16.1.13

Pintores y escutores en Antofagasta, por Víctor Carvacho, revista PEC (Política, Economía y Cultura), 1965


Vía El Portal del Arte.

En Antofagasta se, está desarrollando un movimiento pictórico vigoroso. Pudimos apreciarlo en una visita reciente. Formábamos parte de un jurado de selección y premios perteneciente al Salón Regional del Norte, al cual concurren, convocados por el municipio antofagastino, artistas residentes entre Coquimbo y Arica. Los pintores que conocimos se encuentran en la vanguardia de la pintura chilena y constituyen el primer conjunto de provincia con niveles artísticos equiparables a los mejores de Santiago. Hay seis o siete bastante homogéneos, poseen, además, rasgos que permiten afirmar que existe una escuela pictórica local, diferenciada del resto del país.

¿Cómo se produjo este fenómeno?

Por obra de la Universidad del Norte y del Centro Universitario de Antofagasta. Ambas instituciones mantienen Escuelas de Bellas Artes y de Pedagogía en Artes Plásticas. Sus profesores son todos jóvenes. Unen a la preparación pedagógica la actividad creadora en el dominio de la pintura, el dibujo, el grabado. La escultura y las artes aplicadas. Junto a la labor docente está la otra labor, la de creación y divulgación artística, a la cual se entregan fervorosamente. No ha sido comprendida con facilidad su labor. En todas partes existe una especie de maleza provinciana, como la que se ha descargado por estos días en la Feria del Forestal. La constituyen los eternos aficionados que jamás despegan de la mediocridad. No obstante, se han impuesto estos artistas, asimilados por el crecimiento de Antofagasta. Hoy, son un motivo de orgullo para la cultura local.

¿Quiénes forman en este grupo de artistas?

Está, en primer lugar, el pintor Silva. Como un godo de buena cepa, rubicundo bajo el sol implacable, lo vimos trabajar en su taller en el montaje de la exposición de sus cursos, en la Feria Regional. Conocimos lo mucho que ha pintado. Se distinguen en su producción dos etapas. Ambas están regidas por el sigilo del expresionismo. En la primera, se aplicó especialmente a la figura. En la segunda, a la presencia enigmática y solitaria de los objetos. Su paleta verde y roja, al comienzo, se ha ido haciendo gris y sombría. Impera en todo un rigor composicional austero. Silva es un pintor en la plena posesión de sus condiciones creadoras.

Juan León es otro pintor de valor. Formado en la Universidad de Chile y en Dresden, ciudad en la que estudió durante tres años, se caracteriza por el sentido crítico con que ajusta y ciñe sus formas. Es un figurativo, con fuerte dosis de abstraccionista. No obstante, nunca se pierde en sus telas la imagen de las cosas visibles. Ciertos paisajes tienen la alba limpieza de planos que dicta la contemplación de la pampa. Algo tienen de su luz y de sus yermas extensiones. Al Salón Regional presentó una tela notable con la forma de un pez traslúcido, contrastado sobre un plano de madera.

¿Quién no recuerda, en Santiago, a Waldo Valenzuela?

Cuando adolescente, mientras vivía en Ovalle, escribió a Camilo Mori. Más tarde, se vino a estudiar a Santiago, hizo una exposición bastante vanguardista, para sus años, en el Banco de Chile, había muchos soles y cielos de añil. También se reconocían formas orgánicas audaces, con vísceras que dejaban al descubierto sus secretos procesos fisiológicos. Después, estuvo bajo las enseñanzas de Manuel Venegas. Cambió Valenzuela y renegó de sus atrevimientos primitivos. Se fue a Antofagasta como profesor y director de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad del Norte. Engordó, empezó a pintar como un anciano y tomó, vagamente, la apariencia de un Monseñor de la pintura regional. Altibajos profesionales han hecho el milagro de rejuvenecer al pintor. Lo que ahora hace, vuelve por los fueros que lo hicieron un pintor de avanzada a los 18 años. Aún no sale del todo de la crisis de recuperación, pero lo que pinta ya es digno de conocerse y admirarse.

Un pintor nuevo que promete muchísimo es Flores. Por la estructura, sus paisajes son cubistas; por el colorido, expresionistas. En sus planos están las casas, los muros, el cielo y el sol de Antofagasta. No es poco decir. Vive también en Antofagasta el pintor Iván Lamberg. Su desarrollo se encuentra estancado. Voleado hacia un subjetivismo morboso, no ha sido capaz de reflejar el impacto de un medio vivificador como el de la tierra que pisa y el aire que respira. Lleva a cuestas una especie de cementerio personal, poblado de marionetas que posan para sus telas.

Chela Lira es una figura local. Exótica, en el maquillaje y en el modo de mostrarse, aún causa expectación con sus formas de sirena barroca. Parece que pinta poco, porque al Salón Regional mandó cosas antiguas. Pasa por ellas la luz y el color de su maestro y compañero Roko Matjasic. Mujer de fuerte personalidad, ha sufrido en forma desquiciadora el impacto de las nuevas tendencias, sin recuperarse del todo en la coherencia y sinceridad con que en ellas debe expresarse. Además, como lo dice donosamente: “si no pinto flores, ¿quién me compra?”. Y lo hace con calidad pictórica, que es lo que importa.

Andrés Sabella es pastor de una grey numerosa. Pontifica en todos los lugares. Se le quiere. Es un Quijote gordo de la literatura, especialmente poética. Metido en las artes plásticas cultiva un estilo de dibujo de preciosas alusiones orientales. Pasa por ellas un ángel; primo hermano del que asistía a García Lorca.

El escultor Gregorio Berchenko obtuvo el Premio de Honor, en el Salón Regional del Norte, Es bastante original en sus composiciones en hierro. Trabaja parcamente, por lo que vimos. No le haría mal emprender obras de más aliento, con todo lo que sabe y con todo lo que de él esperaba Marta Colvin, cuando era su ayudante.

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