Vía La Tercera.
Autor: Javiera Guajardo
La artista de 73 años, que retrata personajes marginados, recibe el mayor galardón para las artes visuales.
Mundos invisibles y marginados son los motivos que la fotógrafa Paz Errázuriz (1944) ha explorado con su lente desde los años 80 hasta hoy. Fue a inicios de los 90 cuando llegó al Hospital Siquiátrico de Putaendo y retrató las relaciones afectuosas entre los pacientes internados. Más adelante, su interés se volcó en los boxeadores, y después su lente se enfocó en la piel de travestis y homosexuales. “Son temas de mi interés y siempre estoy con proyectos que tocan temas que no se quieren mirar muy de frente”, dijo ayer la fotógrafa.
Este mismo interés que guió su trayectoria es el que le significó el Premio Nacional de Artes Plásticas 2017, entregado justamente en el Mes de la Fotografía. “Su contribución nos permite ver una realidad que la sociedad prefiere ignorar, la vida que no vemos a simple vista. Su obra aborda la marginalidad desde una mirada que humaniza situaciones que no vemos o que no queremos ver”, dijo la ministra de Educación, Adriana Delpiano, quien presidió el jurado integrado por los rectores de la U. de Chile, Ennio Vivaldi, y de Talca, Alvaro Rojas, representante del CRUCH, y el pintor Benito Rojo a nombre de la Academia Chilena de Bellas Artes. La premiada anterior, Roser Bru, se excusó por motivos de salud.
El nombre de Paz Errázuriz fue elegido de manera unánime, y se impuso sobre otros artistas destacados como Mario Toral, Alejandro “Mono” González, Ximena Cristi y Ricardo Yrarrázaval.
Es primera vez que este galardón (creado en 1944 y modificado en 1992) reconoce la obra de un fotógrafo. “Representa algo importante e inesperado, porque represento a un área que en 70 años nunca se le había dado boleto. Situar a la fotografía a la par con las otras artes visuales es algo importante”, comentó la fotógrafa, quien llegó al despacho del Mineduc.
A fines del año pasado un grupo de artistas levantó su candidatura al premio, y en meses sumó el apoyo de instituciones como el MoMA de Nueva York, el Malba de Buenos Aires, la Fundación Mapfre de España, y en Chile el Museo de Bellas Artes. “Recibir este premio es de lo más extraño que hay, aunque no puedo decir que sea sorpresa porque hubo una campaña”, dijo Errázuriz, una de las fundadoras de la Asociación de Fotógrafos Independientes en los años 80.
Si bien sus inicios en la fotografía fueron como autodidacta, en 1993 se perfeccionó en el International Center of Photography de Nueva York. Este año, se reeditó una de las publicaciones que marcaron su carrera: El infarto del alma, libro que publicó en conjunto con la escritora Diamela Eltit sobre las parejas del Siquiátrico de Putaendo y que cumple más de 20 años. Además, en julio recibió el Premio Madame Figaro en Arles, Francia, cuando expuso Una poética de lo humano.
Para Errázuriz recibir el Premio Nacional es un nuevo empuje para continuar con su trabajo. El galardón, que entrega $18 millones y una renta vitalicia mensual de 20 UTM ($933 mil), es un apoyo para financiar nuevos proyectos.
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