24.4.17

Prohiben manifestación popular que buscaba suprimir el baño obligatorio

Vía El Mercurio de Antofagasta.

Por Isidro Morales Castillo.

Malestar provocó en sectores populares de Antofagasta la decisión de la Intendencia Provincial de prohibir la manifestación pública organizada para exigir la supresión del baño obligatorio en la época de invierno, para los individuos que reciben auxilios fiscales. La medida impuesta por la autoridad sanitaria tenía por finalidad combatir la mortalidad atribuible al tifus exantemático y, en mayor medida, a la tuberculosis.

De acuerdo a informes de la prensa local de comienzos de abril de 1933, la frustrada protesta consideraba una marcha por las principales calles con banda de músicos y banderas. "El Abecé", que criticaba la actitud de los obreros, consideraba un error que éstos usaran "las cuestiones de higiene como arma de propaganda", alabando, a la vez, la determinación del Intendente de no permitir la manifestación ya que "habría sido una exhibición muy triste, que seguramente nos tendría a estas horas bajo una andanada de sátiras y burlas muy merecidas".

El matutino aseguraba que el "baño diario no hace mal a nadie. La desinfección de ropas, por la cual también se protesta, alegando que las calorías empleadas destruyen las prendas, tampoco debe ser suprimida. Lo único sensible en esta región es que la Municipalidad no se haya preocupado de instalar casas de baños gratuitas en todos los barrios, para habituar a las gentes a ir espontáneamente a asearse todos los días, y que la desinfección de ropas y viviendas no sea un hábito constante".

Pero no sólo preocupaba a parte de la prensa antofagastina la actitud de los obreros, también la situación de las oficinas públicas convertidas en focos de infección tuberculosa, culpando de la situación al descuido e indiferencia de las jefaturas centrales, pero también a la temeridad de los empleados, "a quienes nada importa desafiar el peligro, que se ha convertido en una especie de antesala de la tumba, donde la muerte acecha sin cesar a los más débiles para sepultarlos en ella después de prolongada agonía".

"El Abecé" aseguró que la Caja Nacional de Ahorros (situada en calle Sucre) era la institución pública donde mayores y más profundas raíces echó el mal y donde hubo numerosas víctimas. Este medio de comunicación sugería el cierre de la Caja y la suspensión de todas las operaciones por algunos días, "los suficientes para que el Desinfectorio Público pudiera efectuar una desinfección prolija y prolongada del local, papeles, libros, muebles y otros útiles, pues es de suponer que todos están contagiados". Situación similar se presentaba en la Aduana y en el local de una notaría.

Asimismo, consideró necesaria una campaña vigorosa para "crear en el pueblo hábitos de limpieza como un medio de conseguir su elevación moral. Es una cosa probada que el individuo que se acostumbra a cuidar de su persona en materia de higiene y presentación, se acostumbra también a pensar con limpieza. Basta para ello recordar el efecto benéfico de las filarmónicas pampinas, donde los trabajadores, obligados por la presencia femenina a cuidar de su presentación, adquieren hábitos correctos y, lo que es mejor, un sincero anhelo de mejorar su cultura".

La tuberculosis (TBC), enfermedad de origen bacteriana contagiosa, que se propaga por el aire de una persona a otra y que afecta principalmente a los pulmones, produjo decenas de víctimas fatales en la ciudad. El Bacilo de Koch, culpable de la "peste blanca", originó cifras pavorosas de morbilidad y mortalidad en Chile, "las mayores del mundo", según el Dr. Sotero del Río, quien estimaba que en 1935 esta enfermedad fue responsable de unas 15 mil muertes en el país.

Según parámetros internacionales, desde 2000 la incidencia anual de tuberculosis en el país está en el rango de eliminación de la enfermedad, o sea, menos de 20 casos por 100 mil habitantes.

*Isidro Morales es académico Escuela de Periodismo Universidad Católica del Norte (UCN) y Magíster en Ciencias Sociales.

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