Por Claudio Galeno-Ibaceta sobre la interacción del arte con la arquitectura, desde Antofagasta y el Norte Grande de Chile. By Claudio Galeno-Ibaceta about the interaction between art and architecture, from Antofagasta and the Large North of Chile.
19.5.17
Internet Archive, la biblioteca de Alejandría de la era digital
Vía One / El País.
Las evidencias arqueológicas no demuestran de forma categórica que la mítica biblioteca de Alejandría tuviera las dimensiones fabulosas que todos suponemos. No hay suficientes fuentes que permitan describir con exactitud cuántos volúmenes albergó, cómo estaban ordenados o cuál era el trabajo de los bibliotecarios. Sí es seguro que existió, que en el siglo III antes de nuestra era la mandó construir Ptolomeo I, rey de Egipto y lugarteniente de Alejandro Magno (el fundador de la ciudad), y que pretendía reunir todo el saber humano acumulado hasta la fecha. A partir de aquí la mayoría de los datos son confusos e incluso contradictorios, puesto que ni tan siquiera existe un acuerdo acerca de cuál fue su final: si se destruyó en el incendio provocado por Julio César, o si el declive vino posteriormente provocado por los saqueos que ordenaron los emperadores romanos cristianos que pretendían acabar con las herejías, o si fue expoliada durante la conquista musulmana, al considerar las obras -también ellos, triste coincidencia- blasfemas. En cualquiera de los casos, la biblioteca de Alejandría ha quedado grabada en el imaginario como un lugar donde floreció el conocimiento y el respeto por encima de las diferencias, y también como un símbolo de la ignorancia que los maniqueísmos fanáticos pueden provocar.
Por eso es normal que cuando Brewster Kahle hable de The Internet Archive, un proyecto que le ha ocupado media vida, haga referencia a la biblioteca egipcia: “la idea es construir la biblioteca de Alejandría de la era digital. ¿Podemos coger toda esta tecnología y hacer algo grandioso? ¿Podemos hacer que todas las obras públicas de la humanidad estén disponibles para todo el mundo?”. La propuesta suena, desde su propia formulación, inabarcable, pero Kahle ha conseguido con su idea reunir una cantidad de información impresionante: 286 mil millones de webs (incluyendo una máquina del tiempo que permite visitar versiones antiguas de sitios o páginas que ya no existen), 12 millones de textos, 3,3 millones de archivos de vídeo, una cantidad similar de audios, un millón y medio de fotografías, más de un millón de shows de televisión, 176.000 conciertos y 171.000 programas de software. El proyecto nació en 1996, cuando Internet daba sus primeros pasos, para recopilar páginas webs y que estas no se perdieran y año tras año fue ampliando y diversificando sus fondos. Desde 2005 digitalizan 1.000 libros al día que están a disposición de cualquiera, bien en descarga gratuita si los derechos así lo permiten, o bien mediante un préstamo.
Kahle, que se define a sí mismo como “bibliotecario”, es uno de los pioneros de Internet. Graduado en inteligencia artificial por el MIT, trabajó con supercomputadoras y en 1989 creo el primer sistema de publicación para Internet. Ser protagonista de aquellos inicios es lo que le hace mantener el espíritu original de quienes vieron en la web una posibilidad para mejorar el mundo. Por eso, a pesar de que el objetivo de The Internet Archive pudiera parece el proyecto de un megalómano ensoñador, Kahle cree que el intento de que todo el conocimiento sea compartido merece la pena en sí mismo por complejo que resulte. Y vuelve a su ejemplo predilecto, la biblioteca de Alejandría, para argumentar que no debemos permitir que otro incendio -real o digital- haga que se pierdan tantas obras humanas valiosas.
Edición: Noelia Núñez | David Castañón
Texto: José L. Álvarez Cedena
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