19.6.15

El otro patrimonio. Por Jorge Muñoz


© Foto Pamela Canales Navarrete.

El otro patrimonio. Por Jorge Muñoz

En la semana del Patrimonio en Antofagasta se realizaron paseos por las calles de la ciudad, los cuales tuvieron como objetivo conocer edificios, construcciones y ambiciosos proyectos habitacionales que desde el siglo XIX hasta finales de los setenta forman parte de la acelerada historia arquitectónica antofagastina, materia olvidada por la retina de sus habitantes más jóvenes y de los que van y vienen, perdiéndose en la idea de que lo patrimonial sólo son las céntricas casonas antiguas pertenecientes al periodo salitrero, ignorando que colosos levantados en los cerros hace cercanos cincuenta años son una parte poderosa del patrimonio, de la arquitectura de la ciudad y del norte chileno.

En el centro de la población Gran Vía, ubicada al sur de Antofagasta, está la plaza Luis Silva Lezaeta, conocida por la mayoría de la gente del barrio como “Las Vegas”. Ahí estaba Claudio Galeno, un prestigioso académico y arquitecto de la UCN, parado en el medio de un grupo de interesados que acudían a la ruta patrimonial guiada por él, donde examinarían a fondo la historia y los estilos presentes en la Gran vía, pero principalmente las inquietudes que tuvieron los arquitectos que le dieron vida a sus sueños más modernistas y visionarios en la ausencia hostil del desierto costero.

Galeno, habló de los departamentos que rodean la plaza Las Vegas, llamados también “El Curvito”, en alusión al coloso complejo de departamentos el Curvo, emplazados como telón de fondo de toda la población y su plaza. Comentó que pertenecen al periodo de proyección moderna y empuje progresista que tuvo Antofagasta desde la década del 50 y 60, donde se buscaba una nueva arquitectura, que materializara el desarrollo en una ciudad de reconocida modernidad e idealizada con un futuro perfecto.

Además, mientras Claudio apuntando a los departamentos, relató a sus oyentes acerca del patrón que tomaron los arquitectos locales a la hora de construir el nuevo Antofagasta del sur, el que venía de la mano del pensamiento de uno de los teóricos de arquitectura moderna más grande del último siglo, el suizo nacionalizado francés, Le Corbusier. El arquitecto en sus ensayos plantea el concepto de “Machina à habiter” en español “Maquina para habitar”, el cual proponía que la belleza de las construcciones se basara en el racionalismo, es decir en la practicidad y funcionalidad, convencido de que el avance de la industrialización puede ser el vehículo para satisfacer gran parte de las necesidades del hombre moderno.

Para el guía de la ruta patrimonial, los pensamientos de Le Corbusier fueron plasmados en los planos del arquitecto nacional Ricardo Pulgar, responsable del diseño y edificación de la Gran Vía en 1955, El Curvo y la Torre Pérez Zujovic o “Torre Coca-Cola”, todos emblemas de una corriente que venía desde las ciudades más industrializadas de Europa, con formas como el monobloque, departamentos Unité d'Habitation -Unidad de habitación en castellano- y las terrazas habitables, elementos residentes en la filosofía de belleza funcional perteneciente al filósofo y arquitecto suizo-francés y que se pueden observar fácilmente en estructuras como El Caliche y el Hospital Regional de Antofagasta.

El recorrido que realizaba Claudio Galeno avanzaba entre las calles del barrio y las explicaciones acerca de la trascendencia que tuvo Ricardo Pulgar a la hora de darle forma al lado sur de la ciudad. El complejo habitacional de cuatro bloques departamentales ubicado entre las calles Augusto D´halmar y Gabriela Mistral, justo detrás del Curvito, era otro punto donde el guía se detenía para señalar una premisa importante en la época de proyección modernista en Antofagasta, que era mostrar la fortaleza del hombre frente al terreno, por esa razón, el diseño y posterior construcción de estos bloques departamentales de seis pisos se realizaron acoplándose a las pendientes rocosas que caracterizan a la superficie de una cordillera de la costa virgen.

Otro aspecto importante que Galeno no pasaba por alto cuando le hablaba a los participantes de la ruta patrimonial acerca del brutalismo o la Escuela Bauhaus, presentes en los diseños lineales de Pulgar, era el contexto histórico en el cual se elevaron obras como estas u otras tan significativas como el Curvo, donde el eje principal son la importancia de la vivienda social y el fomento de espacios comunitarios y de encuentro que proporcionó el gobierno socialista .Estos espacios hoy son registros mudos de épocas e ideales pasados, permaneciendo grafiteados y mal utilizados por las nuevas generaciones que pernoctan en los deteriorados departamentos.

Para terminar el recorrido por el patrimonio arquitectónico de la Gran Vía, Galeno y los asistentes contemplaron desde su planta baja a la torre Edmundo Pérez Zujovic, coronación de fuerte influencia “Machina à habiter” para el ambicioso proyecto de modernización que Ricardo Pulgar soñó en 1955 para la ciudad. El edificio de 24 pisos ubicado cerca del final de Avenida Argentina, comenzó a construirse en 1972 y se terminó pocos años antes de la llegada de los ochenta. La “Torre Coca-Cola”, que ostentó alguna vez el registro del edificio más alto de Chile y dueño del paisaje más elevado del lado sur de Antofagasta, hoy se pierde junto con sus hermanos como una vieja postal en la sombra abrumadora de los departamentos formato “Almagro”, que crecen como maleza en una ciudad que desde sus inicios no deja de tener como norte la modernización.

PS: La ruta y visita fue co-diseñada y co-organizada con Pablo López (Vhau)

2 comentarios:

  1. "...permaneciendo grafiteados y mal utilizados por las nuevas generaciones que pernoctan en los deteriorados departamentos. Me parece que es una exageración a la realidad del Curvo. Todo lo demás, muy buen aporte.

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    1. Se trata acerca del Curvito, no del Curvo

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