Vía El País.
La comunidad científica alerta sobre una planta de generación de energía de 3.000 hectáreas que pone en peligro la oscuridad de los cielos sobre los telescopios del cerro Paranal, en pleno desierto de Atacama
Vista aérea de los telescopios sobre el Cerro Paranal, en el desierto de Atacama.
Por Constanza Cabrera
18 ENE 2025 - 01:20 CLST
Los ojos de la astrónoma María Teresa Ruiz se apagan día tras día por culpa de una enfermedad progresiva que afecta a su vista. Aunque ya no puede investigar a sus 78 años, no concibe la inesperada amenaza que ahora enfrenta el Observatorio Paranal, en pleno desierto de Atacama, que visitó tantas veces a lo largo de su carrera profesional. Ruiz fue la primera en alertar en una carta al periódico El Mercurio titulada Patrimonio natural en peligro en la que acusa a la compañía AES Andes ―subsidiaria de la empresa eléctrica estadounidense AES Corporation― de planificar un complejo industrial de más de 3.000 hectáreas a 5 y 11 kilómetros de los telescopios del observatorio. Se trata de una planta de generación de energía eléctrica que funcionaría a partir de fuentes eólicas y fotovoltaicas para producir amoniaco e hidrógeno verde. Los cielos oscuros del desierto quedarían arruinados durante la construcción del complejo y la posterior actividad industrial, que arrancaría en 2032.
La tierra roja, el clima seco y la ausencia de lluvias convierten esta zona de la región de Antofagasta en un laboratorio natural para la observación astronómica al poseer uno de los cielos más oscuros y prístinos del mundo. Las actividades industriales que se levantarían durante la fase de construcción y posterior operación producirían serias consecuencias que afectarían el quehacer científico en un área equivalente al tamaño de una pequeña ciudad. “Destruir ese tesoro [el observatorio] es una verdadera barbaridad, no solo para Chile, sino para toda la humanidad”, sostiene Ruiz, primera mujer del país en recibir el Premio Nacional de Ciencias Exactas (1997).
Desde que el Estado chileno y el Observatorio Espacial Europeo (ESO) suscribieron un acuerdo de colaboración que data de 1963, la inversión en ciencia ha sido exponencial. La inauguración en 1999, el observatorio Paranal ha sido protagonista de innumerables descubrimientos en el campo de la astronomía, como la primera imagen de un exoplaneta y la ratificación de la expansión acelerada del Universo. En ese lugar se alza el observatorio óptico más sofisticado hasta la fecha, el Telescopio Muy Grande (VLT) que ha operado por más de 25 años. Y dentro de esta década, el titánico Telescopio Extremadamente Grande o ELT por sus siglas en inglés y el CTA-Sur se sumarán a solo 20 kilómetros de distancia desde el cerro Armazones, convirtiendo al observatorio de ESO en un polo astronómico sin precedentes, auspiciado por 16 países europeos. Ahora, el organismo ha denunciado públicamente la amenaza que supone el proyecto de AES.
Los primeros acercamientos de AES Andes con ESO se remontan a 2019 por otro proyecto pequeño llamado Parque Terra Energía Renovable, que se aprobó en 2023 y se emplaza muy cerca de donde está planeado el denominado proyecto INNA, que contempla una inversión estimada de 10.000 millones de dólares. No volvieron a saber nada de la empresa hasta agosto de 2024. “Nos enteramos del nuevo proyecto cuando hicieron una presentación pública en Taltal. Nadie nos había contado nada y nosotros tuvimos que acercarnos a ellos”, asegura Itziar de Gregorio, representante de ESO en Chile.
“El hecho de que el megaproyecto industrial de AES Andes esté tan próximo a Paranal representa un riesgo crítico para los cielos nocturnos más prístinos del planeta”, denuncia en una nota el director general de ESO, Xavier Barcons. “Las emisiones de polvo durante la construcción, el aumento de la turbulencia atmosférica y, especialmente, la contaminación lumínica, tendrán un impacto irreparable en las capacidades de observación astronómica, que hasta ahora han atraído inversiones multimillonarias por parte de los gobiernos de los Estados miembros de ESO”.
El cielo superaría el umbral de brillo
La empresa les proporcionó información del impacto potencial de la contaminación lumínica y los científicos desarrollaron modelos de predicción a través del programa Illumina. Los resultados confirman que INNA “presenta un riesgo sustancial de aumentar en un factor de al menos 3 el brillo del cielo, particularmente si el proyecto se expande a una escala de varios gigavatios”. Esto significa que dentro de la clasificación de la escala que mide desde el nivel 1 (cielo oscuro) al 9 (cielo urbano), Paranal bajaría su calidad astronómica de “cielo oscuro excelente” a “cielo rural”, en el mejor de los casos. ESO denuncia que tampoco se han considerado otras fuentes de contaminación lumínica, como las luces al interior de los edificios, paredes y estructuras metálicas.
La razón por la cual Chile alberga los observatorios de ESO ―como La Silla, Paranal y Chajnantor―, es por la suma de una serie de condiciones geográficas y climáticas que posee el desierto más árido del mundo. En Paranal y Armazones existe un patrimonio único y el brillo del proyecto aumentaría el “umbral de excelencia del 1%”, lo que tendría un efecto potencial en las observaciones astronómicas en el sitio más oscuro entre 28 observatorios astronómicos que existen en la actualidad, de acuerdo a un estudio de la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society de 2023.
Al autor principal del análisis, Fabio Folchi también le preocupa lo que está sucediendo desde que leyó la nota de ESO. “La única manera es no seguir adelante con el proyecto. No existe la contaminación lumínica amigable”, dice tajante. INNA, además, considera la edificación de un puerto industrial en el borde costero para enviar los productos finales que se generen al extranjero, lo que también contribuiría a aumentar el brillo del cielo hasta un 20%, según un análisis realizado por Fastcheck.cl.
La norma lumínica que rige al país es bastante laxa. Pedro Sanhueza, exjefe de la Oficina de Protección de la Calidad del Cielo del Norte de Chile por 20 años, lo sabe bien pues colaboró en su elaboración. “En la fase de construcción de todos estos proyectos industriales suele haber mucha luz, más de la que hay en la fase de operación. Como es algo provisorio que va a durar unos meses o años, las empresas tienden a no tramitar ningún permiso y esto pasa por desconocimiento”, explica.
Lo esencial, a juicio de Sanhueza, es que debe ejecutarse una evaluación ambiental estratégica porque la norma establece condiciones al equipamiento de alumbrado, pero no pone trabas a la cantidad de equipos de iluminación que se instalen. “Podrías con un solo certificado instalar miles de luminarias cerca de Paranal y estarías cumpliendo la legislación”, agrega.
El gobierno ha convocado una mesa interministerial de diálogo con representantes del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, Energía, Economía y el de Relaciones Exteriores para poder llegar a una posición intermedia y encontrar soluciones. El subsecretario de Ciencia, Cristián Cuevas, explica a EL PAÍS que es el Sistema de Evaluación Ambiental de Chile el que tiene que examinar este tipo de proyectos. “Es posible armonizar el desarrollo de una agenda de diversificación de la matriz energética, al mismo tiempo que resguardar las zonas de interés científico, en particular la astronomía, con cielos que nos permiten concentrar el 60% de la observación astronómica mundial”, sostiene Cuevas.
Por otro lado, un portavoz del Ministerio de Energía de Chile le indicó a este periódico que no está haciendo declaraciones al respecto, sin embargo, reiteraron que la cartera es respetuosa con el proceso institucional. En una respuesta similar, la Dirección Regional Servicio de Evaluación de Antofagasta, a través de la Oficina de Partes, también señaló que no se puede pronunciar “sobre proyectos que se encuentran en evaluación ambiental”.
AES Andes confirmó a EL PAÍS que no está concediendo entrevistas, pero la compañía está dispuesta a “colaborar con todas las partes interesadas en el proceso de tramitación ambiental”.
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