22.6.11

Congreso de restauración fotográfica en Logroño

Vía Fotoconservación 2011

30 Años de ciencia en la conservación-restauración de fotografía.

ÁNGEL Mª FUENTES, director científico de la Conferencia.

La ciencia conservación-restauración de bienes culturales sobre soporte fotográfico es un campo profesional que ha sido desarrollado en los últimos treinta años. Pese a su juventud ha asumido la responsabilidad de contribuir a la permanencia de la herencia cultural contenida en los registros fotográficos desde numerosas instituciones y grupos de trabajo, hasta consolidar los criterios que permiten identificar los materiales, establecer las técnicas de diagnóstico, protocolos de intervención, metodología de custodia, acceso y explotación cultural, contribuyendo a la ciencia de la conservación dentro de las prácticas que contiene el código deontológico de la profesión.

Treinta años de investigación y de trabajo científico han producido un tremendo volumen de información, mucha de ella plenamente vigente y otra que ha quedado obsoleta o fuera de los parámetros que señala el código deontológico. La información que contiene la red hace que coexistan ambos corpus informativos produciendo efectos que requieren ser corregidos.

Numerosos profesionales creemos que ha llegado el momento de revisar nuestro campo profesional con la voluntad de establecer un sumario de la historia del campo y señalar cuáles son las direcciones en las que marcarán el futuro inmediato de nuestra actividad.

Por ello proponemos la celebración de una conferencia internacional cuyas actas permitan revisar cómo se han desarrollado las distintas áreas de la profesión y cuáles son las líneas de trabajo que cada una de las áreas considera operativas.

La conferencia tendrá lugar en la ciudad de Logroño, Comunidad Autónoma de La Rioja, del 20 al 23 del mes de junio de 2011.


Vía El País
El enigma del amarillo hoja muerta

Nacida hace solo tres décadas, la restauración fotográfica vive su gran momento - Un congreso reúne en Logroño a los máximos especialistas mundiales

GREGORIO BELINCHÓN - Logroño - 22/06/2011

"Amarillo hoja muerta". En el listado de colores de sus fotografías, el francés Gustave Le Gray (1820-1884) encontró tres palabras precisas para definir el tono sepia que tenían algunos de sus paisajes arquitectónicos. Pero, ¿cómo volver a ese matiz en unas fotografías con 150 años de antigüedad, y que hasta hace poco más de tres décadas nadie estaba interesado en conservar? Y sobre todo, ¿cómo es el amarillo hoja muerta en la guía Pantone? A Le Gray, como a Robert Daguerre (inventor del daguerrotipo, precedente de la fotografía), le preocupaba la conservación de sus obras. Por eso hizo su lista de colores. Lo que no pudo imaginar es que compartiría esa preocupación siglo y medio más tarde con un millonario tejano, que el pasado sábado adquirió su Bateaux quittant le port du Havre, de 1856 o 1857, en una subasta en París por 917.000 euros.

Porque la fotografía está en alza artística y económicamente, y cada vez más museos y coleccionistas, como ese tejano, quieren tener sus obras en perfectas condiciones. Por desgracia, la preservación y restauración fotográfica solo tiene 30 años de antigüedad, desde que en 1975 se inaugurara la George Eastman House en Rochester (Nueva York), y aún hoy los conservadores no han unificado sus criterios. "Hay multitud de materiales y de procesos fotográficos, es una ciencia joven... Urgía unificar, aclarar protocolos y reconsiderar los criterios de exhibición y conservación", asegura Ángel María Fuentes, director científico de FotoConservación, el congreso que esta semana se celebra en Logroño y que se divide en dos partes: la internacional, que se clausura el jueves, "cuyas actas consensuadas servirán como base del trabajo en el futuro", y la nacional, que se celebrará a continuación el viernes y el sábado. "Los dividimos porque España tiene una identidad propia", asegura Fuentes, "y porque en estos tiempos de crisis vamos a adelantarnos a los recortes y decidiremos los criterios científicos mínimos para la conservación". Para que cuando llegue el político de turno, los conservadores tengan una respuesta. "Lo mismo puedo aguantarme sin cambiar las fundas de unas fotografías, pero habrá procesos de conservación ineludibles, y sin ellos nuestra herencia cultural desaparecerá". En Europa, Alemania y Francia van muy a la cabeza en esta labor.

Por suerte y por desgracia, la fotografía como arte no ha sido tomada en serio hasta hace poco. Por suerte, porque eso hizo que fuera popular, que cualquiera retrate a la familia en una paella dominguera; por desgracia, porque eso abarató y restó calidad a los materiales fotográficos. "De ahí que aguante mejor el paso del tiempo la foto de la boda de nuestros abuelos que la de nuestra comunión", apunta Fuentes, que insiste: "La fotografía es arte y a la vez tiene valor documental. Necesitamos restaurar su soporte para preservar la información".

En Logroño están todos los popes de la conservación fotográfica, incluido el estadounidense Grant Romer, que ya trabajó en los inicios de la Eastman House y es el padrino de la actual generación de restauradores. Algunos exponen ideas que aunque suenen obvias, no por ello deben darse por sabidas. Nora Kennedy, del Metropolitan neoyorquino, empuja a sus compañeros a hablar con los artistas: "Nunca sabremos qué aspecto original tenían las fotos de Walker Evans o Alfred Stieglitz, pero yo aún pude charlar con Richard Avedon sobre la conservación y exposición -desde el tamaño a la iluminación- de su trabajo. La intencionalidad de los artistas es fundamental, y más en la fotografía contemporánea, en que muchas veces la obra es única y no hay un negativo previo". Kennedy, como conservadora jefe del Met, es la última de una cadena que inició el mismísimo Stieglitz, que además de genio de la fotografía inició las compras para el museo.

Por cierto, no fue Stieglitz o su contemporáneo Edward Steichen el primero en superar el millón de dólares en una subasta. Como apunta Peter Mustardo, dedicado a la conservación privada tras años en los archivos municipales de Nueva York, "esa marca la rompió Marlboro man, de Richard Prince, un artista vivo, que encima usó para su trabajo la foto de otro y al que el propietario de su obra podrá telefonear".

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