14.2.10

Neruda a la carta / Hotel Maury de Antofagasta: “el mejor hotel en el mejor lugar y clima”

© Archivo Fahrenkrog

Neruda a la carta
Por Revista Qué Leer

Recibo una edición de las Cartas de Amor (Seix Barral) de Pablo Neruda y estoy tentado dejar el libro rutinariamente en una pila, no creo que pueda encontrar nada nuevo del autor chileno. Si el turrón el Almendro vuelve a casa por Navidad, Pablo Neruda siempre vuelve a las librerías por San Valentín. Sus Veinte poemas de amor y una canción desesperada se han reeditado tanto que la palabra amor incluso suena a desgastada. Sin embargo, el libro viene con una nota manuscrita de una persona de la editorial por la que siento especial afecto y lo empiezo a ojear. Y la edición es muy interesante porque reproduce fotográficamente con un muy buen papel y una gran nitidez las cartas y postales originales. Uno se queda inevitablemente atrapado en la telaraña de la letra manuscrita, una letra que al principio cuesta un poco descifrar, probablemente porque hemos perdido la práctica de leer escritos de puño y letra. Pero al poco uno va tomando el hilo de la lectura y se siente transportado al momento exacto en que Neruda escribía sus cartas. A eso contribuye que muchas hojas llevan el membrete de hoteles como el Hotel Cornavin de Genéve (varias), el Hotel Maury de Antofagasta (con una leyenda que reza: “el mejor hotel en el mejor lugar y clima”) o el Gran Hotel de Stockholm con su regia corona en el encabezamiento. Aunque a Neruda Estocolmo le parece una ciudad fea, sin luz, donde ve la nieve negra. Las postales descoloridas del Machu Pichu o de Buenos Aires revelan su costumbre de escribir en el hueco destinado a tal efecto de manera perpendicular a la dirección de envío, girando la postal. Es una manera de volver a leer a Neruda de una manera más cercana y su letra menuda, en la que hay palabras que uno no es capaz de desentrañar, pero que sin embargo resultan cartas muy clarividentes sobre su estado de ánimo y su pensamiento. Sin duda, el correo electrónico y el blog han sido grandes avances para la comunicación, pero unas líneas escritas a mano tienen la rara cualidad de hacernos visualizar a quien las escribe de una manera mucho más palpable. Uno no puede evitar cierta melancolía por haber perdido el placer de la escritura a mano, con lo que tiene de emocional y personal. Probablemente no habría abierto este volumen si la nota que la acompañaba recomendándome su lectura no hubiera sido manuscrita.

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