20.9.21

Arquitecto UCN propone preservar diseño original del centenario edificio del ex Colegio Inglés

 


Vía UCN al día.

Ante la noticia de que el FCAB entregará inmueble a bomberos de la Sexta Compañía en Antofagasta, urbanista Claudio Galeno destaca historia de la casona y propone formas de conservación.

La empresa del Ferrocarril Antofagasta (FCAB) anunció que destinará el inmueble del ex Colegio Inglés en la capital regional a la Sexta Compañía de Bomberos de la “Bomba el Ferrocarril”, para lo cual será refaccionado.

El centenario edificio de madera de dos plantas que se encuentra en las intersecciones de avenida Iquique con calle Ignacio Zenteno, se mantenía hace décadas desocupado. No obstante, esta nueva destinación es destacada por el arquitecto y urbanista de la Universidad Católica del Norte (UCN), Claudio Galeno Ibaceta. “Me parece una excelente noticia que se ocupe, porque estos edificios patrimoniales, si se encuentran sin mantención, es probable que se pierdan. Entonces, para ocuparlo, además hay que hacerle un trabajo de restauración y, lo más urgente, evitar que se incendien. Se deben cambiar las instalaciones eléctricas, protegerlo, porque hay circuitos viejos”, explica.

HISTORIA

Este edificio tiene más de 100 años, fungiendo en una primera etapa como hospital, en donde se ofrecían servicios médicos a la plana profesional de la entonces compañía del Ferrocarril Antofagasta.

Al respecto, Galeno agrega que la obra “se proyecta en 1904 y fue diseñado por un ingeniero de la oficina de ingenieros del ferrocarril de apellido Anderson, siendo contratado para eso el constructor Jorge Brown.  Terminado en 1907, fue levantado para ser el hospital de los funcionarios del ferrocarril, y para ese entonces empezó una epidemia de peste bubónica. Al tiempo, se abre el hospital El Salvador y rápidamente a este inmueble se le da otra utilidad, ya que al estar dentro del mismo ferrocarril era un recinto no adecuado por los requerimientos básicos de la salud”.

Años después la edificación sería utilizada para albergar al Colegio Inglés de Antofagasta, lo que ocurrió desde 1918 hasta 1981. Desde hace décadas que el edificio se encontraba sin moradores.

REFACCIÓN

Con la nueva destinación, el académico de la UCN dice que es importante preservar el estilo Ballon Frame del inmueble, es decir, un tipo de construcción de madera consistente en la sustitución de las tradicionales vigas y pilares de madera por una estructura de listones más finos y numerosos. “(La estructura es) de vías bastante desnudas, no tienen mucho ornamento. Es bastante simple, sobria, pero claramente está pensada para el clima de Antofagasta porque tiene el techo casi plano, no tiene un techo elevado. Lo que podría tener como de inglés, son unas bow windows que están en el segundo piso”, explica.

Por lo anterior, Galeno recomienda que “se tiene que instalar un sistema antiincendios; estos sistemas como de tuberías que se activan por el humo (…) Creo que la fachada con su balcón son súper importantes. Creo que ya tiene todo el revestimiento de entablado de madera en la fachada el cual no se podría alterar, porque supongamos que quisieran mejorar el revestimiento exterior, tendría que mantenerse ese lenguaje de entablados horizontales, que tienen como una textura de tablas horizontales”.

Por último agregó que otro detalle importante del edificio son los balcones y principalmente su fachada. “Deberían conservarse también esas rejas de madera que tiene en el exterior. Es interesante que debiera mantenerse, porque está bastante dañado, y la reja es de la época original del edificio. También las bow windows deberían mantenerse sin mayor alteraciones en las fachadas principales. No se pueden instalar cosas muy pesadas al interior, porque la estructura puede ser que esté en buen estado, pero no sé para cuánto fue calculada”.

14.9.21

Continuidad urbana, reconversión y memoria. Por Claudio Galeno-Ibaceta. El Mercurio de Antofagasta, Columna, 14 de septiembre de 2021


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Vía El Mercurio de Antofagasta, 14 de septiembre de 2021.

 

Dr. Arq. Claudio Galeno-Ibaceta

Director del Programa de Magíster Arquitectura en Zonas Áridas, UCN.

 

Desde hace algunos años que el destino de los terrenos de las empresas petroleras al están en el debate público. A propósito de sus mejores destinos, muchas ciudades industriales, han trabajado sobre dos ideas: continuidad urbana, reconversión y memoria industrial.

 

Si bien, esos terrenos con fines industriales, datan de fines de los años 20 (siglo XX), con la primera empresa instalada en el sector, la Shell Mex Chile, vinculada el ferrocarril que salía por el patio norte hacia Mejillones, y que dispuso desvíos hacía estos terrenos (de ahí su extraña forma de polígonos irregulares), esas áreas industriales siguieron expandiéndose hacia el norte y formaron una barrera urbana, por las grandes dimensiones de esos predios.

 

Luego, o en paralelo, se planificó hacia el oriente, o hacia el cerro, la población que fue denominada como Barrio Norte, una gran extensión de manzanas rectangulares. La ciudad siguió expandiéndose bajo ese patrón, una franja industrial por el borde y las viviendas hacia el oriente, de modo que la vida urbana quedó aprisionada entre paños industriales y las montañas.

 

En aquellos años, el borde mar, no era visto como un posible espacio público, como lo reclamamos hoy en día, sino que, para una ciudad industrial, era la forma de comunicarse con las embarcaciones que llevaban y traían las cargas.

 

Pero hoy, tenemos una conciencia distinta, las personas no solo deben trabajar y dormir, sino también descansar, tener el derecho al ocio. Por otro lado, sabemos que las ciudades más amables, son aquellas que permiten caminar y disfrutar de un sistema de espacios públicos, ir de uno a otro en pocos minutos. Eso en esa área no ocurre, y las personas se merecen disfrutar de uno de los mejores regalos que tiene Antofagasta, el mar.

 

Toda esa franja debiera ser reconvertida hacia nuevos usos mixtos, que, por supuesto incluyan espacios públicos, de forma que los ciudadanos puedan transitar hacia el borde costero. Esos grandes paños debieran ser fragmentados, para crear continuidad con nuevas calles y paseos, otorgando la posibilidad de desplazarse a pie en pocos minutos entre la vivienda y lugares públicos.

 

Esos predios enormes son una oportunidad de hacer una ciudad saludable, amable y actual. Algunos de los enormes estanques, que ya son parte de la imagen urbana, podían mantenerse y reciclarse, como se ha hecho con las grúas del puerto, de modo a reconocer nuestra historia urbana inevitablemente conectada con la industria. Hay positivas experiencias de preservación de estos legados industriales, sostenidos en chimeneas, galpones, estanque, grúas, viaductos, u otro tipo de piezas ingenieriles, incluso reconvertidas, como es el caso de estanques y silos.

 

La calidad de vida, la renovación urbana y la memoria, deben ir de la mano. Continuidad, reconversión y memoria pueden ser la punta de lanza de una ejemplar Antofagasta.