Hace varios días falleció José Ricardo Morales, un dramaturgo que orientó de forma radical la arquitectura chilena gracias a su trabajo sobre el especio, el cuerpo, el teatro y la dramaturgia.
El cuerpo humano, su forma, posturas, actos, la lectura del fenómeno de la vida humana hizo de su obra, entre ellas sus libros Arquitectónica, un texto imprescindible en la teoría de la arquitectura chilena de a segunda mitad del siglo XX.
Hace algunos meses los organizadores del Encuentro Chileno de Teoría e Historia de la Arquitectura lo contactaron para poder rendirle un homenaje, lo que lamentablemente no fue posible de llevar a cabo debido a la avanzada edad de Morales.
A continuación el obituario de El Mundo:
Muere José Ricardo Morales, el último pasajero del 'Winnipeg' de Neruda
El escritor teatral José Ricardo Morales.
El escritor valenciano llevó a Chile el legado de las vanguardias y conectó América con los teatros del absurdo
RICARDO BELLVESER
19/02/2016 12:31
Ha muerto José Ricardo Morales un distinguido autor teatral español desterrado, que no exiliado, en 1939, a Chile, que, a la vez, ha sido su mejor personaje. Sobre Chile escribió años después, "Generosidad extrema de Chile, país que rescatamos de la nada, dio aliento a nuestra vida y vida a nuestra obra", de modo que pasó de ser tierra adoptiva a tierra adoptada. En 1962, obtuvo la nacionalidad chilena.
Sobre el destierro y su relación con el trabajo literario, distinguió Morales "entre el escritor entendido como un desterrado y el escritor en el destierro", e insistió en diferenciar entre los aterrados, los enterrados y los desterrados. De las tres cosas, dijo, hay tradición en España, en especial de desterrados, pues desterrados fueron El Cid, Lope de Vega, Tirso de Molina, Luis Vives, Francisco de Goya...
Este dramaturgo, ensayista, profesor y pintor a ratos, cumplió, el 3 de noviembre pasado, 100 años de vida con una lucidez mental bien notable, una memoria perspicaz que le permitía hablar sin interrupción, citar de memoria en español, en francés, en latín o en otras lenguas. Vivía en la calle Noruega de la ciudad de Santiago de Chile, donde seguía recibiendo con sorprendente cordialidad a cuantos le visitábamos, pues en lo personal lo suyo era la cercanía. Sólo una guerra como la Guerra Civil española, pudo expulsar de su tierra a hombres excepcionales, a autores de la valía de éste, a personajes tan robustos.
Nació en Málaga como un raro episodio, pues sus padres, valencianos, tuvieron que desplazarse a esta ciudad. A los pocos meses regresaron a Valencia, donde José Ricardo vivió y estudió Magisterio y Filosofía y Letras hasta que tuvo que exiliarse. Recluido primero en el campo de concentración de Saint Cypriene, a donde los desplazó el gobierno colaboracionista de Vichy, marchó a Chile de pasajero del Winnipeg, el barco que fletó Pablo Neruda en nombre de su Gobierno para poder poner a salvo a miles de republicanos.
Buena casta
¿Exiliado?, claro. Había sido miembro de la FUE, del grupo teatral El Buho, que dirigía Max Aub en el que estrenó sus primeras obras, comisario de brigada de un batallón del Ejército Popular Republicano... En Chile colaboró en la fundación del Teatro Experimental Chileno, origen del Teatro Nacional de aquel país, y con Arturo Soria, Ferrater Mora y otros fue fundador de la editorial Corona del Sur. Después, fue doctor y catedrático de la Universidad de Historia del Arte la Facultad de Filosofía y de Arquitectura en la Universidad de Chile.
Le venía de casta. Su abuelo fue médico, su padre químico y farmacéutico, sus tíos científicos, formaba parte pues de una familia burguesa que todo lo había confiado a la cultura y la formación.
En su exilio de desterrado, en 1959 se casó con la pintora y a ratos poeta Simone Chambelland, y empezó a escribir su obra formada por más de 40 piezas teatrales y numerosísimos ensayos de literatura y arquitectura. Una vida plena y fértil. 40 obras de teatro en la que se ha querido ver los orígenes del Absurdo y del Existencialismo, todo a partir de su obra El embustero en su enredo, que le estrenó Margarita Xirgú en Chile en 1944, y otras que siguieron y que Ferrater Mora y Manuel Domenech las interpretaron como un antecedente de aquel teatro del absurdo que a partir de 1950 desarrolló Ionesco. Sin embargo el propio José Ricardo no la reconoció como tal, pues según su percepción de las cosas, él no hacía teatro del absurdo, sino teatro sobre lo absurdo que es el mundo, por tanto era más adecuado hablar de Teatro de incertidumbre. "Dicho en pocas palabras, mi teatro inicial representa la irracionalidad del hombre, según modalidades de inconsecuencia e incertidumbre, propuesta por un desterrado que, como tal, asiste al espectáculo del mundo en obligado extrañamiento", indicó en su Autobiograma, texto con el que prologó su Teatro inicial.
Tampoco se sintió cómodo con la alternativa de teatro del esperpento porque "un esperpento es algo grotesco, de manera que es una obra de tipo expresionista. La "españolada del interior de España es el esperpento. (...) Pero las deformaciones españolas corresponden sobre todo a la exageración que practican los españoles unos contra otros, como la intolerancia, los golpes militares, los destierros, que componen cuanto son para mí las españoladas. Hasta que Franco murió todo eso existía, de manera que era mi obligación denunciarlo. De modo que si Valle Inclán lo hizo desde dentro de España, yo lo denuncié desde fuera, con una óptica distinta, --señaló en declaración a Roberto Iturra Ortega en 2004.
La institució Alfons el Magnànim, dependiente de la Diputación de Valencia, publicó, en dos volúmenes, a cargo del profesor Manuel Aznar, su Teatro Completo y la recopilación de su obra ensayística.
Obituario en El País.
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