13.11.24

“Inmuebles emblemáticos en el territorio: Antofagasta siglo XX”, Auditorio, Museo Regional de Antofagasta, 18:00 a 20:00 horas, 12 al 14/Noviembre/2024


 Vía Museo Regional de Antofagasta.

Los “Inmuebles emblemáticos en el territorio: Antofagasta siglo XX” es la temática que desarrolla desde hoy la XI Jornada de Historia Regional 2024, en la cual expondrán académicos , investigadores e historiadores respecto de los antiguos edificios, planificación urbana de Antofagasta y usos de la arquitectura.

La jornada comienza hoy, martes 12 a las 18:00 horas,  con el investigador Felipe Troncoso Ossandón, quien expone: "Torres Codelco: Conversión y consolidación del espacio urbano antofagastino (1970 - 1979).

Luego continúa la profesora de historia, Daniela Rojo Ramallo, con el tema: Aproximación al estudio de la ocupación de los espacios al interior del Colegio Instituto Santa María de Antofagasta: a 90 años de su fundación.

El miércoles 13, a las 18:00 horas, la Magíster en conservación y restauración arquitectónica, arquitecta Alexandra Joo Villablanca, presenta: "Lectura del espacio arquitectónico en obra del ingeniero L.J.V. El Kader en Antofagasta. Estudio de casos de inmuebles Monumentos Nacionales".

Para finalizar con la ponencia de la historiadora en Historia Regional, Patrimonio, Teoría de la Historia e Historia de América,  María Teresa Ahumada Manchot, "La arquitectura como estrategia evangelizadora La Capilla Francisco de Asís de Chiu – Chiu”.

El jueves 14, a las 18:00 horas, cierran la jornada el Doctor en Teoría e Historia de la Arquitectura, Claudio Galeno Ibaceta, con la ponencia: "Ciudad y arquitectura moderna en Antofagasta: ¿Vida urbana y patrimonio?, y a continuación el profesor de historia y periodista, José Miguel Aguirre Giménez, presenta: “A un siglo del sueño de un español en Antofagasta: algunos aspectos de la casa Giménez y su fundador”.

Desde 2012 el Museo de Antofagasta y el Centro de Investigaciones Histórico Culturales "Isaac Arce Ramírez" creado bajo el alero del área de investigación histórica patrimonial del Museo Regional, organizan una Jornada de Historia Regional de Antofagasta, donde abordan temáticas y campos del estudio historiográfico, tales como: historia regional, historia escolar y educativa, socio - cultural, historia económico - social e historias locales.

10.11.24

DEISLER – VIGO: Redes gráficas: Guillermo Deisler y Edgardo Antonio Vigo

Vía MAC.

Curaduría: Pamela Navarro y Silvia Dolinko

24 Agosto, 2024 - 17 Noviembre, 2024, MAC Parque Forestal


Como una gran muestra conjunta, el MAC y el  Centro Nacional de Arte Contemporáneo (CNAC) del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio presentan por primera vez las conexiones artísticas y de amistad entre dos de los más importantes referentes de la escena artística latinoamericana contemporánea y el “arte correo”.

DEISLER – VIGO: Redes gráficas reúne obra gráfica y documentos del artista chileno Guillermo Deisler y del argentino Edgardo Antonio Vigo. La curaduría incluye también vinculaciones y colaboraciones que surgen a partir del contacto con otros creadores y creadoras. Xilografías, litografías, linóleos, clisé, collage, libros de artista, entre otros, darán cuenta de la amplia producción de Deisler desde la década del sesenta hasta mediados de los noventas, cuyo corpus principal está compuesto por la donación que Laura Coll realizó en el año 1997 al MAC, y que hasta ahora no se ha mostrado de forma extendida. Además, habrá producción gráfica de artistas vinculados a Deisler y Vigo, como Teresa Montiel, Gregorio Berchenko, Clemente Padín, entre otros.

Esta exhibición se complementa con la muestra DEISLER – VIGO: Comunicación a distancia, inaugurada en CNAC. Ambas exhibiciones cuentan con la colaboración del Centro de Arte Experimental Vigo (CAEV), ubicado en La Plata, Argentina

Máquinas perversas: acerca del mercado de los papers científicos en el mundo universitario

Hace tiempo que quería postear algo sobre el incomensurable y abrumador mundo de los papers científicos en revistas indexadas, y que en los actuales sistemas universitarios es la punta de lanza, pero también una máquina perversa. Lo hago ahora, ya que hace algunos días estuvimos conversando de esto con un querido historiador del norte chileno y premio nacional de historia, Sergio González Miranda, a propósito que ambos estábamos participando de un encuentro sobre patrimonio en Rancagua.

La conversación giró en torno a la mecánica que se viene desarrollando desde hace años en torno a los papers en revistas con indexaciones como WoS o Scopus, que se han convertido en la medida de todo, dimensionando desde la productividad de un profesor/investigador, hasta los rankings universitarios y accesos a presupuestos anuales.

Lo curioso es que han aparecido revistas donde pagas para que te publiquen, para que luego cobres los incentivos que ofrecen las universidades. Por otro lado, han aparecido los papers con extensas listas de autores, donde muchos empiezan a figurar sin haber contribuido para el documento, pero de nuevo, reciben los bonos de incentivos, aunque figuren como tercer, cuarto o quinto autor.

Esto por supuesto ha significado la subvaloración de otros tipos de productos como el ensayo y el libro. Hoy en día escribir un libro no recibe, y ni se acerca a los puntajes que se les asignan a un paper en WoS, y para que hablar de los ensayos, un género creativo que se ha visto denigrado por el carácter científico al cual se empujado todas las áreas, incluidas las artes y humanidades.

Frente a este complejo panorama, desde hace un tiempo vengo siguiendo, en el diario El País, algunos reportajes del periodista Manuel Ansede que exponen algunos acontecimientos que revelan esta máquina perversa y la crisis de la ética científica que finalmente promueve este mecanismo, porque como dicen: "hecha la regla, hecha la trampa". 

Pongo en orden cronológico los resúmenes y los links a los reportajes completos.

31 de marzo de 2023.

Suspendido de empleo y sueldo por 13 años uno de los científicos más citados del mundo, el español Rafael Luque.

El prolífico químico, que publica un estudio cada 37 horas, ha sido sancionado por la Universidad de Córdoba por firmar sus trabajos como investigador de otras instituciones en Rusia y Arabia Saudí.

18 de abril de 2023.

Arabia Saudí paga a científicos españoles para hacer trampas en el ‘ranking’ de las mejores universidades del mundo.

Más de una decena de investigadores en España declaran falsamente que su trabajo principal es en instituciones árabes para auparlas artificialmente en las clasificaciones académicas.

20 de abril de 2023.

Un catedrático capta con su empresa tapadera a científicos españoles para que mientan y digan que trabajan en una universidad saudí.

Una compañía del matemático Juan Luis García Guirao intermedia y cobra para que los investigadores declaren que trabajan en la Rey Abdulaziz y así auparla artificialmente en el ‘ranking’ de las mejores universidades del mundo.

4 de mayo de 2023.

Un científico saudí que rechazó ser coautor fantasma en estudios españoles: “Debemos detener esta bufonada académica”.

Sakhr Alhuthali, de la Universidad Rey Abdulaziz y el Imperial College de Londres, revela desde dentro cómo funciona la trama para pagar “en privado” a investigadores extranjeros y que hagan trampas en el ‘ranking’ de universidades.

3 de junio de 2023.

Un científico que publica un estudio cada dos días muestra el lado más oscuro de la ciencia.

El investigador más prolífico de España, el experto en carne José Manuel Lorenzo, firmó 176 trabajos el año pasado, exponiendo un submundo de turbias prácticas científicas.

“Me cansé de tanto ‘gif”: cómo la comunicación digital puede afectar a las parejas con diferencia de edad

 Vía El País.

Las parejas intergeneracionales son cada vez más habituales y aceptadas, pero los códigos y lenguajes utilizados a través de medios como WhatsApp pueden suponer un desafío a la hora de entenderse.

Por Marita Alonso
Barcelona - 10 NOV 2024 - 01:30 CLST

“Me cansé de tanto gif y di por perdida la comunicación”, asegura Eugenio R., un diseñador gráfico de 42 años que conoció a un hombre de 31 años por Instagram. Aunque las citas iban bien, los problemas se originaron cuando entraba en juego la comunicación digital. “Cuando empezamos a hablar por WhatsApp, sólo mandaba gifs que tenía que descifrar. Al principio me pareció gracioso, pero tras un tiempo perdí la conexión y el interés”, asegura.

No son solo los emojis, los gifs y los stickers los que desvelan la edad de quien los envía, sino también las fórmulas de comunicación empleadas, pues cada generación se enfrenta de una forma diferente a los canales comunicativos. Así lo desvela el estudio Generation mute, millenials phone call statistics (La generación muda: estadísticas de las llamadas telefónicas de los millenials), que revela que el 75% de los encuestados nacidos entre 1981 y 1996 sienten que recibir una llamada supone una intromisión en la vida cotidiana que consume un tiempo excesivo. Por eso se les conoce como la generación muda. Mientras, los boomers valoran las llamadas telefónicas y el 61% de los miembros de la Generación Z, como señala una encuesta de Uswitch, prefiere los mensajes escritos por WhatsApp a las llamadas.

Estas diferencias no serían especialmente llamativas si no fuera porque las relaciones intergeneracionales, tal y como señala la aplicación de citas Bumble, son cada vez más habituales. Para el 63% de los usuarios la edad no es un factor determinante a la hora de salir con alguien. El 35 % de las mujeres aseguran haberse vuelto menos críticas en el último año con las relaciones en las que hay diferencias de edad y casi más de la mitad de los hombres encuestados estarían abiertos a salir con alguien hasta siete años mayor que ellos. Todo en orden... hasta que llega el momento de comunicarse.

No me llames

Los millennials prefieren el uso de aplicaciones asíncronas (o sea, que no necesitan una interactuación inmediata, como lo hace una conversación telefónica), porque les resulta una forma de comunicación más cómoda y menos intrusiva. “Aunque no es una generación que haya nacido con la tablet debajo del brazo, está orientada a la productividad y por ello ha tenido que aprender a gestionar bien el tiempo, por lo que la comunicación asíncrona le ayuda a gestionar qué mensajes responde y cuándo”, explica a ICON Entic Soler, psicólogo relacional y profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). “De esta forma puede redactarlos con más tiempo y repasarlos, algo que ocurre también con los audios. Esto fomenta una falta de seguridad en las habilidades comunicativas. Ante una comunicación tradicional, como la telefónica, lo dicho está dicho por primera vez y se da por bueno desde el primer momento”.

Soler considera que los problemas comunicativos que puedan surgir entre diferentes generaciones se solucionan, precisamente, con más comunicación. “Al haber una relación diferente con los sistemas de comunicación digitales hay que llegar a un acuerdo. Hay una premisa de la comunicación que dice que es imposible no comunicar, pues incluso cualquier silencio comunica. Pero el receptor del silencio puede interpretarlo de forma sesgada. Según cómo usemos determinados sistemas para comunicarnos, podemos entrar en sesgos, incluso pasa con quienes escriben parrafadas teniendo una pareja que responde con un mero gif. Hay que poner estas diferencias sobre la mesa y pactar las fórmulas idóneas para comunicarse, al igual que hay que pactar los canales de comunicación a emplear”, advierte.

Miguel Ángel del Corral Domínguez, experto en lingüística y comunicación, considera que puede tener un gran peso el contenido de las propias conversaciones porque, en caso de grandes diferencias generacionales, tal vez no compartan las mismas referencias experienciales, vitales o culturales. “Las diferencias lingüísticas no son excesivamente profundas a no ser que nos vayamos a edades muy dispares en la relación. Hoy la gente de treinta y tantos años, al menos en el ámbito familiar y por tanto sentimental, emplea muchos coloquialismos y términos propios de la juventud, salvo en caso de jerga típicamente adolescente”, asegura. De hecho, la popularización de las redes sociales no ha creado una especie de lenguaje secreto entre los jóvenes, sino que lo ha popularizado: cuando un vídeo o una frase adolescente se vuelve viral, llega a usuarios que les pueden doblar o triplicar la edad.

El juego del calamar sin subtítulos

La serie Solo asesinatos en el edificio refleja con humor las inmensas diferencias que existen a la hora de comunicarse entre las distintas generaciones. “Es como si estuviera viendo El juego del calamar sin subtítulos”, dice el personaje al que da vida Steven Martin cuando escucha hablar a los personajes de Selena Gómez y Zoe Colletti. “Es realmente interesante observar cómo diferentes personas, de diferentes edades y épocas, utilizan el lenguaje en Internet. Existe la percepción errónea de que si las personas usan el lenguaje de manera diferente, alguna de ellas debe tener razón, pero eso no es cierto. No existe una forma correcta de utilizar el lenguaje cuando hablamos mediante los medios y canales digitales. Podemos usar el lenguaje de manera diferente y, de hecho, puede ayudarnos a entendernos mejor unos a otros”, explica a Vox Gretchen McCulloch, autora de Because Internet: Understanding the New Rules of Language (Riverhead Books, 2020). “Cada uno puede expresarse como quiera, pero es necesario establecer unas bases para evitar dificultades de comunicación y malas interpretaciones”, dice.

“Mi novio me llama todos los días, pero no sé qué contarle. ¿Le digo que he ido a la oficina, que he tenido un par de reuniones horribles y que voy a ir al supermercado? No entiendo esa manía de hablar por hablar. Las pocas veces que soy yo la que llama, es por algo relativamente importante o al menos, entretenido, y le pregunto antes por WhatsApp si le va bien la llamada, porque odio responder al teléfono cuando estoy tomando algo con mis amigas, si estoy en medio de una cena o en el sofá viendo Netflix y tengo que parar una serie para escuchar alguna historia de su día que no va a cambiar el mío. Eso sí: pocas cosas se me ocurren peores que una videollamada sin aviso previo”, confiesa Clara R., brand manager de 37 años cuya pareja tiene 49.

“Todos los inconvenientes que les supone una llamada se ven agravados en las videollamadas, que les obligan a mostrarse en vivo, sin filtros, viéndose a sí mismos con todos sus eventuales defectos amplificados y a la vista de los demás participantes”, explica Ferran Lalueza Bosch, profesor de Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación. “La ansiedad es matemática: cuanto más alta sea la percepción de amenaza de pérdida de tiempo y menor la percepción de nuestros propios recursos para hacerle frente, más elevada será la ansiedad anticipatoria de la situación”, dice el psicólogo.

“En lo que respecta al uso de emoticonos o stickers, ocurre como con el contenido: depende del grado de confianza o familiaridad con nuestro interlocutor”, explica Miguel Ángel del Corral Domínguez. “En el caso de una pareja, se presume elevado. Ahora bien, hay que tener cuidado por la falta de conocimiento del código por parte del interlocutor, algo frecuente en la gente de mayor edad. Aunque esto no es algo que se circunscribe solo a ese código visual: pensemos en la ironía o el sarcasmo”. “Existe una evidente brecha generacional e intentas actualizarte para no quedar desfasado o para que no se vea que no entiendes lo que está pasando”, resume Eugenio R. “Al final se convierte en un juego que puede resultar un poco confuso, ya que el sticker lo puedes interpretar de una manera y la persona que te lo manda, de otra”. Confiesa que dejó de ver al joven de 31 años al que había conocido a través de las redes sociales, pero este de vez en cuando le manda... más gifs. ¿Qué querrá decir? Esa pregunta tiene, como el propio lenguaje, demasiadas respuestas.

La denigración sin fin de los nativos de Tierra del Fuego: expuestos en zoológicos y museos de Europa

 Vía El País

En ‘Huesos sin descanso’, el investigador chileno Cristóbal Marín recoge la explotación y colonización que sufrieron dentro y fuera de su territorio las etnias fueguinas.

Por Caio Ruvenal
10 NOV 2024 - 01:30 CLST

Tierra del Fuego tiene bien ganado su apodo de fin del mundo. El archipiélago, ubicado en el extremo sur de América, es temido por los navegantes por los vientos de 100 kilómetros por hora que endurecen los picos escarpados de nieve. En este último punto continental antes de la Antártida, habitan desde hace 10.000 años las etnias selk’nam, yagán, kawésqar y haush. Son pueblos nómadas cuya historia se ha visto maldecida por colonizadores; primero por los españoles, pero principalmente por naturalistas franceses e ingleses, que llevaron contra su voluntad a muchos autóctonos para ser exhibidos como salvajes en el viejo continente del siglo XIX. Gran parte de su perverso destino, en parte impune hasta hoy, es recogido en el ensayo Huesos sin descanso, publicado en octubre en España por Debate.

“Parece otro planeta. Es un lugar muy extremo y prístino en cuanto a geografía.”, dice el autor del libro, el investigador chileno Cristóbal Marín, al explicar cómo Tierra del Fuego conectó históricamente, a través de su gente, a América y Occidente. El también prorrector de la Universidad Diego Portales (UDP) ha estado varias veces en ese territorio que vio a naufragar a barcos provenientes de varias latitudes. Sin embargo, conoció el relato de sus habitantes en Londres, cuando realizaba su doctorado en Estudios Culturales, y descubrió la traducción que realizó Andrés Bello de las crónicas de viaje de Robert FitzRoy, oficial de la marina británica. En ella, se relata cómo el comandante inglés se llevó en 1830 a cuatro nativos de la región austral (una niña de nueve años y tres hombres de 14, 20 y 26) a Europa y el cadáver de un quinto conservado en vinagre.

El objetivo de FitzRoy era demostrar que hasta los seres “más primitivos”, como los calificó Charles Darwin, podían ser “civilizados”, según los cánones de occidente. Al no tener inmunidad para las patologías europeas, las enfermedades fueron lo primero que los atacó. El hombre kawésqar de 20 años contrajo viruela y murió un mes después de su llegada a Londres. Mientras que el cuerpo que llegó en las bodegas del barco fue vendido para sus estudios al Real Colegio de Cirujanos. Al resto, se les impuso el cristianismo, el inglés y los comportamientos de la época. Su captor invitaba a sus amigos burgueses a tomar el té mientras veían los avances de la transformación a la que los sometió.

Reducidos a animales

“Me descolocaron las fotografías de los fueguinos vestidos con ropa victoriana visitando en 1831 al rey Guillermo IV y la reina Adelaida. Se convirtieron en un acontecimiento de la vida social londinense”, relata Marín, quien estuvo recientemente en Madrid presentando el libro. El también filósofo y científico social reveló que, al menos 100 nativos o sus restos, fueron llevados de Tierra del Fuego a Europa. Después de FitzRoy, y con su mismo objetivo, lo hizo el obispo Waite Hockin Stirling en 1865. Mientras que el alemán Carl Hagenbeck, famoso por crear los espectáculos antropozoológicos, ordenó un desplazamiento violento con el rapto de 11 kawésqar (cuatro hombres, cuatro mujeres y tres niños), que fueron exhibidos en zoológicos a lo largo de 1881 en Francia, Alemania y Suiza.

La primera parada fue en el Jardín de Aclimatación de París, donde fueron visitados por cerca de 500.000 personas. Entre ellos, naturalistas y antropólogos famosos que hacían sesiones especiales en las que analizaban y medían hasta los órganos genitales de las mujeres. Fueron trasladados después a Berlín en el vagón de un tren de carga para ser expuestos por cinco semanas en el Jardín Zoológico. Luego fueron llevados a Leipzig, Múnich, Stuttgart y Núremberg. Cuando se dirigían a Zúrich, no pudieron continuar por la tuberculosis, sarampión y sífilis — los guardias y operarios de los lugares donde eran expuestos abusaban sexualmente de las mujeres —, y fallecieron. Sus restos fueron apropiados por el Departamento de Anatomía de la Universidad de Zúrich.

“Las conclusiones de los informes científicos sobre los fueguinos eran similares a las opiniones de Darwin y FitzRoy: representaban una raza inferior con una limitada inteligencia y capacidad de progreso”, relata Marín, quien reconstruyó la historia a partir de documentos del Museo Británico, la Biblioteca Británica y el Hunterian Museum, entre otros. Un secuestro más vil fue el de once selk’nam en 1888, transportados “con pesadas cadenas, cual tigres de Bengala” por el ballenero belga Maurice Maitre a la Exposición Universal de París, la misma donde se exponían obras de Monet o Van Gogh. Les arrojaban carne cruda de caballo y, de forma intencional, los mantenían en suciedad, con ropas viejas y en un estado total de abandono para que tuvieran la apariencia de salvajes.

La exhibición degradante de originarios americanos no se reduce a los de Tierra de Fuego; en 1879 fueron exhibidos una pareja de aonikenk (Patagonia) con su hijo en Hamburgo y Dresde. Pero tal vez el caso más popular fue el de la mexicana Julia Pastrana, quien sufría de hipertricosis (exceso de vello en la cara) y fue mostrada como una abominación a lo largo de la década de 1850 en Estados Unidos. Luego de su muerte en 1860, su cuerpo momificado fue mostrado por diversas ciudades europeas por más de 100 años, hasta que en 2013 fue repatriada y enterrada en la ciudad de Sinaloa, en México. “La tumba fue construida con excepcionales medidas de seguridad para que, por fin, sus restos descansen en paz”, se lee en Huesos sin descanso.

Huesos sin descanso

Al igual que con Pastrana, la denigración de los fueguinos no acabó con su muerte. Marín calcula que más de un centenar de ellos todavía permanecen en suelo europeo sin su consentimiento. Identificó 28 en el Museo de Historia Natural en Kesington, 12 en el Musée de’l Homme de París y otros 18 en el Museo de Historia Natural de Viena. “Lo más básico para el honor humano es recibir un rito funerario. Si van a ser expuestas tiene que ser bajo un contexto, con cartelas que lo expliquen y los sitúen”, defiende el ensayista. En 2010 y 2016, fueron repatriados los restos de algunos, pero la mayoría de ellos continúan lejos de su tierra.

El aciago siglo XIX para los nativos de Tierra del Fuego concluyó con su explotación e intento de extermino en su propia tierra. De manera voluntaria por estancieros, principalmente ingleses, e involuntaria por parte de las misiones salesianas. En el caso de los primeros, los hacendados llegaron a ofrecer una libra esterlina en 1895 por la oreja de un selk’nam muerto porque interrumpían su negocio lanero. Los indígenas se alimentaban de los guanacos que habían sido desplazados por las ovejas que los selk’nam intentaron expulsar, los latifundistas se vieron perjudicados y ofrecieron recompensa a cazadores armados con fusiles Winchester. El más letal de ellos fue el escocés Alexander McLennan, quien dijo haber matado a 450 en un año.

Los salesianos, por su parte, instalaron una misión en 1889 en la isla Dawson. Además de ser colonizados espiritualmente, mantenidos a la fuerza bajo una estricta disciplina y alterado su alimentación, los infectaron con enfermedades que traían desde el viejo continente, en especial tuberculosis y sarampión. “La isla Dawson se transformó en una suerte de prisión para los selk’nam, un pueblo que había sido nómade durante miles de años. El cementerio de la misión con más de 1.000 tumbas de indígenas es un mudo testimonio de esta catástrofe. En los distritos periféricos, simplemente dejaban a los muertos en los matorrales más cercanos. Con certeza muchos de los enfermos vieron que los zorros salían de los bosques y devoraban a los cadáveres, pero nadie podía defenderse ni espantarlos”, recoge en su texto Marín.

Responsabilidad del Gobierno

¿Qué tanto tuvo que ver el Gobierno chileno? “Fue cómplice en cuanto guardó silencio”, responde el investigador. Para empezar, todas las matanzas y denigraciones se realizaron cuando Chile ya había conseguido su independencia y autonomía en 1818. Después, fue el Gobierno del presidente José Manuel Balmaceda el que le entregó una concesión gratuita a los católicos. Además, ya en el siglo XX, desde las altas esferas se perpetuó esta inferiorización de los fueguinos con el caso en 1940 de Lautaro Edén Wellington (Terwa Koyo era su nombre original). Se traba de un niño que con 10 años fue llevado por la fuerza aérea chilena desde Puerto Edén hasta Santiago , con el propósito de que se educara en la Escuela de Especialidades y, una vez formado, regresará a su comunidad para “civilizar” a lo que quedaba de su etnia.

También es cierto que la diplomacia chilena consiguió repatriar en 1890 a los selk’nam capturados por el belga Maitre. Del mismo modo, a principios de octubre de este año, gestionó la entrega del cráneo de un hombre selk’nam por parte del Museos Lübeck a una delegación de Tierra del Fuego que pidió que se enterrará en un cementerio de Berlín. Los “onas”, como los llamaron los antropólogos del siglo XIX, se creían extintos pero el Estado los volvió a reconocer en el 2023. Según el censo de 2017, existen 1.144 personas que se autorreconocen como selk’nam’; en 1880 eran 3.500, de acuerdo al libro. En cuanto a los yaganés son 1.600, mientras que hace dos siglos eran 2.500. El libro no ofrece datos de los kawésqar, pero se estima que ahora son 250 que solo hablan español. “Es una herida abierta. Una restitución lenta de derechos”, reconoce Marín. Un largo camino para que finalmente sus huesos descansen.