25.8.09

EDITORES DE CAMPO Y ESCENAS LOCALES EN LA TRIENAL DE CHILE. POR JUSTO PASTOR MELLADO

Al momento de redactar El eje de la Arcilla y mencionar el trabajo de residencia que Rodolfo Andaur había formulado en el marco de la Trienal de Chile, sobre los chullpas, recordé que una vez conocido el rechazo de la dirección ejecutiva para desarrollar este proyecto, éste se las arregló para llevarlo a cabo, fuera de dicha estructura. Esto da a entender que lo que prevalece es la estrategia curatorial de largo plazo por sobre las arbitrariedades restrictivas ejercidas por administraciones policíacas que obstruyen en el seno de las escena locales las iniciativas que provienen desde la sociedad civil del arte. De este modo, Rodolfo Andaur puso en marcha un proyecto al que invitó a la artista local María José Muñoz, cuya experiencia ha sido recogida en http://www.arteycritica.org/index.php?option=com_content&task=view&id=407&Itemid=34. Recomiendo leer este texto y los comentarios que ha provocado en la comunidad de la crítica emergente.

Lo que me propongo instalar es la idea de que la trienal se expande y se verifica lealmente en aquellos espacios que han sido discriminados. La extrañeza de esta trienal reside en el doble standard desequilibrado que la sostiene; por una parte, el diagrama inicial; por otro lado, lo que resta de dicho diagrama. Entre medio, recupero las obras que fueron exoneradas; esa es la palabra. Cuando un diagrama inicial es reducido en forma sistemática por la administración, me pregunto si se puede seguir hablando de curatoría de origen, con todas las modificaciones y subordinaciones a que el proyecto ha sido sometido, al punto de ser impúdicamente desnaturalizado. La carta de renuncia de Leppe solo reproduce lo que todo Edmundo repite desde hace meses. Nadie ha leído en esa carta, que lo central no es el incidente con el curador invitado sino la percepción de su sideral decepción respecto de la consecuencia conceptual y política de su curador general.

Una trienal no es importante por lo que sostiene en su diagrama inicial, sino sobre todo por los residuos activos de sus deportaciones, que siguen formulándose a título de extensiones que proporcionan a la trienal su sentido como gran dispositivo de desarrollo de escenas locales.

Justamente, este es el sentido que tuvo la clínica de obra sostenida por el artista invitado para intervenir en Antofagasta, Marcos Figueroa. Por si no se habían enterado: para cada ciudad se había concebido un editor de campo y un artista dinamizador. Discúlpenme, pero las denominaciones son precisas. En editor de campo es un investigador local que conoce la filigrana de la escena y que posee capacidades de permeabilidad institucional. El artista dinamizador es la figura de la intervención y está riesgosamente escudada en el carácter de su extranjeridad. Pero debía ser de una extranjeridad cercana y relativamente cómplice, para instalar un tipo de relación con lo local que terminara con el maltrato que desde la metrópoli se establece en los programas pensados para regiones. La trienal debía demostrar que era preciso trabajar desde las regiones para promover su aceleración interna asumiendo los traumas que significa ponen a punto un programa de transferencia informativa.

Lo que hizo Marcos Figueroa fue instalar un rango de exigencia mínima para poder sostener los deseos autorepresentacionales de la escena local. Basta con eso. Una situación similar se planteó en Concepción con la clínica de Patricia Hakim (artista argentina) y la residencia de Juan Carlos Rodríguez (artista venezolano). Lo que hizo Patricia Hakim fue trasladar a una escena que no era la suya, un modelo de trabajo que ya había ensayado en su propio país, en contacto directo con las escenas locales a través de sus proyectos Intercampos y Entrecampos. De modo que en la Trienal de Chile, podemos reconocer que en el gran eje de desarrollo de las escenas locales, ha habido dos experiencias de clínica, con efectos directos en las comunidades de artistas de Concepción y Antofagasta. Si bien, los objetivos en cada ciudad eran diferentes porque las escenas poseen consistencia institucional desigual. Los artistas penquistas poseen otro desarrollo y han tenido la experiencia de las relaciones internacionales regionales a través de una exposición en el Macro de Rosario y de la circulación internacional de Revista PLUS, que es uno de los dos proyectos editoriales que la trienal sostiene en esa escena.

En la misma perspectiva, los artistas de Antofagasta expondrán en Salta, en septiembre próximo, en una muestra de obras de artistas antofagastinos, salteños y tucumanos. ¿QUÉ TAL? En este terreno, las interlocuciones locales de pequeña escala poseen un efecto dinamizador que permite anclar las experiencias limítrofes del arte contemporáneo en las regiones.

Ya tenemos, entonces, dos ejes: el eje de la arcilla y el eje de las clínicas. Tienen propósitos diferentes pero se articulan como momentos diferenciados de una misma voluntad curatorial.

Mencioné las ediciones, en Concepción. Puede ser una iniciativa adscrita como extensión subalterna del bloque de archivos. ¿Se dan cuenta que la trienal es un mapa complejo de intervenciones locales, respecto de las cuáles, las exposiciones santiaguinas no son más que momentos propios de intensidad que corresponde a las necesidades de la propia escena santiaguina? Esta es una distinción fundamental. Las exposiciones de Santiago corresponden a un diseño pensado para plantear tres problemas: 1) exhibir una plataforma de trabajo de archivo; 2) exhibir el traslado de una hipótesis de trabajo museal alternativo que ya había tenido una experiencia de exhibición previa en la Bienal de Valencia; y 3) montar la hipótesis interpretativa de Fernando Castro sobre la escena chilena emergente.

Cuidado. La página web de la trienal no da cuenta de estas complejidades. Las exposiciones de Santiago y Valparaíso no son la imagen de marca de la trienal. Reúnen y definen las propuestas de intervención para el eje Valparaíso-Santiago, entendido como una escena local específica, distinta en consistencia y desarrollo institucional que las escenas propias de cada una de las ciudades involucradas. La Trienal de Chile es esta gran complejidad de iniciativas articuladas, pensando en los dos grandes ejes del diagrama que la sustenta: producción de archivo y desarrollo de escenas locales.

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