Vía Culto, La Tercera.
Por Aldo Perán.
Ex pareja de Pina Bausch, murió el jueves a los 76 años. Sus funerales se realizarán hoy. Editor de la mítica revista Manuscritos, su último proyecto fue una obra con Raúl Zurita.
La historia comenzó así: en un tour por Sudamérica en 1980, Pina Bausch conoció a quien sería su pareja hasta el final de su vida. Los días que la reconocida coreógrafa pasó en Chile fueron suficientes para que el poeta Ronald Kay decidiera dar un giro en su vida y mudarse a Wuppertal (Alemania). Un año después nació Rolf Solomon, su único hijo.
Nacido en Hamburgo en 1941, hijo de padre alemán y madre chilena, llegó a Santiago en 1947, finalizada la Segunda Guerra Mundial. Poeta, teórico y artista visual, Ronald Kay murió el jueves, a los 76 años, tras un prolongado cáncer. Sus funerales serán hoy en el Parque del Recuerdo.
La trayectoria intelectual de Kay comenzó en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, donde conoció a Raúl Ruiz, uno de sus grandes amigos. En 1960 abandonó los estudios y partió a Oxford por un año. A su regreso, ingresó al Instituto Pedagógico de la U. de Chile, donde conoció, entre otros, a Gonzalo Millán.
En 1968, ya casado con Catalina, la hija mayor de Nicanor Parra, obtiene una beca de la DAAD alemana para estudiar en la universidad de Constanza. Durante su estadía en Alemania, conoció a Wolf Vostell, uno de los artistas alemanes más importantes del siglo XX. Vostell hablaba español, por lo que establecieron una fluida comunicación. Ronald Kay escribió un ensayo sobre uno de sus trabajos en 1972, el año de su retorno a Chile. Desde entonces, establecerán una extensa relación epistolar, la que los llevará en 1977 a inaugurar una de las primeras exposiciones de arte realizadas luego del Golpe de Estado.
El año anterior, el artista de Fluxus presentó en la sexta versión de la feria de arte Documenta (Kassel) un proyecto titulado El huevo. La instalación llegó a Chile acompañada de catálogos y otros materiales que hicieron escuela en las generaciones de artistas jóvenes.
El huevo era una crítica a la violaciones a los derechos humanos. Sin embargo, esa no fue la primera vez que Ronald Kay demostró ser un pionero en el campo cultural chileno. Luego de su retorno al país en 1972, Cristián Huneeus, director del Departamento de Estudios Humanísticos de la U. de Chile, le invitó a ser parte de la planta académica. Fue en esas clases donde algunos estudiantes escucharon a Kay hablar de Rimbaud, Mallarmé, Heidegger y discutieron traducciones de Walter Benjamin y Michel Foucault. Al mismo tiempo, compraron una máquina impresora que instalaron en el subterráneo de República 475 y comenzaron a imprimir materiales de uso privado, pero también publicaron libros y, en 1975, la revista Manuscritos, donde Kay recuperó los Quebrantahuesos de Nicanor Parra. La revista sólo tuvo un número: a las autoridades militares no les hizo gracia el contenido. Un segundo número, donde iban algunos inéditos de Juan Luis Martínez, quedó a la deriva.
Su importancia en el campo de las artes es indudable. Para la académica y fotógrafa Andrea Josch, “sus desbordes y descalces con la poesía, la filosofía, la performance y, sobre todo, con la incorporación de lo popular, es un aporte inédito a la comprensión del arte latinoamericano”.
Sergio Parra, poeta y librero, afirma que “era una figura mítica y ausente a fines de los 80, pero su libros de poemas, Variaciones Ornamentales junto a la revista Manuscritos, circulaban de mano en mano”. Y recuerda: “A fines de los 90 tuvimos un primer encuentro, en el Venezia, donde comimos unos buenos perniles con papas cocidas y harto pebre, mientras la conversación se centraba en la poesía chilena, un tema que lo apasionó hasta el último día”.
Raúl Zurita, desde Nueva York, siente profundamente su pérdida: “Era alguien demasiado brillante como para que vivir le fuera fácil y sin él no se explicaría nada del arte chileno a partir de los setenta. La vida nos acercó y nos alejó, pero en los último diez años estuvimos profundamente unidos y estábamos haciendo una obra juntos. La maqueta de Ronald estaba lista, así que ese proyecto será nuestro último abrazo”.
Para el galerista Pedro Montes, es indispensable “recalcar su calidad humana, su rigurosidad en el trabajo y su persistencia para sacar adelante proyectos de poesía y arte de gran valor”. Trabajaron juntos en un libro de Juan Luis Martínez y en una exposición del mismo Kay. Sin embargo, el proyecto más apasionante fue convencer a Diego Maquieira, quien no había publicado un libro en 20 años, para sacar adelante el libro El Annapurna, en 2013.
Volvió a Chile luego de la muerte de Pina Bausch, en 2009. Durante sus últimos años, Kay dedicó su trabajo a investigar y repensar -en el más completo silencio- las lineas de Nazca y la obra del escultor Lorenzo Berg. Sergio Parra sentencia: “Ronald se fue de éste mundo como un poeta. Sin hacer ruido” .
Por Claudio Galeno-Ibaceta sobre la interacción del arte con la arquitectura, desde Antofagasta y el Norte Grande de Chile. By Claudio Galeno-Ibaceta about the interaction between art and architecture, from Antofagasta and the Large North of Chile.
24.9.17
12.9.17
El arte sin freno de Hélio Oiticica
Vía El País.
Hélio Oiticica, que protagoniza una retrospectiva en el Museo Whitney, llevó al límite la integración creativa con el entorno y las pasiones
Por Eduardo Lago
11 SEP 2017 - 19:26 CEST
Sala del Whitney con obras de Hélio Oiticica. Ron Amstutz
Una de las exposiciones más especiales de todo el verano neoyorquino, y una de las más concurridas, probablemente sea Organizar el delirio, exquisita retrospectiva que el Museo Whitney ha dedicado a la obra del brasileño Hélio Oiticica (1937-1980), artista fundamental del siglo XX, cuya reputación a escala internacional no ha dejado de crecer desde que falleció de manera repentina a los 42 años, víctima de un accidente cardiovascular. Oiticica fue una figura importante en Brasil, donde formó parte de movimientos como el Grupo Frente, el neoconcretismo y sobre todo el tropicalismo, que fundó con Caetano Veloso. “Organizar el delirio”, expresión de Haroldo de Campos, poeta muy próximo al artista, resume a la perfección el sentido de una obra de una radicalidad política y estética explosivas. En 2009 se produjo un incendio en la casa familiar donde se guardaba provisionalmente el legado del artista, perdiéndose la mayoría de su obra, por lo que gran parte de la muestra es el resultado de un meticuloso proceso de reconstrucción.
De convicciones anarquistas, festivo y visceral, Oiticica fue tan inventivo como riguroso en sus planteamientos. Pocos artistas han llegado tan lejos como él en sus investigaciones sobre la naturaleza del color en relación con el tiempo, la luz, la arquitectura o la geometría. Sus trabajos pictóricos (Secos, Metaesquemas, Bilaterales, Invenciones), algunos realizados cuando tenía tan sólo 18 años, son de una delicadeza, frescura y perfección que siguen sorprendiendo hoy. A partir de ellos, la muestra da cuenta de la lucha de Oiticica por liberar a la pintura de sus limitaciones espaciales intentando hacer de ella un instrumento de intervención social, capaz de integrar sensorialmente la creación artística con el entorno y con las pasiones del cuerpo. La originalísima exploración estética de Oiticica le obligó a concebir un vocabulario especial para sus insólitas creaciones. Los bólides (bolas de fuego) son estructuras-objeto construidas con gran diversidad de materiales que buscan implicar al espectador invitándolo a manipularlas. Los parangolés eran capas de tela sintética en las que los bailarines de la escuela de samba de la favela de Mangueira para quienes fueron diseñadas se enfundaban, integrando así su cuerpo en movimiento en la propia obra de arte. Los penetrables son construcciones precarias, inspiradas directamente en la arquitectura de las favelas.
Independientemente del formato, Oiticica quería que sus obras fueran olidas, tocadas, oídas, gozadas visualmente, vestidas o penetradas, en una palabra, usadas por quien se acercaba a ellas. Su hábitat natural eran los espacios públicos. En una ocasión en que los miembros de la escuela de samba de Mangueira se presentaron en el Museo de Río de Janeiro bailando envueltos en parangolés fueron expulsados, continuando su festiva intervención en la calle. La idea de los penetrables es adentrarse en estructuras que no se sabe bien adónde pueden llevar. Los hay de signo muy diverso. El Projeto Cães de Caça, de 1961 (el nombre designa a las estrellas de la constelación de Orión), consta de cinco penetrables de distintos colores que conforman un jardín mágico con áreas destinadas a la experimentación de la música, la poesía o el teatro. El Cuadrado mágico (1978) es un penetrable al aire libre de una belleza visual sobrecogedora.
Entre las piezas más idiosincráticas de Oiticica figuran las cosmococas, creadas en colaboración con su amigo Neville D’Almeida. Se trata de obras directamente realizadas con rayas de cocaína que siguen distintos trazados, como los rasgos del rostro de Jimi Hendrix que aparece en la portada de uno de sus elepés, trabajo realizado por Oiticica en Nueva York. Los años que pasó en esta ciudad (1970-1978) fueron un periodo intenso durante el cual el artista operó en gran medida al margen de las instituciones. Su loft de la Segunda Avenida era un espacio abierto a la experimentación en el que propició gran diversidad de proyectos, como los cuasicinemas (historias visuales en bruto, a mitad de camino entre el cine y la fotografía), o los babilónicos (nidos o refugios propicios a la provocación del acto estético a salvo del peligroso contexto de las calles del babilónico Manhattan).h
Oiticica era homosexual y el Nueva York posterior a Stonewall le permitió expresar su identidad como no le había sido posible hacerlo nunca antes. Le tocó vivir una ciudad doble: por una parte, Nueva York atravesaba una de las etapas más duras e infernales de su historia, abandonada a su suerte por el Gobierno federal en medio de un estado de decrepitud extrema, con el trasfondo perenne de incendios provocados por intereses inmobiliarios. Simultáneamente, la ciudad vivía una explosión de creatividad musical y artística que jamás se ha vuelto a dar. En Río de Janeiro, Oiticica, que procedía de una familia privilegiada, había hecho de las favelas su centro de gravedad artístico.
De manera parecida, en Nueva York adoptó como escenario de su creatividad el barrio más peligroso, el South Bronx, uniendo así política y estéticamente a los destituidos de los dos enclaves, logrando ser aceptado por los miembros de las gangs del Bronx de manera semejante a como había conseguido relacionarse con los criminales de las favelas, arrastrándolos milagrosamente en ambos casos hacia sus propuestas estéticas y haciendo bueno el lema por el que es más conocido: “Sé marginal, sé un héroe” (la enseña, impresa en un estandarte rojo con la silueta de un delincuente abatido a tiros por la policía de Río, cuelga incongruentemente de una de las paredes asépticas del Whitney).
La marginación que vivió Oiticica en Nueva York no fue simbólica. Además de servirse de la cocaína como material artístico, Oiticica la consumió desaforadamente y traficó con ella, idealizando su poder de redención en sus escritos (coincidiendo con las posturas de Mick Jagger y Lou Reed hacia la morfina o la heroína). Por supuesto, las grandes instalaciones históricas de Oiticica, como Tropicália (1967) y Edén (1969), constituyen la parte central de Organizar el delirio. Son sus obras más importantes y por tanto las más conocidas y comentadas. Junto con Rijanviera (1979), instalación inspirada en Finnegans Wake que el artista completó poco antes de morir, se trata de obras que invitan al espectador a penetrar en las zonas que las integran (playas, ríos, la flora, la fauna y la simbología mítica de Brasil, contempladas con burlona ironía). Perderse en ellas es una experiencia irrepetible. Con todo, es en las secciones dedicadas al trabajo realizado en Nueva York donde se encuentran las claves más profundas y también las más perturbadoras de su arte.
Hélio Oiticica, que protagoniza una retrospectiva en el Museo Whitney, llevó al límite la integración creativa con el entorno y las pasiones
Por Eduardo Lago
11 SEP 2017 - 19:26 CEST
Sala del Whitney con obras de Hélio Oiticica. Ron Amstutz
Una de las exposiciones más especiales de todo el verano neoyorquino, y una de las más concurridas, probablemente sea Organizar el delirio, exquisita retrospectiva que el Museo Whitney ha dedicado a la obra del brasileño Hélio Oiticica (1937-1980), artista fundamental del siglo XX, cuya reputación a escala internacional no ha dejado de crecer desde que falleció de manera repentina a los 42 años, víctima de un accidente cardiovascular. Oiticica fue una figura importante en Brasil, donde formó parte de movimientos como el Grupo Frente, el neoconcretismo y sobre todo el tropicalismo, que fundó con Caetano Veloso. “Organizar el delirio”, expresión de Haroldo de Campos, poeta muy próximo al artista, resume a la perfección el sentido de una obra de una radicalidad política y estética explosivas. En 2009 se produjo un incendio en la casa familiar donde se guardaba provisionalmente el legado del artista, perdiéndose la mayoría de su obra, por lo que gran parte de la muestra es el resultado de un meticuloso proceso de reconstrucción.
De convicciones anarquistas, festivo y visceral, Oiticica fue tan inventivo como riguroso en sus planteamientos. Pocos artistas han llegado tan lejos como él en sus investigaciones sobre la naturaleza del color en relación con el tiempo, la luz, la arquitectura o la geometría. Sus trabajos pictóricos (Secos, Metaesquemas, Bilaterales, Invenciones), algunos realizados cuando tenía tan sólo 18 años, son de una delicadeza, frescura y perfección que siguen sorprendiendo hoy. A partir de ellos, la muestra da cuenta de la lucha de Oiticica por liberar a la pintura de sus limitaciones espaciales intentando hacer de ella un instrumento de intervención social, capaz de integrar sensorialmente la creación artística con el entorno y con las pasiones del cuerpo. La originalísima exploración estética de Oiticica le obligó a concebir un vocabulario especial para sus insólitas creaciones. Los bólides (bolas de fuego) son estructuras-objeto construidas con gran diversidad de materiales que buscan implicar al espectador invitándolo a manipularlas. Los parangolés eran capas de tela sintética en las que los bailarines de la escuela de samba de la favela de Mangueira para quienes fueron diseñadas se enfundaban, integrando así su cuerpo en movimiento en la propia obra de arte. Los penetrables son construcciones precarias, inspiradas directamente en la arquitectura de las favelas.
Independientemente del formato, Oiticica quería que sus obras fueran olidas, tocadas, oídas, gozadas visualmente, vestidas o penetradas, en una palabra, usadas por quien se acercaba a ellas. Su hábitat natural eran los espacios públicos. En una ocasión en que los miembros de la escuela de samba de Mangueira se presentaron en el Museo de Río de Janeiro bailando envueltos en parangolés fueron expulsados, continuando su festiva intervención en la calle. La idea de los penetrables es adentrarse en estructuras que no se sabe bien adónde pueden llevar. Los hay de signo muy diverso. El Projeto Cães de Caça, de 1961 (el nombre designa a las estrellas de la constelación de Orión), consta de cinco penetrables de distintos colores que conforman un jardín mágico con áreas destinadas a la experimentación de la música, la poesía o el teatro. El Cuadrado mágico (1978) es un penetrable al aire libre de una belleza visual sobrecogedora.
Entre las piezas más idiosincráticas de Oiticica figuran las cosmococas, creadas en colaboración con su amigo Neville D’Almeida. Se trata de obras directamente realizadas con rayas de cocaína que siguen distintos trazados, como los rasgos del rostro de Jimi Hendrix que aparece en la portada de uno de sus elepés, trabajo realizado por Oiticica en Nueva York. Los años que pasó en esta ciudad (1970-1978) fueron un periodo intenso durante el cual el artista operó en gran medida al margen de las instituciones. Su loft de la Segunda Avenida era un espacio abierto a la experimentación en el que propició gran diversidad de proyectos, como los cuasicinemas (historias visuales en bruto, a mitad de camino entre el cine y la fotografía), o los babilónicos (nidos o refugios propicios a la provocación del acto estético a salvo del peligroso contexto de las calles del babilónico Manhattan).h
Oiticica era homosexual y el Nueva York posterior a Stonewall le permitió expresar su identidad como no le había sido posible hacerlo nunca antes. Le tocó vivir una ciudad doble: por una parte, Nueva York atravesaba una de las etapas más duras e infernales de su historia, abandonada a su suerte por el Gobierno federal en medio de un estado de decrepitud extrema, con el trasfondo perenne de incendios provocados por intereses inmobiliarios. Simultáneamente, la ciudad vivía una explosión de creatividad musical y artística que jamás se ha vuelto a dar. En Río de Janeiro, Oiticica, que procedía de una familia privilegiada, había hecho de las favelas su centro de gravedad artístico.
De manera parecida, en Nueva York adoptó como escenario de su creatividad el barrio más peligroso, el South Bronx, uniendo así política y estéticamente a los destituidos de los dos enclaves, logrando ser aceptado por los miembros de las gangs del Bronx de manera semejante a como había conseguido relacionarse con los criminales de las favelas, arrastrándolos milagrosamente en ambos casos hacia sus propuestas estéticas y haciendo bueno el lema por el que es más conocido: “Sé marginal, sé un héroe” (la enseña, impresa en un estandarte rojo con la silueta de un delincuente abatido a tiros por la policía de Río, cuelga incongruentemente de una de las paredes asépticas del Whitney).
La marginación que vivió Oiticica en Nueva York no fue simbólica. Además de servirse de la cocaína como material artístico, Oiticica la consumió desaforadamente y traficó con ella, idealizando su poder de redención en sus escritos (coincidiendo con las posturas de Mick Jagger y Lou Reed hacia la morfina o la heroína). Por supuesto, las grandes instalaciones históricas de Oiticica, como Tropicália (1967) y Edén (1969), constituyen la parte central de Organizar el delirio. Son sus obras más importantes y por tanto las más conocidas y comentadas. Junto con Rijanviera (1979), instalación inspirada en Finnegans Wake que el artista completó poco antes de morir, se trata de obras que invitan al espectador a penetrar en las zonas que las integran (playas, ríos, la flora, la fauna y la simbología mítica de Brasil, contempladas con burlona ironía). Perderse en ellas es una experiencia irrepetible. Con todo, es en las secciones dedicadas al trabajo realizado en Nueva York donde se encuentran las claves más profundas y también las más perturbadoras de su arte.
11.9.17
Patrimonio fantasma: desaparecen palacios y casonas en sector centro
Vía El Mercurio de Antofagasta, 27 de agosto de 2017.
HISTORIA. Estas hermosas y llamativas construcciones dieron paso a nuevos edificios o quedaron convertidas en estacionamientos. Arquitecto pide proteger inmuebles antiguos.
Por C. Castro Orozco
En lo que va del año, Antofagasta ha perdido dos antiguos inmuebles en el sector centro. A pesar que no figuraban en la categoría de monumentos históricos, eran considerados como valiosos patrimonios de la ciudad.
El primero fue una vieja casona ubicada a un costado del Parque Brasil conocida como "la casa de los gatos" (ver recuadro), seguido por el ex Hotel Royal, construcciones que comenzaron a ser demolidas ante la resignación ciudadana.
Pero éstos no son los únicos casos, la mayoría de las antiguas residencias de la ciudad desaparecieron por la propia acción del tiempo, porque se incendiaron o simplemente fueron botadas para dar paso a nuevas edificaciones o proyectos inmobiliarios.
Zona de conservación
Ahora, una serie de edificios patrimoniales esperan un incierto destino, ya que no están protegidos por el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN).
"La Casa Jiménez, Casa Camus, la ex Estación Valdivia, el ex Colegio Inglés [protegido por Zona Típica], el edificio del ISCA y otros tantos inmuebles no están protegidos ante una eventual demolición. A lo más [algunos] figuran dentro de la zona de protección del plan regulador", explicó el arquitecto de la Universidad Católica del Norte, Claudio Galeno.
El académico advirtió que estar dentro de la zona de resguardo del plan regulador no garantiza su rescate definitivo, ya que igual las casas pueden desaparecer si sus propietarios así lo deciden.
Sobre este punto, el nuevo presidente regional de la Cámara Chilena de la Construcción, Andrew Trench, dijo que el plan regulador debiese establecer los puntos del crecimiento de la ciudad y en dónde hay que respetar el patrimonio, condenando la desaparición de los inmuebles emblemáticos durante el último tiempo.
[Algunos de] Los edificios e inmuebles que sí están protegidos por el CNM en Antofagasta son Casa Abaroa, casas Dauelsberg & Cable West Coast, Cuartel General de Bomberos, Museo Regional, Casa de la Cultura, Casa Estación Antofagasta, Estación Ferrocarril Antofagasta, edificio Correos Chile, Gobernación Marítima y Resguardo Marítimo, Muelle Histórico y las Ruinas de Huanchaca.
2 casonas patrimoniales fueron demolidas este año. La primera fue un centenario inmueble ubicado en el Parque Brasil y en abril se comenzó a derribar el exHotel Royal.
1950 fue demolido el "castillo de Abd El-Kader", el cual ostentaba una arquitectura árabe y que había sido construido en 1895. Hasta ahora aún se mantiene la base del antiguo inmueble.
111 años de historia tenía el edificio del Club de la Unión en pleno centro de Antofagasta, que fue devorado por un incendio en octubre de 2015. Ahora en su lugar hay una feria.
HISTORIA. Estas hermosas y llamativas construcciones dieron paso a nuevos edificios o quedaron convertidas en estacionamientos. Arquitecto pide proteger inmuebles antiguos.
Por C. Castro Orozco
En lo que va del año, Antofagasta ha perdido dos antiguos inmuebles en el sector centro. A pesar que no figuraban en la categoría de monumentos históricos, eran considerados como valiosos patrimonios de la ciudad.
El primero fue una vieja casona ubicada a un costado del Parque Brasil conocida como "la casa de los gatos" (ver recuadro), seguido por el ex Hotel Royal, construcciones que comenzaron a ser demolidas ante la resignación ciudadana.
Pero éstos no son los únicos casos, la mayoría de las antiguas residencias de la ciudad desaparecieron por la propia acción del tiempo, porque se incendiaron o simplemente fueron botadas para dar paso a nuevas edificaciones o proyectos inmobiliarios.
Zona de conservación
Ahora, una serie de edificios patrimoniales esperan un incierto destino, ya que no están protegidos por el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN).
"La Casa Jiménez, Casa Camus, la ex Estación Valdivia, el ex Colegio Inglés [protegido por Zona Típica], el edificio del ISCA y otros tantos inmuebles no están protegidos ante una eventual demolición. A lo más [algunos] figuran dentro de la zona de protección del plan regulador", explicó el arquitecto de la Universidad Católica del Norte, Claudio Galeno.
El académico advirtió que estar dentro de la zona de resguardo del plan regulador no garantiza su rescate definitivo, ya que igual las casas pueden desaparecer si sus propietarios así lo deciden.
Sobre este punto, el nuevo presidente regional de la Cámara Chilena de la Construcción, Andrew Trench, dijo que el plan regulador debiese establecer los puntos del crecimiento de la ciudad y en dónde hay que respetar el patrimonio, condenando la desaparición de los inmuebles emblemáticos durante el último tiempo.
[Algunos de] Los edificios e inmuebles que sí están protegidos por el CNM en Antofagasta son Casa Abaroa, casas Dauelsberg & Cable West Coast, Cuartel General de Bomberos, Museo Regional, Casa de la Cultura, Casa Estación Antofagasta, Estación Ferrocarril Antofagasta, edificio Correos Chile, Gobernación Marítima y Resguardo Marítimo, Muelle Histórico y las Ruinas de Huanchaca.
2 casonas patrimoniales fueron demolidas este año. La primera fue un centenario inmueble ubicado en el Parque Brasil y en abril se comenzó a derribar el exHotel Royal.
1950 fue demolido el "castillo de Abd El-Kader", el cual ostentaba una arquitectura árabe y que había sido construido en 1895. Hasta ahora aún se mantiene la base del antiguo inmueble.
111 años de historia tenía el edificio del Club de la Unión en pleno centro de Antofagasta, que fue devorado por un incendio en octubre de 2015. Ahora en su lugar hay una feria.
Alcaldesa Rojo y ex Cine Nacional: “Queremos proteger los pocos patrimonios que tenemos"
Vía El Nortero.
Posible venta del inmueble preocupa a la comunidad.
08 de Septiembre, 2017
Fuimos miles de los antofagastinos que disfrutamos de las extensas funciones en el Cine Nacional de Antofagasta. Durante cada función todos los participantes de aquellas inolvidables jornadas fuimos cobijados en el imponente y tradicional edificio ubicado en pleno centro de la ciudad.
Pero, ante el riesgo de que esta tradicional edificación pueda ser demolida, debido a que los dueños del inmueble decidieron vender la construcción, es que la alcaldesa de la capital regional, Karen Rojo, junto al Concejo Municipal decidieron apoyar la solicitud que realizará la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica del Norte para declarar como Monumento Nacional el edificio del inolvidable ex Cine Nacional.
Frente a esta situación el Consejo de Monumentos Nacionales solicitó el pronunciamiento a la primera autoridad comunal.
“Afortunadamente la respuesta fue favorable por parte del concejo. De manera mayoritaria la decisión fue apoyar esta iniciativa de tal forma que permita proteger este patrimonio que es de la comuna de Antofagasta. Este es un paso inicial, sin embargo nosotros entendemos que esto no es una decisión que involucra solamente al Concejo Municipal si no que es una decisión que tiene que tomar el Consejo de Monumentos Nacionales. Esperamos que vaya en la línea de proteger los pocos patrimonios que tenemos aquí en la comuna de Antofagasta”, señaló Karen Rojo.
EX CINE NACIONAL
El ex Cine Nacional dejó de funcionar el 28 de enero de 2003. La arquitectura de este edificio representa el pasado de la ciudad en torno a los espacios de ocio de la bonanza del salitre. El Teatro Nacional, construido durante la década del treinta, es uno de los mejores ejemplos del art-déco en Antofagasta. Sus arquitectos fueron Gustavo Monckeberg y José Aracena, quienes tuvieron una trayectoria de diseños de teatros.
Posible venta del inmueble preocupa a la comunidad.
08 de Septiembre, 2017
Fuimos miles de los antofagastinos que disfrutamos de las extensas funciones en el Cine Nacional de Antofagasta. Durante cada función todos los participantes de aquellas inolvidables jornadas fuimos cobijados en el imponente y tradicional edificio ubicado en pleno centro de la ciudad.
Pero, ante el riesgo de que esta tradicional edificación pueda ser demolida, debido a que los dueños del inmueble decidieron vender la construcción, es que la alcaldesa de la capital regional, Karen Rojo, junto al Concejo Municipal decidieron apoyar la solicitud que realizará la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica del Norte para declarar como Monumento Nacional el edificio del inolvidable ex Cine Nacional.
Frente a esta situación el Consejo de Monumentos Nacionales solicitó el pronunciamiento a la primera autoridad comunal.
“Afortunadamente la respuesta fue favorable por parte del concejo. De manera mayoritaria la decisión fue apoyar esta iniciativa de tal forma que permita proteger este patrimonio que es de la comuna de Antofagasta. Este es un paso inicial, sin embargo nosotros entendemos que esto no es una decisión que involucra solamente al Concejo Municipal si no que es una decisión que tiene que tomar el Consejo de Monumentos Nacionales. Esperamos que vaya en la línea de proteger los pocos patrimonios que tenemos aquí en la comuna de Antofagasta”, señaló Karen Rojo.
EX CINE NACIONAL
El ex Cine Nacional dejó de funcionar el 28 de enero de 2003. La arquitectura de este edificio representa el pasado de la ciudad en torno a los espacios de ocio de la bonanza del salitre. El Teatro Nacional, construido durante la década del treinta, es uno de los mejores ejemplos del art-déco en Antofagasta. Sus arquitectos fueron Gustavo Monckeberg y José Aracena, quienes tuvieron una trayectoria de diseños de teatros.
Investigador de la Universidad Andrés Bello cataloga antiguos cines de Chile para recuperarlos
Vía El Mercurio de Santiago, domingo, 10 de septiembre de 2017, Reportajes.
La investigación titulada "Chile en proyección: inventario y valoración de antiguas salas de cine" forma parte de un Fondart y contempla la confección de un inventario de las salas de cine más importantes del país, con el objetivo de dar a conocer, sensibilizar y plantear una reflexión sobre cómo reutilizarlas preservando su apariencia original.
A comienzos del siglo XX, Chile fue epicentro de la cultura. Los cines abundaban por las calles centrales de las principales regiones del país, llegando incluso a haber cuatro salas en una misma cuadra. Ese fue el caso de la calle Huérfanos en Santiago, donde el Rex, Astor, Ópera y Lido compartieron intensamente la bohemia de aquel entonces.
En regiones sucedió algo similar. En Antofagasta las localidades de María Elena, Pedro de Valdivia, Chuquicamata y Chacabuco también ostentaron cines emblemáticos, en su mayoría ligados a la producción salitrera y al entretenimiento de sus trabajadores y familias.
La mayoría de estos edificios fueron demolidos, otros alternaron algunos usos alternativos y muy pocos fueron declarados monumentos. Los nuevos formatos cinematográficos, las multisalas en los malls y la especulación inmobiliaria, fueron ganando esos espacios comunitarios en detrimento de las actividades sociales del pasado.
Espacios que, a pesar de la irrupción de los nuevos formatos de la industria y el mercado, han permanecido resguardados en la memoria colectiva urbana, razón por la cual pretenden ser redescubiertos a través de la investigación titulada "Chile en proyección: inventario y valoración de antiguas salas de cine".
Recuperación y ciudadanía
El proyecto de la Línea de Investigación de la Arquitectura (Fondart) es desarrollado por el destacado arquitecto del Campus Creativo de la U. Andrés Bello (UNAB), Marcelo Vizcaíno, quien intenta difundir el estado de la arquitectura del siglo XX y propone discutir sobre cómo reciclar o reutilizar dichos espacios. Ello, con el fin de devolver a estos grandes edificios sus fines comunitarios en los barrios donde se localizan.
"Actualmente, en otros países, fue la propia comunidad la que luchó y exigió la recuperación de estos cines, o bien lo hicieron los empresarios privados. Dicotomía que se revela en la ciudad de Buenos Aires a partir de la notable transformación del "Cine Splendid", hoy convertido en la librería "El Ateneo", ubicada en Avenida Santa Fe, o la recuperación del "Teatro 25 de mayo" en Villa Urquiza, ejemplo de adquisición municipal y articulación de contenidos con el entorno barrial", explicó Vizcaíno.
La investigación, cuyo trabajo de campo consiste en estudiar y valorizar distintas salas de cine en las regiones de Antofagasta, Santiago, Valparaíso, Concepción y Punta Arenas, contempla la elaboración de un inventario con fichas de los distintos edificios. Registro detallado que incluirá en su contenido: material visual, fotografías, planimetría, fechas y arquitectos, entre otros datos.
Sobre el actual estado de desarrollo del proyecto, Vizcaíno explica que se encuentran en la etapa de catalogación correspondiente. "La idea es ir trazando los códigos de implantación y traza del mundo del espectáculo cinematográfico, que fue muy importante durante más de cuatro décadas. Además, hacer hincapié en reconocer la posibilidad de ver formas de rescate de algunos de estos recintos que todavía están en pie y hoy se encuentran amenazados por la topadora inmobiliaria", sostiene el arquitecto.
Resultados
Respecto de los objetivos específicos, se espera que a fines de 2017 se realice un seminario multidisciplinario, junto a una muestra itinerante en la que se podrá apreciar el estado e historia de estas obras arquitectónicas. Actividades que, según comenta el investigador, buscan que sea la misma comunidad la que se entusiasme y se haga parte de esta causa que plantea poner sobre la mesa el tema de la protección y puesta en valor de espacios que conforman la memoria urbana.
Sobre la misión final de este registro, Vizcaíno agrega que a medida de que se ha realizado el estudio se han dado cuenta de que hay algunos que ya están recuperados y protegidos, y otros que siguen funcionando, aunque son los menos. "Hay otro grupo donde la misma comunidad está uniendo fuerzas para resguardarlos, pero no tienen las armas para hacerlo y, en este sentido, pienso que va a ser muy bueno este trabajo porque aportará sobre el valor de los inmuebles", puntualiza.
Cabe destacar que el trabajo del Dr. Vizcaíno se inició con un seminario sobre los cines santiaguinos con sus alumnos, iniciativa que desde un comienzo consideró las distintas formas de intervenir estos edificios, y que conformaron el primer eslabón de esta investigación.
ESENCIA DEL PROYECTO
"Se trata de poner sobre la mesa el tema de la protección y puesta en valor de los espacios que conforman la memoria urbana", destaca el arquitecto del Campus Creativo de la U. Andrés Bello (UNAB), Marcelo Vizcaíno.
La investigación titulada "Chile en proyección: inventario y valoración de antiguas salas de cine" forma parte de un Fondart y contempla la confección de un inventario de las salas de cine más importantes del país, con el objetivo de dar a conocer, sensibilizar y plantear una reflexión sobre cómo reutilizarlas preservando su apariencia original.
A comienzos del siglo XX, Chile fue epicentro de la cultura. Los cines abundaban por las calles centrales de las principales regiones del país, llegando incluso a haber cuatro salas en una misma cuadra. Ese fue el caso de la calle Huérfanos en Santiago, donde el Rex, Astor, Ópera y Lido compartieron intensamente la bohemia de aquel entonces.
En regiones sucedió algo similar. En Antofagasta las localidades de María Elena, Pedro de Valdivia, Chuquicamata y Chacabuco también ostentaron cines emblemáticos, en su mayoría ligados a la producción salitrera y al entretenimiento de sus trabajadores y familias.
La mayoría de estos edificios fueron demolidos, otros alternaron algunos usos alternativos y muy pocos fueron declarados monumentos. Los nuevos formatos cinematográficos, las multisalas en los malls y la especulación inmobiliaria, fueron ganando esos espacios comunitarios en detrimento de las actividades sociales del pasado.
Espacios que, a pesar de la irrupción de los nuevos formatos de la industria y el mercado, han permanecido resguardados en la memoria colectiva urbana, razón por la cual pretenden ser redescubiertos a través de la investigación titulada "Chile en proyección: inventario y valoración de antiguas salas de cine".
Recuperación y ciudadanía
El proyecto de la Línea de Investigación de la Arquitectura (Fondart) es desarrollado por el destacado arquitecto del Campus Creativo de la U. Andrés Bello (UNAB), Marcelo Vizcaíno, quien intenta difundir el estado de la arquitectura del siglo XX y propone discutir sobre cómo reciclar o reutilizar dichos espacios. Ello, con el fin de devolver a estos grandes edificios sus fines comunitarios en los barrios donde se localizan.
"Actualmente, en otros países, fue la propia comunidad la que luchó y exigió la recuperación de estos cines, o bien lo hicieron los empresarios privados. Dicotomía que se revela en la ciudad de Buenos Aires a partir de la notable transformación del "Cine Splendid", hoy convertido en la librería "El Ateneo", ubicada en Avenida Santa Fe, o la recuperación del "Teatro 25 de mayo" en Villa Urquiza, ejemplo de adquisición municipal y articulación de contenidos con el entorno barrial", explicó Vizcaíno.
La investigación, cuyo trabajo de campo consiste en estudiar y valorizar distintas salas de cine en las regiones de Antofagasta, Santiago, Valparaíso, Concepción y Punta Arenas, contempla la elaboración de un inventario con fichas de los distintos edificios. Registro detallado que incluirá en su contenido: material visual, fotografías, planimetría, fechas y arquitectos, entre otros datos.
Sobre el actual estado de desarrollo del proyecto, Vizcaíno explica que se encuentran en la etapa de catalogación correspondiente. "La idea es ir trazando los códigos de implantación y traza del mundo del espectáculo cinematográfico, que fue muy importante durante más de cuatro décadas. Además, hacer hincapié en reconocer la posibilidad de ver formas de rescate de algunos de estos recintos que todavía están en pie y hoy se encuentran amenazados por la topadora inmobiliaria", sostiene el arquitecto.
Resultados
Respecto de los objetivos específicos, se espera que a fines de 2017 se realice un seminario multidisciplinario, junto a una muestra itinerante en la que se podrá apreciar el estado e historia de estas obras arquitectónicas. Actividades que, según comenta el investigador, buscan que sea la misma comunidad la que se entusiasme y se haga parte de esta causa que plantea poner sobre la mesa el tema de la protección y puesta en valor de espacios que conforman la memoria urbana.
Sobre la misión final de este registro, Vizcaíno agrega que a medida de que se ha realizado el estudio se han dado cuenta de que hay algunos que ya están recuperados y protegidos, y otros que siguen funcionando, aunque son los menos. "Hay otro grupo donde la misma comunidad está uniendo fuerzas para resguardarlos, pero no tienen las armas para hacerlo y, en este sentido, pienso que va a ser muy bueno este trabajo porque aportará sobre el valor de los inmuebles", puntualiza.
Cabe destacar que el trabajo del Dr. Vizcaíno se inició con un seminario sobre los cines santiaguinos con sus alumnos, iniciativa que desde un comienzo consideró las distintas formas de intervenir estos edificios, y que conformaron el primer eslabón de esta investigación.
ESENCIA DEL PROYECTO
"Se trata de poner sobre la mesa el tema de la protección y puesta en valor de los espacios que conforman la memoria urbana", destaca el arquitecto del Campus Creativo de la U. Andrés Bello (UNAB), Marcelo Vizcaíno.
6.9.17
Franz Erhard Walther: Un lugar para el cuerpo. 6 abril - 10 septiembre, 2017 / Palacio de Velázquez. Parque del Retiro. Madrid.
Vía MNCARS.
La obra de Franz Erhard Walther (Fulda, Alemania, 1939), desarrollada desde finales de la década de 1950 hasta la actualidad, anticipa muchas de las cuestiones que caracterizan la historia del arte respecto a la condición del objeto artístico (la escultura, sus materiales, técnicas y modos de uso) y la naturaleza del espectador en cuanto receptor y partícipe.
Un lugar para el cuerpo es la primera gran exposición antológica de Franz Erhard Walther en España, en la que se presenta un amplio conjunto de esculturas, dibujos, pinturas, documentación fotográfica y material de archivo de toda su trayectoria. La exposición se articula en torno a dos temas: la acción y el lenguaje.
Walther entiende sus esculturas como lugares para el cuerpo, espacios habitables que modifican su apariencia y significado en función de múltiples soluciones formales, así como de las acciones que el artista y las propias obras sugieren al público (acciones denominadas por el artista como “activaciones”). Mediante estos recursos el artista reinterpreta la definición del objeto artístico, así como la relación entre el arte y el espectador. Para Franz Erhard Walther el cuerpo es ya en sí la escultura.
Desde comienzos de los años sesenta, Walther utiliza materiales textiles en la configuración de sus obras. En ellas la costura actúa como un principio constructivo, en la forma que lo hacen el collage y el assemblage en el siglo xx cuando estos son concebidos como procesos para la aproximación del arte y la vida. El innegable aspecto táctil, reforzado por el complejo uso del color, dota a estas obras de un carácter lúdico lleno de posibilidades; prototipos textiles que se convierten –en palabras del artista– en un conjunto de condiciones más que en un objeto acabado.
En un primer análisis, el trabajo de Walther con tejidos y su utilización en el marco de una acción pueden remitir a las iniciativas que surgen en Brasil en la década de 1960 como los Parangolés de Hélio Oiticica, los objetos sensoriales de Lygia Clark o el Divisor de Lygia Pape. Sin embargo, la activación que lleva a cabo Walther no se debe interpretar en un sentido performativo pues la acción y el movimiento no están pensados para una audiencia; cuando se activan las piezas, la acción implica un momento de presentación, no de representación.
Junto con la acción, el lenguaje es otra de las herramientas de las que Franz Erhard Walther se sirve en su labor de redefinir la obra de arte, al integrarse en una genealogía que parte de Mallarmé y se extiende hasta la poesía concreta. En su caso, el artista recurre a su profundo conocimiento de la historia de la tipografía para representar la palabra como material de trabajo, desde los dibujos de su serie Wortbilder [Imágenes palabra] hasta la reinvención de las formas tipográficas reveladas en sus alfabetos escultóricos, volúmenes que invitan al espectador a descubrir su legibilidad en el espacio y a interactuar con ellos.
Activaciones
Durante el periodo expositivo se activarán copias de exposición (2014) de varios de los elementos que componen 1. Werksatz [Primera serie de obras, 1963–1969], una obra emblemática que requiere de la participación del público y en la que el artista introduce muchas de las ideas esenciales de su trayectoria. La activación la realizarán mediadores formados por el propio artista.
Del 19 de abril al 30 de junio
Jueves y viernes,de 18:00 a 21:00 h.
Sábados y domingos, de 12:00 a 14:00 y de 18:00 a 21:00 h.
Del 1 de julio al 9 septiembre
Jueves, viernes, sábados y domingos de 18:00 a 21:00 h.
Encuentro en torno a Franz Erhard Walther
Palacio de Velázquez, Parque del Retiro. 9 de septiembre, 12 h
Como cierre de la exposición, se realizará este encuentro que contará con las intervenciones de Elena Filipovic, Christian Rattemeyer y João Fernandes. Asimismo, el encuentro se complementará con una serie de activaciones realizadas por el mismo artista.
La obra de Franz Erhard Walther (Fulda, Alemania, 1939), desarrollada desde finales de la década de 1950 hasta la actualidad, anticipa muchas de las cuestiones que caracterizan la historia del arte respecto a la condición del objeto artístico (la escultura, sus materiales, técnicas y modos de uso) y la naturaleza del espectador en cuanto receptor y partícipe.
Un lugar para el cuerpo es la primera gran exposición antológica de Franz Erhard Walther en España, en la que se presenta un amplio conjunto de esculturas, dibujos, pinturas, documentación fotográfica y material de archivo de toda su trayectoria. La exposición se articula en torno a dos temas: la acción y el lenguaje.
Walther entiende sus esculturas como lugares para el cuerpo, espacios habitables que modifican su apariencia y significado en función de múltiples soluciones formales, así como de las acciones que el artista y las propias obras sugieren al público (acciones denominadas por el artista como “activaciones”). Mediante estos recursos el artista reinterpreta la definición del objeto artístico, así como la relación entre el arte y el espectador. Para Franz Erhard Walther el cuerpo es ya en sí la escultura.
Desde comienzos de los años sesenta, Walther utiliza materiales textiles en la configuración de sus obras. En ellas la costura actúa como un principio constructivo, en la forma que lo hacen el collage y el assemblage en el siglo xx cuando estos son concebidos como procesos para la aproximación del arte y la vida. El innegable aspecto táctil, reforzado por el complejo uso del color, dota a estas obras de un carácter lúdico lleno de posibilidades; prototipos textiles que se convierten –en palabras del artista– en un conjunto de condiciones más que en un objeto acabado.
En un primer análisis, el trabajo de Walther con tejidos y su utilización en el marco de una acción pueden remitir a las iniciativas que surgen en Brasil en la década de 1960 como los Parangolés de Hélio Oiticica, los objetos sensoriales de Lygia Clark o el Divisor de Lygia Pape. Sin embargo, la activación que lleva a cabo Walther no se debe interpretar en un sentido performativo pues la acción y el movimiento no están pensados para una audiencia; cuando se activan las piezas, la acción implica un momento de presentación, no de representación.
Junto con la acción, el lenguaje es otra de las herramientas de las que Franz Erhard Walther se sirve en su labor de redefinir la obra de arte, al integrarse en una genealogía que parte de Mallarmé y se extiende hasta la poesía concreta. En su caso, el artista recurre a su profundo conocimiento de la historia de la tipografía para representar la palabra como material de trabajo, desde los dibujos de su serie Wortbilder [Imágenes palabra] hasta la reinvención de las formas tipográficas reveladas en sus alfabetos escultóricos, volúmenes que invitan al espectador a descubrir su legibilidad en el espacio y a interactuar con ellos.
Activaciones
Durante el periodo expositivo se activarán copias de exposición (2014) de varios de los elementos que componen 1. Werksatz [Primera serie de obras, 1963–1969], una obra emblemática que requiere de la participación del público y en la que el artista introduce muchas de las ideas esenciales de su trayectoria. La activación la realizarán mediadores formados por el propio artista.
Del 19 de abril al 30 de junio
Jueves y viernes,de 18:00 a 21:00 h.
Sábados y domingos, de 12:00 a 14:00 y de 18:00 a 21:00 h.
Del 1 de julio al 9 septiembre
Jueves, viernes, sábados y domingos de 18:00 a 21:00 h.
Encuentro en torno a Franz Erhard Walther
Palacio de Velázquez, Parque del Retiro. 9 de septiembre, 12 h
Como cierre de la exposición, se realizará este encuentro que contará con las intervenciones de Elena Filipovic, Christian Rattemeyer y João Fernandes. Asimismo, el encuentro se complementará con una serie de activaciones realizadas por el mismo artista.
3.9.17
Primer Encuentro de la Red de Regiones Mineras de la OCDE, Antofagasta, 5-6 de octubre de 2017
Vía Instituto de Políticas Públicas UCN.
Red de Regiones Mineras de la OCDE: Construcción de una red para mejorar la productividad y el bienestar
Antofagasta será la sede del Primer Encuentro de la Red de Regiones Mineras de la OCDE, el próximo 5 y 6 de octubre del 2017. Instancia donde se reunirán líderes y profesionales regionales, nacionales e internacionales de diversas industrias y sectores de la sociedad, a intercambiar conocimientos, políticas y buenas prácticas en el ámbito del interés de las regiones y ciudades mineras del mundo.
Las temáticas a tratar en el encuentro serán:
Modelos de gobernanza subnacional y de buenas prácticas para gestionar las complejas relaciones existentes entre los gobiernos nacionales, la industria minera y los actores locales en relación con el desarrollo económico y el bienestar.
Políticas que permitan el desarrollo de la industria minera, que apoyen la productividad y la innovación, y fortalezcan los esfuerzos de diversificación económica en regiones dedicadas a las actividades extractivas.
Buenas prácticas relacionadas con los desafíos de calidad de vida y bienestar que afectan a las ciudades y regiones ubicadas en un contexto minero o con una gran dependencia de la actividad minera y la industria.
Durante los dos días que durará el evento, se llevarán a cabo diferentes actividades como: exposiciones, paneles de discusión, talleres y encuentros bilaterales. Toda esta información además del programa del evento estará disponible en los próximos días.
Las personas que participarán de esta importante actividad son expertos de la OECD y organizaciones internacionales, alrededor de 45 representantes subnacionales de diversas regiones del mundo, actores claves de la industria minera, junto a representantes de instituciones de educación superior, organizaciones sociales y medioambientales y asociaciones industriales, entre otros.
El evento finalizará con una modalidad Call to Actión, es decir, una hoja de ruta que impulse la cooperación internacional en las diferentes materias tratadas y diseñe una estrategia a seguir. Estableciendo una continuidad de la Red, que permita identificar los principios, las áreas de cooperación, el intercambio de conocimiento y los desafíos de la colaboración público-privada en el futuro cercano.
La reunión será organizada por un número de socios locales, tales como la Universidad Católica del Norte y el Instituto de Políticas Públicas, Antofagasta Cluster Minero, Gobierno Regional y Municipalidad de Antofagasta, Comité Regional de Desarrollo Productivo, CREO Antofagasta, CORFO y la Asociación de Industriales de Antofagasta.
Revise aquí la información oficial del evento:
- Versión en Inglés
- Versión en Español
- Programa preliminar: Agenda-OECD-Mining-Regions
La bella arquitectura que espera ser descubierta en Antofagasta
Vía El Mercurio de Antofagasta, 1º de agosto de 2017.
PATRIMONIO. ¿Qué pasaría si todos los cables del centro desaparecieran? Son muchos los edificios que, sin duda, volverían a la vida.
Por Jimena Herrera Montenegro
Imaginemos por un momento que todo el cableado que cruza a Antofagasta es soterrado, permitiendo observar en detalle las más bellas y antiguas construcciones de la ciudad.
Si tan sólo nos detenemos en el centro o el casco histórico y miramos con atención, nos daríamos cuenta que la historia habla a través de los edificios, y nos transporta a una época lejana.
Museo Regional (Casa Chile o Edificio de la Intervención Chilena)
Este viaje al pasado comienza con uno de los edificios más antiguos de Antofagasta: el Museo Regional, declarado monumento histórico y cuyo diseño fue encargado al arquitecto chileno Manuel Aldunate.
Según dice el arquitecto Claudio Galeno, ese edificio originalmente fue diseñado en Valparaíso, prefabricado y enviado a Mejillones, cuando aún no comenzaba la Guerra del Pacífico y, por ende, todo este territorio era boliviano.
"Cuando esto pasa a manos chilenas, es trasladado a Antofagasta, porque se quema la Aduana y se convierte en la nueva Aduana. Hoy corresponde al Museo", detalla.
Galeno explica que Antofagasta comenzó a poblarse en 1868. Es decir, el Museo -que es de 1867- tiene prácticamente la misma edad que la ciudad.
"Este edificio representa la tecnología de la época. El piso es de madera y cuenta con técnicas constructivas industrializadas que se aplicaron a muchos edificios del Siglo XIX", precisa.
Catedral de San José
La Catedral es otro de los edificios más relevantes en Antofagasta. Los archivos dan cuenta de que este espacio estuvo ocupado por una capilla que se incendió en 1906. Al año siguiente se inició la construcción del actual templo, finalizando las obras en 1917.
El edificio fue proyectado por los arquitectos Miguel Zamora, el francés Emile Doyer y Carlos Reyes Prieto.
"Es de estilo neo-gótico y coincide con la tendencia de arquitectura historicista de fines del Siglo XIX y principios del Siglo XX. Es una estructura de hierro rodeada de hormigón y muchos de sus elementos fueron traídos de Europa. Los vitrales se hicieron en Alemania y algunos elementos exteriores son de Barcelona", detalla
Cuartel de Bomberos
Según relata el arquitecto, en el diseño del Cuartel General de Bomberos estuvo involucrado un inmigrante italiano llamado Luigi Abd-el-Kader, quien se había formado en Milán.
"Es un edificio ecléctico, que mezcla muchos elementos ornamentales que podrían venir del Barroco, es una mezcla libre", detalla.
Además asegura que su construcción -realizada entre 1906 y 1914- tuvo un objetivo preventivo, en una época en que la mayor parte de las edificaciones de la ciudad eran de madera y se producían innumerables incendios.
"El edificio es previsor, se anticipa en dimensiones al desarrollo de la ciudad porque es enorme, con un torreón central y la parte inferior tiene una gran altura. Arriba están todas las oficinas administrativas. Fue uno de los primeros servicios públicos y anterior a eso estaba el Hospital El Salvador", precisa.
1904-1910
Galeno destaca que todos estos edificios aparecen en la misma época. En 1904 se firma el tratado con Bolivia y en 1910 se celebró el Centenario de la República de Chile, por lo cual la ciudad se embelleció.
"En ese periodo, cuando Bolivia asume oficialmente que Antofagasta es territorio chileno, y previo al Centenario de 1910, se produce una gran inversión pública de construcción urbana", dice.
Fue en ese contexto que además aparece la Intendencia Regional, los regalos de las colonias extranjeras (en la Plaza Colón y en la entrada al Cementerio General), y los edificios del puerto, como el de resguardo marítimo y la gobernación.
Hoteles
Galeno dice que además habían varios hoteles. El que ocupa hoy el Centro Cultural Estación era el Hotel Belmont, de la familia Luksic, y al lado estaba el Banco Mercantil Boliviano, que actualmente es el edificio de la PDI. Según el profesional, la arquitectura se reconoce de inmediato.
"Sus dos esquinas están rematadas por dos cúpulas metálicas que estilizan el conjunto. La construcción ecléctica tiene su fachada principal por calle Bolívar y sus fachadas laterales por calle Washington y el pasaje Abaroa".
El hotel Belmont fue inaugurado el año 1913 y está muy bien emplazado. Los pasajeros llegaban al puerto antiguo -ubicado en lo que hoy se conoce como la Poza Histórica- y al lado estaba la Aduana, actual Museo.
"En el pasaje Abaroa había mucho mercadillo y estaba el muelle de pasajeros. Entonces la gente desembarcada y en el eje, que todavía se puede apreciar al pararse entre los edificios de la antigua gobernación y resguardo, se ven estos edificios con unos torreones imponentes y sus tres pisos. Abajo estaba el bar de los ingleses y arriba el hotel", agrega.
La construcción de estas obras estuvo a cargo de la empresa británica, Sage & Co., que hicieron varios edificios eclécticos en Antofagasta.
Entre los años 20 y 30, el Hotel Belmont era uno de los mejores de la ciudad, junto al Hotel de Francia e Inglaterra, el Grand Hotel, el Hotel Londres (ubicado en Latorre con Prat y que se incendió), el Hotel Oriental y el Hotel Buenos Aires.
Casa de la Cultura (antigua Municipalidad)
Continuando el viaje en el tiempo, nos encontramos con la antigua municipalidad, la cual funcionaba en un inmueble que aún existe en la esquina de la Plaza Sotomayor (Matta con Uribe).
"Es un edificio grande, de madera, con un balcón. Está muy dividido abajo, hay shoperías, una galería comercial, arriba unas pensiones y un local de mini casinos", comenta Claudio Galeno.
La "nueva" municipalidad se construye entre el año 1912 y 1914 y actualmente es ocupada por la Casa de la Cultura.
El edificio fueemplazado [definido] través de un concurso, el cual ganó Luigi Abd-el-Kader, mientras que el diseño [la construcción] estuvo a cargo de Jaime Pedreny, quien construyó la Casa Giménez.
"Comienza su construcción, pero al Concejo Municipal no le gustó el diseño de la fachada. Entonces, aparece otro arquitecto italiano que trabajaba para el Ministerio de Obras Públicas, llamado Leonello Bottacci, y le piden a él que la rediseñe", comentó Galeno.
El experto explica que el edificio finalmente en su gran estructura es de Abd-el-Kader, pero en su fachada está diseñada por Bottacci.
"Es un edificio muy interesante por la envergadura y su altura. Además tiene un patio interior vertical con un clima fantástico, y por otro lado el Salón de Honor, que hasta hoy no se ha restaurado. Tenía además el cielo pintado con una pintura de Sixto Rojas", detalló.
Basílica
Bajando por Avenida Argentina, aparece la Basílica Corazón de María, con un estilo neo-renacentista. Según Galeno, además posee elementos del periodo Románico.
"La cubierta y la parte del fondo son una serie de domos que se van superponiendo. Tiene influencia de algunos proyectos que hizo Leonardo Da Vinci, arquitecto y artista italiano.
"La parte de atrás de la Basílica coincide perfectamente con los dibujos de Leonardo, y es curioso, porque además en el altar está tallada la Última Cena de Leonardo en mármol de Carrara, traído de Europa. Es un juego en el diseño", precisa.
Un poco más al sur, podemos encontrar numerosas casas que no son tan antiguas como parecen, ya que muchas corresponden a los denominados "falsos históricos".
La casa del Ferrocarril es una de ellas. Fue realizada con posterioridad a la época de las otras construcciones. "Allí Adriana Zuanic hizo un cortometraje, que se llama Non Plus Ultra", cuenta Galeno.
También está la casa Abaroa, de 1920, y el actual restorán Divinus, que pertenecía a un doctor. Esa era la zona residencial elegante, rodeada de quintas, áreas verdes y panaderías de los griegos.
Sin embargo, el sueño de eliminar los cables que hoy impiden apreciar la belleza de estas y otras edificaciones implica un esfuerzo económico importantes. Cifras de la municipalidad indican que soterrar el cableado de sólo una cuadra puede costar más de $150 millones, por lo que despejar todo el centro (20 manzanas) demandaría unos $12 mil millones. Se trata entonces de un sueño caro, pero no imposible.
La necesidad de dar valor al patrimonio
El arquitecto Emile Ugarte dice que falta una política para dar valor a esas construcciones que nacieron durante el ciclo dorado del salitre. "Hay todo un tema con el cableado además, porque se privatizaron las empresas y eso quedó en tierra de nadie. Hace falta fiscalización respecto a lo que significa el daño al paisaje. Las empresas de servicios ni siquiera se preocupan de sacar los cables que no se usan, porque nadie les cobra por eso. Creo que tenemos un patrimonio importante en el centro y debería formarse una corporación para salvaguardar ese patrimonio".
PATRIMONIO. ¿Qué pasaría si todos los cables del centro desaparecieran? Son muchos los edificios que, sin duda, volverían a la vida.
Por Jimena Herrera Montenegro
Imaginemos por un momento que todo el cableado que cruza a Antofagasta es soterrado, permitiendo observar en detalle las más bellas y antiguas construcciones de la ciudad.
Si tan sólo nos detenemos en el centro o el casco histórico y miramos con atención, nos daríamos cuenta que la historia habla a través de los edificios, y nos transporta a una época lejana.
Museo Regional (Casa Chile o Edificio de la Intervención Chilena)
Este viaje al pasado comienza con uno de los edificios más antiguos de Antofagasta: el Museo Regional, declarado monumento histórico y cuyo diseño fue encargado al arquitecto chileno Manuel Aldunate.
Según dice el arquitecto Claudio Galeno, ese edificio originalmente fue diseñado en Valparaíso, prefabricado y enviado a Mejillones, cuando aún no comenzaba la Guerra del Pacífico y, por ende, todo este territorio era boliviano.
"Cuando esto pasa a manos chilenas, es trasladado a Antofagasta, porque se quema la Aduana y se convierte en la nueva Aduana. Hoy corresponde al Museo", detalla.
Galeno explica que Antofagasta comenzó a poblarse en 1868. Es decir, el Museo -que es de 1867- tiene prácticamente la misma edad que la ciudad.
"Este edificio representa la tecnología de la época. El piso es de madera y cuenta con técnicas constructivas industrializadas que se aplicaron a muchos edificios del Siglo XIX", precisa.
Catedral de San José
La Catedral es otro de los edificios más relevantes en Antofagasta. Los archivos dan cuenta de que este espacio estuvo ocupado por una capilla que se incendió en 1906. Al año siguiente se inició la construcción del actual templo, finalizando las obras en 1917.
El edificio fue proyectado por los arquitectos Miguel Zamora, el francés Emile Doyer y Carlos Reyes Prieto.
"Es de estilo neo-gótico y coincide con la tendencia de arquitectura historicista de fines del Siglo XIX y principios del Siglo XX. Es una estructura de hierro rodeada de hormigón y muchos de sus elementos fueron traídos de Europa. Los vitrales se hicieron en Alemania y algunos elementos exteriores son de Barcelona", detalla
Cuartel de Bomberos
Según relata el arquitecto, en el diseño del Cuartel General de Bomberos estuvo involucrado un inmigrante italiano llamado Luigi Abd-el-Kader, quien se había formado en Milán.
"Es un edificio ecléctico, que mezcla muchos elementos ornamentales que podrían venir del Barroco, es una mezcla libre", detalla.
Además asegura que su construcción -realizada entre 1906 y 1914- tuvo un objetivo preventivo, en una época en que la mayor parte de las edificaciones de la ciudad eran de madera y se producían innumerables incendios.
"El edificio es previsor, se anticipa en dimensiones al desarrollo de la ciudad porque es enorme, con un torreón central y la parte inferior tiene una gran altura. Arriba están todas las oficinas administrativas. Fue uno de los primeros servicios públicos y anterior a eso estaba el Hospital El Salvador", precisa.
1904-1910
Galeno destaca que todos estos edificios aparecen en la misma época. En 1904 se firma el tratado con Bolivia y en 1910 se celebró el Centenario de la República de Chile, por lo cual la ciudad se embelleció.
"En ese periodo, cuando Bolivia asume oficialmente que Antofagasta es territorio chileno, y previo al Centenario de 1910, se produce una gran inversión pública de construcción urbana", dice.
Fue en ese contexto que además aparece la Intendencia Regional, los regalos de las colonias extranjeras (en la Plaza Colón y en la entrada al Cementerio General), y los edificios del puerto, como el de resguardo marítimo y la gobernación.
Hoteles
Galeno dice que además habían varios hoteles. El que ocupa hoy el Centro Cultural Estación era el Hotel Belmont, de la familia Luksic, y al lado estaba el Banco Mercantil Boliviano, que actualmente es el edificio de la PDI. Según el profesional, la arquitectura se reconoce de inmediato.
"Sus dos esquinas están rematadas por dos cúpulas metálicas que estilizan el conjunto. La construcción ecléctica tiene su fachada principal por calle Bolívar y sus fachadas laterales por calle Washington y el pasaje Abaroa".
El hotel Belmont fue inaugurado el año 1913 y está muy bien emplazado. Los pasajeros llegaban al puerto antiguo -ubicado en lo que hoy se conoce como la Poza Histórica- y al lado estaba la Aduana, actual Museo.
"En el pasaje Abaroa había mucho mercadillo y estaba el muelle de pasajeros. Entonces la gente desembarcada y en el eje, que todavía se puede apreciar al pararse entre los edificios de la antigua gobernación y resguardo, se ven estos edificios con unos torreones imponentes y sus tres pisos. Abajo estaba el bar de los ingleses y arriba el hotel", agrega.
La construcción de estas obras estuvo a cargo de la empresa británica, Sage & Co., que hicieron varios edificios eclécticos en Antofagasta.
Entre los años 20 y 30, el Hotel Belmont era uno de los mejores de la ciudad, junto al Hotel de Francia e Inglaterra, el Grand Hotel, el Hotel Londres (ubicado en Latorre con Prat y que se incendió), el Hotel Oriental y el Hotel Buenos Aires.
Casa de la Cultura (antigua Municipalidad)
Continuando el viaje en el tiempo, nos encontramos con la antigua municipalidad, la cual funcionaba en un inmueble que aún existe en la esquina de la Plaza Sotomayor (Matta con Uribe).
"Es un edificio grande, de madera, con un balcón. Está muy dividido abajo, hay shoperías, una galería comercial, arriba unas pensiones y un local de mini casinos", comenta Claudio Galeno.
La "nueva" municipalidad se construye entre el año 1912 y 1914 y actualmente es ocupada por la Casa de la Cultura.
El edificio fue
"Comienza su construcción, pero al Concejo Municipal no le gustó el diseño de la fachada. Entonces, aparece otro arquitecto italiano que trabajaba para el Ministerio de Obras Públicas, llamado Leonello Bottacci, y le piden a él que la rediseñe", comentó Galeno.
El experto explica que el edificio finalmente en su gran estructura es de Abd-el-Kader, pero en su fachada está diseñada por Bottacci.
"Es un edificio muy interesante por la envergadura y su altura. Además tiene un patio interior vertical con un clima fantástico, y por otro lado el Salón de Honor, que hasta hoy no se ha restaurado. Tenía además el cielo pintado con una pintura de Sixto Rojas", detalló.
Basílica
Bajando por Avenida Argentina, aparece la Basílica Corazón de María, con un estilo neo-renacentista. Según Galeno, además posee elementos del periodo Románico.
"La cubierta y la parte del fondo son una serie de domos que se van superponiendo. Tiene influencia de algunos proyectos que hizo Leonardo Da Vinci, arquitecto y artista italiano.
"La parte de atrás de la Basílica coincide perfectamente con los dibujos de Leonardo, y es curioso, porque además en el altar está tallada la Última Cena de Leonardo en mármol de Carrara, traído de Europa. Es un juego en el diseño", precisa.
Un poco más al sur, podemos encontrar numerosas casas que no son tan antiguas como parecen, ya que muchas corresponden a los denominados "falsos históricos".
La casa del Ferrocarril es una de ellas. Fue realizada con posterioridad a la época de las otras construcciones. "Allí Adriana Zuanic hizo un cortometraje, que se llama Non Plus Ultra", cuenta Galeno.
También está la casa Abaroa, de 1920, y el actual restorán Divinus, que pertenecía a un doctor. Esa era la zona residencial elegante, rodeada de quintas, áreas verdes y panaderías de los griegos.
Sin embargo, el sueño de eliminar los cables que hoy impiden apreciar la belleza de estas y otras edificaciones implica un esfuerzo económico importantes. Cifras de la municipalidad indican que soterrar el cableado de sólo una cuadra puede costar más de $150 millones, por lo que despejar todo el centro (20 manzanas) demandaría unos $12 mil millones. Se trata entonces de un sueño caro, pero no imposible.
La necesidad de dar valor al patrimonio
El arquitecto Emile Ugarte dice que falta una política para dar valor a esas construcciones que nacieron durante el ciclo dorado del salitre. "Hay todo un tema con el cableado además, porque se privatizaron las empresas y eso quedó en tierra de nadie. Hace falta fiscalización respecto a lo que significa el daño al paisaje. Las empresas de servicios ni siquiera se preocupan de sacar los cables que no se usan, porque nadie les cobra por eso. Creo que tenemos un patrimonio importante en el centro y debería formarse una corporación para salvaguardar ese patrimonio".
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