10.2.21

Reportaje de la revista Vivienda y Decoración de El Mercurio de Santiago pone en relieve la obra de la finada arquitecta Glenda Kapstein en el norte de Chile

El sábado 26 de diciembre de 2020, la revista Vivienda y Decoración (VyD) de El Mercurio de Santiago, publicó un reportaje a dos páginas sobre la trayectoria de la arquitecta Glenda Kapstein, lamentablemente fallecida el año 2008.

En el link al inicio pueden dirigirse a la página de VyD, y a continuación posteamos el escrito elaborado por la periodista Soledad Salgado en base a entrevistas realizadas al cercanos de la arquitecta.

Embajadora del norte

Arquitecta, docente, autora del libro Espacios intermedios , reeditado por ARQ en 2015, y ganadora del premio internacional PLEA por su compromiso con el medio ambiente, Glenda Kapstein fue una enamorada del paisaje nortino. Hoy su obra está ad portas de reunirse en un sitio web en su memoria.

Texto, Soledad Salgado S.


 

"¿Qué vas a hacer en ese desierto?", le decía la arquitecta Ángela Schweitzer a Glenda Kapstein (1939) -quien había sido su alumna en la U. de Chile sede Valparaíso- cuando se enteró de que esta se establecería en Antofagasta. Era 1980 y Glenda -criada entre Santiago y El Quisco- había regresado de España luego de una década, donde trabajó en destacadas oficinas de arquitectura de la última modernidad, como Antonio y José Camuñas, George Candilis, José Antonio Corrales y Ramón Vázquez Molezún, y había regresado a Chile separada y con dos hijas; un trabajo como directora regional de Turismo le abría nuevas oportunidades. Fue justamente ese cargo el que le permitió conocer en profundidad el clima, los habitantes y pueblos del norte, enamorarse de ellos y trazar en adelante una obra arquitectónica con fuerte vínculo con el medio ambiente. "El destino después trajo a la Ángela a armar la Escuela de Arquitectura de la UC del Norte y por supuesto llamó a Glenda para formar parte", cuenta Claudio Galeno, arquitecto, discípulo y amigo.


En 1985, Glenda, la menor de dos hermanos y la única arquitecta en su familia, ya tenía un séquito de alumnos con los que recorrían el norte, observaban y hacían levantamientos. Le interesaban los materiales, cuál era la arquitectura adecuada, y nunca dejaba de investigar. "Le encantaba San Pedro de Atacama, en una época en que solo llegaban los turistas extranjeros. A los invitados de la escuela los llevaba en su auto por el día a conocer el pueblo. No era cerca, pero lo hacía como si nada. Recuerdo que tenía un escarabajo celeste bien ruidoso", recuerda Galeno.

En San Pedro conoció a su amiga, la arqueóloga Ana María Barón, a cargo del Museo del Padre Le Peige. "Ella -por Sernatur- se preocupó de administrar los fondos regionales para la remodelación del museo y diseñó la fachada, y luego, cuando fui alcaldesa, fue un gran apoyo: construimos el Liceo Likan Antai y el poblado de artesanos (después desarrolló una normativa para el centro histórico). Me hablaba de la materialidad y de la importancia de los espacios intermedios", cuenta. Fue precisamente ese recinto, mediador entre el interior y el exterior, esencial para la adaptación de la vida en el norte, el que la condujo en su vida profesional, hasta dar forma al libro Espacios intermedios, que lanzó en 1988 y que reeditó ARQ en 2015 gracias a las gestiones de su hija menor, la diseñadora Carla Monforte.


 

La Casa de Retiro del Colegio San Luis, de 1991, realizada con Osvaldo Muñoz, fue su obra maestra y la que resumió sus inquietudes. Publicada en revistas como Casabella o Wallpaper, fue finalista del Premio Mies van der Rohe para arquitectura latinoamericana; y una de las cuales le valió recibir en 2003 el Premio Internacional Passive and Low Energy (PLEA).

Su demolición en 2019 fue gatillante para que Carla se dedicara con más fuerza a recopilar su obra, para dar forma a un sitio web (producto de un Fondart) en homenaje a su legendaria figura y que estará listo en marzo. "Mi mamá se casó con la arquitectura, era su pasión. Nuestra casa siempre estaba llena de planos, maquetas, papeles. Era muy detallista. Incluso cuando se reeditó el libro, incluimos las observaciones que me dejó en una libreta", cuenta. Esto porque la idea ya había sido discutida por Glenda en la UC del Norte a comienzos de los 2000, y aunque no se concretó ahí, el plantel colaboró con la ejecución del nuevo texto.

Glenda, que murió de cáncer en 2008, a los 68 años, habría estado muy feliz.

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