20.9.14

Bolivia recorta desde el cielo sus diferencias sociales



Vía El País.

Michele Bertelli | Javier Sauras La Paz 18 SEP 2014 - 19:03 CEST

El oxígeno es un bien preciado en La Paz, la capital oficiosa de Bolivia. En su zona sur, a 3.200 metros sobre el nivel del mar, los más ricos habitan chalets y apartamentos de lujo junto a los mejores restaurantes, las tiendas más caras y los clubes de moda. En el centro de la ciudad, alrededor de los 3.600 metros de altitud, se mezclan la bohemia y los barrios populares, los mercados ancestrales, la gran universidad y las oficinas ministeriales. En su pico, a 4.000 metros, comienzan el altiplano y la vecina ciudad de El Alto, un paisaje de ladrillo desnudo, hogar de inmigrantes rurales, antiguos campesinos y mineros ahora reconvertidos en comerciantes. En La Paz se suele dar la paradoja de que cuanto más alto estás, menos tienes. Y esto tiene mucho que ver con la hipoxia, la carencia de oxígeno que provoca la altitud en el organismo, y con el clima: seco, frío y ventoso en el altiplano, y mucho más templado 800 metros por debajo.
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Acceder desde la zona sur de La Paz hasta El Alto, o viceversa, era una odisea hasta hace tres meses para los miles de trabajadores que todos los días cambiaban una ciudad por otra. La escarpadísima orografía, la deficiente planificación urbanística y la ausencia de un transporte público convencional provocan a diario incontrolables congestiones de tráfico. Para salvarlas, y también para asegurarse un buen número de votos en las próximas elecciones del 12 de octubre, el presidente Evo Morales destinó 178 millones de euros del presupuesto nacional para construir tres líneas de teleférico que conectarán 10 estaciones entre las dos ciudades. Hoy apenas se tardan 10 minutos en llegar desde el centro de La Paz hasta la avenida 16 de Julio de El Alto, escaparate del mayor mercado informal de toda Latinoamérica. Hasta ahora solo había un teleférico turístico en Bolivia, en la ciudad de Cochabamba (centro)

El proyecto de conexión aérea entre estas dos ciudades se bautizó como Mi Teleférico y la empresa austriaca Doppelmayr, veterana en tirar cables y cabinas por las laderas europeas, ha sido la encargada de darle forma. En poco menos de un año, La Paz y el Alto inauguraron su primera conexión; hoy hay dos líneas abiertas, otra a punto a inaugurarse, y cinco trayectos más ya planificados. Mi Teleférico, una de las grandes apuestas del Gobierno de Evo Morales, es ya el teleférico urbano más extenso del mundo. Ocupa 30.100 metros cuadrados de superficie, posee 11 estaciones y 74 torres y se extiende por más de 10 kilómetros: 10.377 metros. De seguir su ritmo de expansión, en poco tiempo se convertirá también en la red más densa de transporte público entre las nubes.

"La capacidad del sistema entre las tres líneas es de 9.000 personas subiendo cada hora y el mismo número bajando", explica Javier Tellería, presidente ejecutivo de Doppelmayr en Bolivia. "La velocidad que alcanza es de 18 kilómetros por hora. Suena lento para circular en carretera, pero es una velocidad muy buena para un vehículo en una ciudad que no tuviera ningún problema de tráfico".

Aunque desde el tópico se considere El Alto como una melliza pobre de La Paz, lo cierto es que en los últimos años la ciudad está disfrutando de un impresionante desarrollo económico. En términos de población, el censo de 2012 ya reveló que la desfavorecida ha superado en número de habitantes a su hermana mayor (848.500 de El Alto por 766.500 en La Paz). Y la bonanza de sus ciudadanos comienza a verse en las fachadas acristaladas y de colores brillantes de los edificios neo-andinos firmados por el arquitecto Freddy Mamani con los que la burguesía aymara se reivindica frente a sus vecinos paceños. "Un día La Paz será un barrio de El Alto", asegura Mamani. Si ese día llega, los vecinos de ambas ciudades lo contemplarán desde una cabina entre las nubes.

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