21.8.17

Jacqueline Roumeau: pionera del teatro carcelario


LUN, 22 de noviembre de 1999. © DIBAM, Referencias críticas.

Vía Mujer Impacta.
9 de Agosto, 2017

Pegada a una fachada de adobe y detrás de una reja de fierro hay una gruesa puerta de madera tallada que Jacqueline se niega a perder, porque dice que es parte de la identidad del lugar ubicado en un sector residencial de Santiago Centro. Tras ella se ve una acogedora casa de paredes blancas en la que se pasea libremente una perrita adoptada en la corporación. Dentro hay una cocina y un pendón de “Torre 5”, la obra que ella escribió inspirada en la tragedia de la cárcel de San Miguel.

Jacqueline recuerda que de niña pasó varias tardes acompañando a su papá en el Teatro Mistral y que tal vez esa fue una de las razones por las que se enamoró del teatro. En el colegio participó en varias obras escolares y su madre la incentivó a estudiar guitarra. “Siempre tuve la cultura metida en mi casa”, cuenta ahora sentada en un sillón de madera en su oficina.

Ella cuenta su historia de forma rápida y como buena actriz mueve las manos e imita las voces de las personas a las que cita. Recuerda que al salir del colegio, quedó en lista de espera de Teatro en la Universidad de Chile y por un contacto entró a trabajar como secretaria en un banco. Durante las tardes cruzaba al edificio de enfrente para participar en unos talleres para actores.

Después entró a la Academia de Fernando González, donde descubrió que quería dejarlo todo y dedicarse a las tablas. “Era difícil igual, porque yo estaba viviendo sola y tenía un trabajo estable. Por suerte mi mamá me ayudó y me puse a trabajar de mesera en un restaurante para pagar la escuela”, relata.

Una vez titulada, una directora inglesa la eligió para participar de una obra con una compañía de teatro itinerante. Una de las paradas era en Puerto Montt y Jacqueline recuerda que llamó a varios conocidos para saber si tenían algún contacto en la zona. Su cuñado le dijo que tenía un amigo que era Ingeniero en pesca. “Nos enamoramos. Durante un año yo viajaba para ir a verlo hasta que él se fue a vivir a Mejillones y tuve que tomar una decisión”, dice.

¿Lo dejaste todo?

¡Sí! Yo pensaba que mi carrera de actriz iba a ser para siempre y de repente me encontraba llorando en un bus chamaca rodeada de cajas y camino al norte.

Una segunda oportunidad

La gente de Mejillones salió llorando del gimnasio porque habían visto una obra de teatro por primera vez. Meses atrás, Jacqueline se había ganado un Fondart y estrenó su primera obra. “Todo partió cuando ya llevaba seis meses en el norte y quería hacer algo. Fue muy de patuda empezar porque nunca había escrito nada de nada. El norte me ayudó a sacar todas mis potencialidades ya que también aprendí a hacer producción”, relata.

Luego de estrenar su segunda obra y llevar varias obras de teatro al norte con actores famosos, su nombre comenzó a ser reconocido. En eso le ofrecieron ir a hacer un proyecto teatral en la cárcel de mujeres de Antofagasta. “Fue algo increíble. Durante nueve meses trabajé con ellas y escuché sus historias para escribir la obra”, recuerda. Esa experiencia la marcó en su vida y la llevó a crear una metodología de teatro testimonial de mujeres privadas de libertad. “Mientras actuaban y se aprendían los textos, las vi relucir y brillar de una forma increíble. Fue en ese momento cuando que descubrí el poder real del teatro”, cuenta.

Con todo el ímpetu y motivación que la caracteriza, Jacqueline se atrevió a ir a hablar con el Director Nacional de Gendarmería para pedirle algo descabellado: dejar que las mujeres condenadas pudieran presentar la obra en distintos lugares de Chile. “Por suerte nos apoyaron y pudimos recorrer teatros y distintas cárceles”, dice.

Una vez que regresó a Santiago, se juntó con varios amigos del mundo del teatro y fundó CoArtRe en 1998. Uno de sus principales logros fue crear una red de teatro testimonial entre rejas, cuyo fin es escuchar sus historias y luego escribirlas y presentarlas en forma de obras de teatro.

Aunque han dedicado gran parte de su trabajo a la labor en las cárceles, este año están apoyando a inmigrantes y jóvenes del Sename. “Nos gusta estar donde las papas queman. Nuestro trabajo también tiene que ver con lo político y social, porque trabajamos con la contingencia”, afirma.

¿Has tenido ganas de renunciar alguna vez?

¡Obvio! Miles de veces… este trabajo es muy duro y súper desgastante, pasan cosas bonitas y cosas terribles. Pero yo soy del tipo de personas que piensan que si uno descansa, se pasan las ganas de abandonar.

¿Cómo es el trabajo con las personas privadas de libertad?

Es increíble y alucinan con el teatro. Es raro que alguno de ellos deje de ir a los talleres y ensayos. Además, nosotros les pagamos por el trabajo que ellos hacen. No es mucho, pero eso nos ayuda a que se comprometan.

¿Y cómo te relajas?

Me separé y no tengo hijos, así que tengo un tiempo para hacer yoga y me cuido mucho, porque antes no lo hacía. Además, estoy muy metida en un camino que tiene que ver con la preservación de las comunidades indígenas y sus rituales. Todos los años voy a un lugar en Nuevo México en el que se hacen ceremonias ancestrales como la danza al sol y la luna. Eso me ha ayudado a conectarme con la naturaleza.

¿Cómo es tu trabajo creativo?

Hago muchas entrevistas, converso y escucho mucho lo que me quieren contar las personas de la cárcel. Es un proceso largo. Por ejemplo, en la obra “Torre 5” se me ocurrió hacer un cruce de las historias de los familiares de las víctimas con “Antígona” de Sófocles. También me voy harto a la playa para buscar espacio, inspirarme y pensar.

¿Cúal es el futuro?

(Se levanta del asiento) Sígueme porque te lo voy a mostrar.

Se sienta frente a su computador y pone un video en el que se ve la fachada de ladrillos y la puerta, pero sobre ella hay tres pisos. Dentro hay amplias oficinas, salas de oficios y una sala de teatro con capacidad para aproximadamente 60 personas.

-Ese es el sueño. Que este lugar tenga su propio espacio para presentar nuestras obras y una sala en donde podamos trabajar en talleres con las personas que ya salieron. Nos faltan recursos, pero estoy confiada en que lo vamos a lograr.

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