica de Lucas de Quirós (1615), en la Galería de las Colecciones Reales de Madrid. Real Biblioteca
En la Galería de las Colecciones Reales hay un mapa que el virrey del Perú encargó en 1615, en tiempos de Felipe III, a Lucas de Quirós, en el que se muestra, acostada, toda la parte sur del continente americano.
La cartografía trataba de fijar un territorio inconmensurable, que seguía siendo demasiado huidizo e incomprensible para que sus misterios no se desbocaran hacia el prodigio y las invenciones; de allí que Felipe II mandara componer en 1569 una serie de mapas y portulanos que, por exactos, fueran de buen servicio a la navegación de la flota española, asediada por los holandeses primero, y los ingleses armados en corso después. Mal podría defenderse la corona con mapas mentirosos.
Para los cartógrafos que se asomaban al abismo de los mares vacíos y los cielos desconocidos, la invención se volvía una tentación constante. En el mapamundi elaborado en 1500 por el piloto Juan de la Cosa, donde el Nuevo Mundo aparece por primera vez, coloreado de verde esmeralda, figura de manera prominente la isla del preste Juan, descendiente de los Reyes Magos, vigente desde el tiempo de las Cruzadas.
Más de un siglo después, en 1770, Juan de la Cruz Cano recibió el encargo de Carlos III de elaborar un mapa de la América del Sur. Gastó años y todos sus recursos en cumplir con la comisión real, y el resultado fue de una perfección como nunca antes se había visto.
Pero la perfección fue su ruina. Era tan exacto que servía de prueba para demostrar que España tomaba como suyos territorios que correspondían a Portugal. Así que, por verdadero, fue prohibido, y las planchas de impresión secuestradas.
Las novelas de caballería dieron pie para nombrar territorios que iban surgiendo de la nada para asentarse en los mapas. California, la isla de la reina Califa de Las sergas de Esplandián. O Patagonia, por el gigante Patagón, de Primaleón, pues Antonio de Pigafetta, quien acompañó a Hernando de Magallanes en su expedición alrededor del mundo, atestigua que vio allí gigantes.
Y el Amazonas, nombrado así por Francisco de Orellana porque en medio de la selva le salió al paso una tropa de mujeres aguerridas que le opusieron resistencia en su avance, igual a las que combatieron a Hércules en las riberas del mar Negro.
Lo que se quería ver pasaba a ser lo realmente visto. Esternocéfalos, que tenía los ojos, la boca y la nariz en el pecho, y hombres de un solo pie, que ya están en los escritos de San Isidoro de Sevilla, que clasificó a los seres fantásticos en portentos, ostentos, monstruos y prodigios.
Una corte de mentirosos, como una corte de los milagros, sacados de los retablos de Cervantes. Y la historia de América sería desde entonces una novela, o se contaría como una novela, donde la verdad tenía poca cabida, o gozaba de descrédito.
Aquellos que desmentían los hechos imaginados solo ganaban aversiones. Juan Pérez de Ortubia, enviado por Ponce de León delante suyo en la búsqueda de la fuente de la eterna juventud, dijo haber llegado a una isla que tenía “hermosas y cristalinas fuentes… pero que no había agua ninguna con la virtud de transformar los entorpecidos miembros de un anciano en los vigorosos de un joven”. Nadie le creyó.
El emperador Moctezuma previene a Cortés del daño de las exageraciones: “Os han dicho que yo era y me hacía dios...”. Y entonces alzó las vestiduras y le mostró el cuerpo, diciéndole: “Veis aquí que soy de carne y hueso como vos y como cada uno, y que soy mortal y palpable”.
La exageración, entre otras formas de la mentira, pasó a encarnarse en la literatura. Con la independencia, el héroe libertador traspasa los límites de la historia real para entrar en el territorio de la ficción, esa frontera difusa entre realidad e invención donde nace la literatura. Es imposible que se pueda atravesar la cordillera de Los Andes a la cabeza de todo un ejército. Pero es lo que ocurre, con Bolívar y con San Martín. Lo imposible es lo real.
En el texto de nuestras constituciones fundadoras tocamos con las manos la utopía nunca resuelta. Respeto a los derechos individuales, libertad de expresión, igualdad ante la justicia. Podemos leer esas constituciones como novelas, fruto de la imaginación.
La distancia contradictoria entre el ideal imaginado y la realidad vivida, entre el mundo de papel de las leyes y el mundo rural donde se engendra la figura del caudillo, entre lo que deber ser y lo que realmente es, entre modernidad derrotada y pasado vivo, es lo que crea el asombro que primero se llama real maravilloso, y luego realismo mágico.
El reinado de lo arcaico sobrevive en sus esplendores caducos y la historia entrega de cuerpo entero a los dictadores a la novela. Y la historia, que empezó a urdirse en los mapas y a asentarse en los pliegos y los memoriales de los cronistas, será, en adelante, escrita por los novelistas.
Miércoles, 12 de Marzo de 2025 a las 07:26hrs. | Periodista Digital: EFE
"La contaminación del aire en Chile es una problemática ambiental y
de salud pública que requiere una respuesta estatal urgente y
estructural", advirtió Greenpeace.
Chile posee seis de las 15 ciudades más contaminadas con material particulado de América Latina y el Caribe y se ubica en el puesto 62 de 138 países con mayor polución producto de esta materia en suspensión, reveló el Informe Mundial sobre la Calidad del Aire 2024, publicado por la empresa suiza IQAir.
Las comunas más contaminadas son Coyhaique, Pitrufquén, Nacimiento, Victoria, Osorno y Padre Las Casas, localidades concentradas en la zona sur del país donde es habitual la quema de combustibles fósiles y leña, además de la deforestación, los megaincendios, los residuos de los vehículos de combustión y el impacto de las industrias extractivas.
En total, IQAir analizó los datos de más de 40.000 estaciones de monitoreo de la calidad del aire en 8.964 ciudades de todas las regiones de mundo, específicamente la información vinculada a la presencia de material particulado 2,5, el más peligroso para la salud por la suspensión imperceptible de elementos sólidos y líquidos en el ambiente que generan diversas patologías respiratorias.
"La contaminación del aire en Chile es una problemática ambiental y de salud pública que requiere una respuesta estatal urgente y estructural. Si bien factores naturales agravan el problema, la mayor parte de la contaminación proviene de fuentes antropogénicas, como el transporte y la quema de leña para calefacción y cocina, que en algunas ciudades del sur representan más del 80% del material particulado fino (PM2.5)", dijo a EFE la vocera de la ONG Greenpeace, Silvana Espinosa.
"La falta de acceso a sistemas de calefacción limpios y eficientes perpetúa esta crisis, exponiendo a la población a niveles peligrosos de contaminación. Frente a esta realidad, el Estado debe actuar con medidas concretas y ambiciosas, promoviendo la transición hacia energías más limpias para la calefacción domiciliaria, regulando con mayor fuerza las emisiones del transporte y la industria, e invirtiendo en monitoreo y gestión de calidad del aire", subrayó Espinosa.
A nivel latinoamericano, Chile también se sitúa como uno de los más expuesto a la contaminación de aire, ubicándose sexto en un ranking de 28 países, detrás de Perú y por sobre Colombia (11) y Argentina (17).
Si bien en el informe de IQAir se consigna una baja en la concentración promedio anual de material particulado en Chile, pasando de 18.8 microgramos por metro cúbico (µg/m³) en 2023 a 16.6 µg/m³ en 2024, aún está lejos del estándar internacional trazado por la Organización Mundial de la Salud (OMS): 5 µg/m³.
"A pesar de las dificultades económicas y estructurales, no se puede seguir postergando la implementación de políticas que protejan la salud de la población y reduzcan la carga ambiental de la contaminación. La urgencia de esta situación demanda voluntad política, coordinación intersectorial y un enfoque basado en justicia ambiental, donde las comunidades más afectadas sean las primeras en beneficiarse de soluciones reales y efectivas", subrayó la vocera de Greenpeace.
La compañía del magnate compara su vuelo de 11 minutos con la hazaña de Valentina Tereshkova, una de las muchas profesionales que se ha ganado su sitio a pulso en la carrera espacial.
“Esta es la primera tripulación compuesta solo por mujeres desde el vuelo espacial en solitario de Valentina Tereshkova en 1963”. Así vende Blue Origin, la compañía espacial de Jeff Bezos, su próximo viaje. Tras lanzar a 100 kilómetros de altura al montañero español Jesús Calleja, el siguiente viaje contará con seis mujeres a bordo: la cantante Katy Perry, la periodista —y prometida de Bezos— Lauren Sánchez, la presentadora de televisión Gayle King, la ingeniera aeroespacial Aisha Bowe, la activista contra la violencia sexual Amanda Nguyen y la productora de cine Kerianne Flynn. Bezos, con una imagen pública en entredicho por sus acercamientos a Trump, se hace una foto feminista. Mientras Amazon da marcha atrás a sus iniciativas de diversidad e inclusión, Bezos finge mirada de género.
Ellas solo harán un viaje de 11 minutos, como Calleja o el propio Bezos, que hizo el primero de este tipo de vuelos con su nave New Shepard. Arriba pasarán unos 200 segundos experimentando la sensación de baja gravedad; y ya, de vuelta a tierra. Blue Origin ya ha repetido diez veces este lanzamiento suborbital sin problemas y, a efectos prácticos, es como una gigantesca atracción de feria. Los tripulantes solo tienen que sentarse dentro de la cápsula y disfrutar: ni palancas, ni controles, ni volantes. Como las 52 personas que ya ha lanzado Bezos del mismo modo, ni hacen nada ni tienen nada que hacer. Cosquilleo, selfis, lágrimas y a casa.
Cuando Tereshkova se subió a bordo de la Vostok 6 en 1963, solo 11 personas habían ido al espacio en apenas dos años de arriesgadísimos vuelos. Ahora ya vamos camino de los 700 viajeros espaciales en seis décadas de lanzamientos. La rusa, que cumplió 88 años el miércoles, dio 48 vueltas a la Tierra durante tres días, más tiempo que todos los vuelos estadounidenses tripulados juntos hasta ese momento. Tereshkova tuvo que intentar rectificar a mano un fallo en la trayectoria de la nave espacial, sufrió dolores por las estrecheces de la cápsula, y vómitos y frío por las condiciones extremas. Katy Perry, Bezos y Calleja solo tienen que disfrutar. Sigue siendo una actividad arriesgada, ojo con banalizarla: mandar humanos al espacio es peligroso, pero subir a la New Shepard no te convierte en astronauta. Poner a esas turistas espaciales en el mismo plano que a Tereshkova es considerarse un chef por echarle ketchup a la hamburguesa.
La comparación de Blue Origin con la astronauta rusa es ridícula, pero roza incluso lo insultante hacia las mujeres que de verdad se dejaron —y dejan hoy— la piel para avanzar en una industria increíblemente machista. Las mujeres ya son astronautas de primera a pesar de las estructuras de poder de las agencias espaciales. Que siempre las ningunearon hasta que tocó utilizarlas para marcarse un tanto feminista, y después volver a ningunearlas en cuanto ponían el pie en suelo firme.
La Unión Soviética de Tereshkova no fue muy distinta. La llamaron “Gagarin con falda” y no volvió a volar después de su heroicidad. Decenas de cosmonautas rusos volaron en las décadas posteriores hasta que llegó la segunda mujer en el espacio, Svetlana Savitskaya, que solo viajó en una Soyuz en 1982 porque Estados Unidos había anunciado que Sally Ride volaría en 1983. A Savitskaya, sus compañeros de vuelo la recibieron en órbita mandándola “a la cocina” de la nave: “Tenemos un delantal preparado para ti, Sveta”. A Ride le preguntaron si necesitaba maquillaje espacial o si lloraba bajo presión.
La URSS tenía su foto y EE UU también tenía la suya. Pura propaganda de supuesta reivindicación de las mujeres que ahora se denomina con un término en inglés: purplewashing. El ejemplo más sangrante es el de Rayyanah Barnawi, científica de 33 años, que en mayo de 2023 se convirtió en la primera mujer astronauta de Arabia Saudí. Uno de los países más misóginos del mundo, dirigido con mano de hierro por Mohamed bin Salmán, entraba en la selecta decena de países con mujeres espaciales. El sátrapa se puso la medalla y posó dándole la mano a Barnawi.
Las mujeres no necesitan que las pongan en el espacio, nunca lo han necesitado: se lo ganaron solas. Lo hicieron las Mercury 13, las pioneras que fueron apartadas en los inicios de la carrera espacial aunque superaban a los hombres en las pruebas. Lo hizo Peggy Whitson al convertirse en la astronauta estadounidense —hombre o mujer— con más tiempo acumulado en el espacio: 675 días en órbita. En ese ránking, la segunda persona es Suni Williams, que actualmente es la comandante de la Estación Espacial Internacional, que superará los 600 días fuera de la Tierra la próxima semana y a la que Trump y Musk se olvidan de dar crédito cuando la califican de “abandonada en el espacio” y hablan de su “rescate”.
Se lo ganaron solas Jessica Meir y Christina Koch, las primeras en realizar juntas un paseo espacial solo de mujeres, a pesar de que la NASA tuvo que cancelar un primer intento por no tener dos trajes disponibles para ellas. También la italiana Samantha Cristoforetti (370 días en órbita) y la rusa Elena Serova al convertirse en las dos primeras mujeres europeas en coincidir en el espacio. Y así un largo etcétera, hasta el centenar de mujeres que han salido de la Tierra currándoselo. Eso son logros reales de las mujeres en el espacio, ganados con su propio esfuerzo y talento, frente a una campaña publicitaria organizada por un billonario desatado.
Mientras Bezos manda señales de simpatía hacia las políticas reaccionarias de Trump, las dudas acechan al programa Artemis de la NASA, que pretende volver a pasear humanos por la Luna. Salvo que Trump tome otra decisión misógina, el plan es que uno de ellos, por primera vez, sea una mujer. Se trata de una decisión claramente política de la anterior Administración, convencida, como muchos, de que la discriminación positiva no va en contra de la meritocracia. Solo repara una exclusión sexista y deliberada que ha durado décadas y, además, los astronautas con mejores marcas de la NASA —como Whitson y Williams— resulta que son mujeres. Si el Gobierno de Pedro Sánchez pusiera toda la carne en el asador para que Sara García, astronauta suplente de la Agencia Espacial Europea, vuele al espacio cuanto antes, también sería una decisión política. Pero el currículum y la preparación de García, científica del CNIO y deportista incansable, están fuera de toda duda. Y como la española, ahora mismo, muchas mujeres estudian y entrenan duro para ganarse un pasaje al espacio. No necesitan un novio billonario para compararse con Valentina Tereshkova.
Desierto Adentro es un pequeño libro de 1970 (Imprenta El Salar), publicado por el arqueólogo autodidacta Bernardo Tolosa Cataldo, quien era el director y creador del Museo Arqueológico de la Universidad del Norte en Antofagasta.
Tolosa junto a una serie de pioneros, como Ingeborg Lindberg y el arquitecto Carlos Contreras (ver blog Eco-Antropología de Horacio Larraín y equipo), impulsaron investigaciones y la difusión del patrimonio regional.
pp.14-15
El libro que brevemente va exponiendo los diversos lugares de la región de Antofagasta, es una suerte de guía del desierto de Atacama, presentando las particularidades de cada lugar, e incluyendo un plano.
Fotografía en p.13.
El libro, en su tercera edición, tiene una portada magnífica, a partir de una foto del Valle de la Luna, hecha por el mismo Tolosa.
pp.2-3.
Ese es un asunto especial de esta "guía" del desierto, que cada breve relato está acompañado en su mayoría, por fotos hechas por el mismo Tolosa, de hecho en varias se puede ver su firma en la esquina inferior. La publicación, en algunos casos, incluye algunos dibujos muy buenos, de los cuales no se indican su autor, pero claramente, por la precisión de las perspectivas, están hechos a partir de fotos.
Ante las actitudes hostiles del Gobierno mexicano, quiero proponer un acto de reciprocidad entre México y España que no pasa por la política sino por la sociedad.
Enrique Krauze / 28 FEB 2025 - 01:00 CLST
México y España no necesitan reconciliarse: los lazos entre sus pueblos son estrechos e indisolubles. Sin embargo, ante las actitudes hostiles (para mí incomprensibles, inadmisibles) del Gobierno mexicano, quiero proponer un acto de reciprocidad histórica que no pasa por la política sino por la sociedad. Una doble iniciativa que, en mi opinión, honraría a ambas naciones.
Hospital de Jesús en Ciudad de México. Fuente: Google Maps.
La primera iniciativa estaría a cargo de empresarios mexicanos. Consistiría en salvar al Hospital de Jesús que en el quinto centenario de su fundación pasa por un momento difícil en el que requiere de una inversión de cerca de 200 millones de pesos para restaurar la infraestructura: salas, quirófano, equipos de anestesia y resonancia, etc. El hospital, hay que recordarlo, es el más antiguo de América y desde su origen atendió sin distinción a indios y españoles.
Hace unos años recorrí sus recintos. Tras la fachada funcionalista, el
visitante se encuentra de pronto con el “Hospital de la Purísima
Concepción y Jesús Nazareno” (su nombre original), fundado por Hernán
Cortés en 1524, a un lado del sitio en que se reunió por primera vez con
Moctezuma. Están ahí los dos patios intactos del siglo XVI con sus
sólidas arcadas. Adornan los muros frisos que combinan la Pasión de
Cristo con guirnaldas, flores y escudos. Al pie de la escalinata se
encuentra el escudo de Cortés y su busto, copia del que Tolsá esculpió
en 1794 para su cenotafio, hoy desaparecido. Un rico artesonado cubre el
techo de sus oficinas, donde se resguardan los retratos del fundador.
En el siglo XIX estuvo bajo el cuidado del historiador conservador Lucas
Alamán, quien en 1823 escondió los restos del conquistador en un lugar
secreto para evitar que sus malquerientes los quemaran.
El espíritu todo del lugar produce la impresión de que los siglos han pasado y, a la vez, permanecen. Al mismo tiempo, hay una continuidad conmovedora y sorprendente en su función. Unos médicos del hospital me recibieron con toda cortesía. Con gran dignidad, me hablaron entonces de su labor: “Somos pocos los doctores, hay en este momento 43 pacientes, hacemos dos cirugías al día y dependemos únicamente de una junta privada”. Esa labor debe seguir. Salvando al hospital, asegurando su modesta continuidad, la iniciativa habrá honrado la mejor faceta de Cortés.
La segunda iniciativa estaría a cargo de empresarios españoles. Se trataría de erigir en alguna ciudad española un monumento a Cuauhtémoc. Es también un momento oportuno, pues el 28 de febrero se cumplirán 500 años de su ejecución por órdenes de Cortés en Itzamkanac.
No hay personaje mexicano que suscite menos diferencias que Cuauhtémoc, es el héroe inapelable. Con justicia, el poeta mexicano Ramón López Velarde lo llamó el “único héroe a la altura del arte”. Los criollos novohispanos lo veneraron tempranamente, como muestra de su naciente patriotismo. Don Carlos de Sigüenza y Góngora, en el siglo XVII, lo comparó con los héroes de la Antigüedad clásica: “cosas pudiera referir de este invictísimo joven, que ya que no se antepusiesen a las que se celebran de los antiguos romanos, por lo menos se ladearán con las más aplaudidas en las naciones todas”. La saga heroica de Cuauhtémoc recorrió los siglos del virreinato. El Congreso de Chilpancingo lo invocó en septiembre de 1813. En la segunda mitad del siglo XIX, el historiador liberal Manuel Orozco y Berra se refirió a él como “el indomable caudillo de la libertad nacional”.
Monumento a Cuauhtémoc, Paseo de la Reforma, Ciudad de México. Fuente: Google Maps
Benito Juárez mandó construir un primer monumento en su honor en 1869, un discreto busto colocado en el antiguo Paseo de la Viga, en las afueras de la Ciudad de México. Hoy está en un prado en el ángulo noroeste del Zócalo en la capital. Tiempo después, en 1887, Porfirio Díaz inauguró el monumento piramidal coronado por su estatua en una glorieta del Paseo de la Reforma, obra de los arquitectos Francisco M. Jiménez y Ramón Agea, adornado con frisos de Mitla, columnas de Tula, cornisas de Uxmal, escudos, trajes de guerra y armas de combate de Tenochtitlan, y una inolvidable escena del tormento de Cuauhtémoc. El monumento sigue en pie. Es un emblema nacional.
Monumento a Cuauhtémoc, Parque do Flamengo, Rio de Janeiro. Fuente: Google Maps.
Tras la Revolución, el Gobierno de México obsequió una copia de esta estatua al pueblo de Brasil. Se colocó en un parque en Río de Janeiro. En la inauguración, en septiembre de 1922, el ministro de Educación José Vasconcelos celebró a “nuestro mayor héroe indígena, [el] héroe que está más cerca del corazón mexicano […], un héroe sublime porque prefirió sucumbir a doblegarse”.
No hay un monumento a Cuauhtémoc en España. Debería haberlo, idealmente en Extremadura o quizá en Andalucía, origen de tantos conquistadores. Pero más allá del sitio, lo importante es el valor simbólico del gesto. Sería un acto de justicia con el héroe y un reconocimiento a la grandeza de la civilización mesoamericana y a las culturas indígenas actuales de México.
Tocaría el corazón mexicano.
Concordia viene de corazón. Concordia, hermosa palabra latina que los pueblos de México y España podrían reafirmar, por encima de las veleidades y el ruido de la política.
El 15 de octubre de 1924, André Breton publicó una colección de 30 poemas en prosa, Poisson soluble, con un prólogo titulado Manifiesto del surrealismo. Ese texto fue el arranque de un movimiento artístico y literario que nació en Francia y acabó extendiéndose por todo un imperio creativo (Bélgica, Estados Unidos, México, España…) en el que el arte se entendió como una fascinante forma de vida marcada por lo extraño, lo irracional y lo incongruente. Los creadores más jóvenes se apuntaron a una corriente cuyas imágenes eran pura poesía y ni siquiera el artista entiende ni puede explicar de dónde vienen. René Magritte, Salvador Dalí, Luis Buñuel, Giorgio de Chirico, Joan Miró o Remedios Varo son algunos de los nombres más conocidos del movimiento, pero hay mucho más por abordar.
Las grandes celebraciones por el centenario del manifiesto comenzaron el pasado año en los Musées Royaux des Beaux-Arts de Bélgica, siguieron en el Centro Pompidou de París y, tras su paso por Madrid, viajarán a la Kunsthalle de Hamburgo y al Museo de Arte de Filadelfia. Cada una de estas sedes ofrece una perspectiva diferente de lo que fue el movimiento. La exposición que el jueves se abre al público en la sede madrileña de Mapfre (hasta el 11 de mayo) lleva por título 1924. Otros surrealismos. Su comisaria, la historiadora y colaboradora de EL PAÍS Estrella de Diego, ha querido trazar un mapa con los lugares por los que se movieron Breton y quienes siguieron sus postulados; un “mapamundi” que arrancaba en París y que se extendió por Europa, algo de África y gran parte de América. Y la gran novedad: el nuevo mapa está más poblado por mujeres que nunca. Gala Dalí, Leonora Carrington, Maruja Mallo, Remedios Varo, Ithell Colquhoun, Dora Maar, Ángeles Santos o Dorothea Tanning son algunas de las 35 artistas representadas, que alcanzan el 50% de la autoría de las obras expuestas. En el Pompidou, el monumental despliegue de 500 obras tenía un 40% de creadoras. Es un gran avance si tenemos en cuenta que en la exposición de 2002 en el mismo museo y sobre el mismo tema solo había tres mujeres.
La obra elegida para iniciar el recorrido por las dos plantas del palacete de Mapfre es Armario surrealista (1941), del artista y poeta francés Marcel Jean, próximo a los españoles Esteban Francés, Remedios Varo y Óscar Domínguez. Esas puertas entreabiertas conducirán al visitante hacia la sección en la que se describe lo que fueron los surrealismos con Breton cerca y con Breton lejos. Y será la obra de Gala Dalí la que dé paso al recorrido. Aquí, señala la comisaria, se apunta que la presencia de Breton no fue igual en todos los lugares en los que, de un modo u otro, se desarrollaría el surrealismo. Añade De Diego que hubo sitios donde su presencia —y, por tanto, su influencia— sería mayor y más directa, y otros en los que se diluyó o se reinterpretó obligada por las circunstancias.
Ante el precioso juego de cartas de tarot (sin fechar) de Gala Dalí, Estrella de Diego recuerda que el misógino Breton, en su manifiesto de 1924, describe a las mujeres como “bellas y sin nombre”, y se limitó a otorgarles el papel de médiums —de lo inconsciente en estado puro, de guías—, un rol en apariencia de privilegio, que ha terminado siendo un mero vehículo de exclusiones. La cineasta Isabel Coixet, en un contundente texto del catálogo, cuenta muy bien la consideración que sufrían las mujeres surrealistas: las llamaron locas. Invariablemente. Algunas estuvieron en instituciones psiquiátricas, una se suicidó, otras fueron diagnosticadas como esquizofrénicas y las que no tuvieron ese dictamen clínico siempre fueron miradas como bichos raros por su entorno. Fueron amantes de artistas que se esforzaron sin éxito en reducirlas al papel de compañeras con un cierto talento; talento que ellos se empeñaron en minimizar siempre que pudieron. Raramente tuvieron hijos; abortos, más de los que pudieron contar. Las artistas surrealistas fueron un colectivo solitario, rebelde, soberbio, desafiante, único; aunque ni siquiera se vieron a sí mismas como colectivo, muchas de ellas fueron amigas y se apoyaron. Su obra literaria se nutre, como su obra plástica, de una imaginación riquísima y de la idea de que no había fronteras ni límites entre las disciplinas artísticas.
Las decalcomanías de Óscar Domínguez dan pie a la comisaria para contar que el surrealismo parecía ir allá donde viajara Breton. Y uno de sus viajes más famosos fue a Tenerife. En 1935, voló junto a su esposa, Jaqueline Lamba, y Benjamin Péret para asistir a la inauguración de la Exposición surrealista, de carácter internacional, que se presentó en el Ateneo de Santa Cruz.
México, el país más surrealista
Tres años más tarde de la excursión canaria, Breton viajó a México, país que consideró como el único “surrealista nato” por su folclorismo, moda entonces cultivada por la élite social con la que se codeaban sus anfitriones, Diego Rivera y Frida Kahlo. Escribió también un texto para el fotógrafo documentalista Manuel Álvarez Bravo, quien está considerado, junto con Kahlo, creador adscrito al grupo surrealista, fruto del dictamen directo de Breton. La pasión de este por lo “exótico” reapareció en Martinica —donde recaló en su huida hacia Estados Unidos desde la Francia ocupada— a través de su interés por Hector Hyppolite, pintor haitiano autodidacta relacionado con el vudú.
Entre cuadros, dibujos o fotografías, hay películas surrealistas mundialmente conocidas, como Un perro andaluz (1929), de Luis Buñuel y Salvador Dalí, una pieza maestra que asombró al mundo y surgió del intercambio de los sueños entre ambos artistas: Dalí había soñado con hormigas que se movían por sus manos y Buñuel con una hoja de navaja que cortaba la luna en dos. Otro corto documental de tres minutos muestra al padre de Dalí comiendo erizos sobre las rocas, un espectáculo que impactó a Buñuel.
Maruja Mallo es la guía del último tramo de la exposición. De ella cuelga media docena de obras, entre ellas El Mago / Pim Pam Pum (1926). El tramo está dedicado al castillo de los surrealistas como recuerdo del paraíso perdido.
¿Qué queda del surrealismo en 2025? Estrella de Diego opina que su vigencia es total. El marco temporal inicial fue la década de 1920/30, pero se extendió hasta los setenta e incluso más allá en algunos casos. El movimiento surgió en tiempos de turbulencias políticas y auge de los nacionalismos. No hay grandes diferencias con los tiempos actuales.