1.9.20

Carlos Massardo, el rayo que no cesa [obituario]. Por Marcela Mercado.

Fotografía vía El Diario.
 

Vía EMA

Conmocionados, como estamos, ante la el encierro, la crisis y la distancia, nos enteramos de la ausencia definitiva de uno que habitó intensamente nuestra ciudad. Carlos Massardo Prado, librero y gestor Cultural fue un activo protagonista de la vida cultural antofagastina. Todo aquello que alimentara el alma ciudadana, que hiciera vibrar los corazones de su territorio lo apasionaba. Junto a un grupo de amigos fundó el periódico cultural digital "InformArte" a través del cual fomentaba y difundía las actividades culturales en todas sus expresiones a lo largo de la región: once años de poesía, canto, artes visuales y cine. 

Hoy, Carlos ha partido hacia una ruta imposible, ha tomado un camino hacia un reino perdido en los inicios de la vida del hombre en la Tierra. Vivió trazando una senda que dejó huellas visibles y ocultas en la difusión y fomento del arte y patrimonio, buscó entre los pliegues de la realidad para alcanzar lo bello de nuestra identidad. Carlos contuvo en él los deseos y las aspiraciones de un pueblo completo. 

El pintor Luis Núñez se duele de la partida del artista :"la partida de nuestro amigo Carlos no solo representa la pérdida de un ser creativo, generoso y en extremo sensible, sino que deja al descubierto la indefensión total en la que se vive cuando se trabaja por la cultura. Por años, Carlos aportó a nuestra ciudad a través de proyectos y con su labor diaria, sin jamás ambicionar nada más que compartir su amor por el patrimonio local. Es hora de que el Estado y los gobiernos locales reconozcan el rol fundamental de los gestores culturales y nunca más dejen a ninguno sin el apoyo que merece".

Por su parte, el poeta Miguel Morales, el Tipógrafo Huraño, quien trabajó junto a él como librero en la Casa de la Cultura durante quince años, recuerda que compartían el sarcasmo y la ironía en la forma de enfrentar la vida. "Él amaba vivir en el centro de la ciudad, por lo que era usual que se encontrara en los cafés. Hablamos de un hombre que amaba la vida, estar cerca de los amigos. Gustaba de la poesía visual y se entretenía con mis breverías. Amaba los libros como objeto de culto, las alturas, los balcones del centro de la ciudad, las largas conversaciones y los sueños más profundos de un territorio común que alcanzara para todos". 

¿Para qué poetas en tiempo de penurias? Nos preguntamos una y otra vez. Pues para invocar la palabra de Miguel Hernández, que alce su voz y hoy nos consuele ante su tumba: "Volverás a mi huerto y a mi higuera:/por los altos andamios de las flores/pajareará tu alma colmenera/de angelicales ceras y labores./Volverás al arrullo de las rejas/de los enamorados labradores".

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