Vía
El País.
Por Juan Peces desde París.
América Latina 1960-2013. Fotografías. En el título de la gran retrospectiva que dedica la
Fundación Cartier de París a las artes visuales hay varias declaraciones de intenciones. Una sería la elección del español para definir la muestra y, en concreto, de la voz
América Latina, que favorece la singularidad de un continente antaño indígena que solo por circunstancias históricas y culturales deviene latino. Otra sería la elección de un acontecimiento político, la revolución cubana, para fijar el punto de arranque cronológico. Por último, se ha querido señalar la preponderancia de la fotografía como modo de expresión artística y documental, que en la muestra se amplía a las artes visuales (videoarte, intervención del espacio,
collage, grafismo, vídeo documental).
La muestra es magna, sin duda, por su afán de abarcar muchas realidades, periodos históricos y géneros artísticos tributarios de la fotografía; pero también por la generosidad de una casa que le ha entregado la práctica totalidad de los 1.114 metros cuadrados que ocupan sus salas de exposición. Leanne Sacramone, conservadora de la Fundación Cartier y miembro del equipo comisarial de la exposición, no guarda memoria en la decena de años que ha trabajado para la institución, de una muestra en la casa con un número tan elevado (72) de artistas, originarios de 11 países. Para ella, la exposición “aporta una nueva perspectiva, porque no aborda el realismo mágico o el documental de tipo social, sino la fotografía como medio de expresión” en sus diferentes vertientes. También es, añade, “un homenaje a
la exposición del comisario Horacio Fernández sobre el fotolibro latinoamericano” que tuvo lugar en Le Bal en enero de 2012.
Producida junto con el
Museo Amparo de Puebla (México) —su próximo destino— y con la colaboración del Instituto de Altos Estudios de América Latina de París, la muestra ha contado con la participación de los comisarios Ángeles Alonso Espinosa, Hervé Chandès, Alexis Fabry, Isabelle Gaudefroy, Leanne Sacramone e Ilana Shamoon. Fruto de esa labor de investigación es el catálogo editado
ad hoc, que arranca con la frase “¿Qué pasaría si América Latina no fuera más que una invención de Europa?”, del profesor de la Sorbona Olivier Compagnon. Para este experto, las obras incluidas en la muestra “evidencian que el continente sigue estando en vías de construcción y sirven de espejo de su pasado tumultuoso y presente conflictivo”.
Traspasado el jardín que guía al visitante hasta el edificio diseñado por Jean Nouvel, la exposición comienza por explorar los
Territorios como ámbito conceptual, al que siguen otros recorridos denominados
Ciudades, Informar/Denunciar y
Memoria e identidades. Del mapa o la aproximación nacional a lo particular, pero con la presencia transversal de la política en buena parte de las obras. “Nos gusta ir adonde no llegan otras instituciones”, afirma Sacramone, “para poder retratar esa
isla, en palabras de Luis Camnitzer, que es América Latina”.
La comisaria pone énfasis en la exhibición de copias de época. Así, “gracias a Alexis Fabry, de la editorial Toluca Éditions, hemos podido incluir muchas copias originales muy difíciles de encontrar, como las de Miguel Rio Branco”.
La primera obra que se ofrece a la mirada del visitante es el políptico de la serie
A Chile (1980), que contiene cinco fotografías del artista chileno Elías Adasme con referencias a los desaparecidos durante la dictadura de Pinochet. En ella encontramos varios de los elementos que pueblan la muestra: fotografía, imagen proyectada, reflexión política, reapropiación simbólica de una referencia inicialmente objetiva (en este caso, un mapa), intervención del espacio público, inmersión del artista (o de sus circunstancias vitales) en la obra, memoria colectiva y documentación de la propia realización creativa.
Traspasado el jardín que guía al visitante hasta el edificio diseñado por Jean Nouvel, la exposición comienza por explorar los
Territorios como ámbito conceptual, al que siguen otros recorridos denominados
Ciudades, Informar/Denunciar y
Memoria e identidades. Del mapa o la aproximación nacional a lo particular, pero con la presencia transversal de la política en buena parte de las obras. “Nos gusta ir adonde no llegan otras instituciones”, afirma Sacramone, “para poder retratar esa
isla, en palabras de Luis Camnitzer, que es América Latina”.
La comisaria pone énfasis en la exhibición de copias de época. Así, “gracias a Alexis Fabry, de la editorial Toluca Éditions, hemos podido incluir muchas copias originales muy difíciles de encontrar, como las de Miguel Rio Branco”.
La primera obra que se ofrece a la mirada del visitante es el políptico de la serie
A Chile (1980), que contiene cinco fotografías del artista chileno Elías Adasme con referencias a los desaparecidos durante la dictadura de Pinochet. En ella encontramos varios de los elementos que pueblan la muestra: fotografía, imagen proyectada, reflexión política, reapropiación simbólica de una referencia inicialmente objetiva (en este caso, un mapa), intervención del espacio público, inmersión del artista (o de sus circunstancias vitales) en la obra, memoria colectiva y documentación de la propia realización creativa.
En sus imágenes de la intervención mural
Gloria evaporada, el peruano Eduardo Villana transforma en arte la iniquidad de entregar las cenizas de las víctimas de una matanza a sus familiares en cartones de leche en polvo de la marca
Gloria. La mexicana Teresa Margolles decide, por su parte, manipular las marquesinas de salas de cine para incluir, en lugar del título de una película, frases de las cartas de despedida de personas que se suicidaron por la violencia sufrida.
Son solo algunos de los ejemplos de cómo los artistas de América Latina utilizan a menudo los textos para subvertir la función documental de la fotografía con fines artísticos y de denuncia.
La muestra concluye con
la proyección de la película Revuelta(s), de Fredi Casco y Renate Costa, un extenso documental con entrevistas a varios de los artistas participantes —disponible también en la página web de la Fundación Cartier— que hace inventario de las venas artísticas, siempre abiertas, de América Latina.