© Claudio Galeno
Resumen del capítulo escrito por el arquitecto e historiador Claudio Galeno Ibaceta para el libro Rescate del patrimonio material más antiguo de la región: de las iglesias precordilleranas a los templos urbanos.
Para poder entender el desarrollo arquitectónico de los diversos templos cristianos del área andina, habría que entender que sus edificaciones han pasado por diversas etapas que en general han evolucionado desde una modesta capilla, hasta un templo más consolidado, al que luego se van realizando ampliaciones, entre ellas la construcción de torreones como campanarios.
Ese desarrollo arquitectónico, no se puede aplicar estrictamente a toda la región debido a cierta independencia de los diversos contextos culturales y temporales, mientras que el mundo andino es impactado por el pensamiento español renacentista, con la sistematización de la Leyes de Indias, y su posterior asimilación y sincretismo, el periodo de fundación de parroquias en el litoral, que se produce desde el siglo XVIII, incorpora el pensamiento ilustrado, que en este contexto se remite al uso de la madera y al imaginario tecnológico de las edificaciones en climas más cálidos. En general a continuación de la capilla de madera, se construyó un nuevo templo pero con un diseño realizado por profesionales de la construcción. Los realizados hasta en cambio de siglo, fueron proyectos con bastante inventiva en su historicismos, hechos en madera, los realizados a partir de inicios del siglo XX, siguen con la expresión ecléctica pero con los nuevos sistemas constructivos, el hormigón y acero, con un importante industrialización de los motivos ornamentales, lo que incrementa la libertad ecléctica, obras generalmente realizadas en coordinación con los párrocos.
Una constante en el área andina es la organización de lo templos en atrios con capillas posas. En ese sentido, en la región atacameña aparecen una serie de conjuntos que amplían el área de influencia de ese modelo tipológico, que coincidiría con el boliviano y del norte argentino en la simpleza del conjunto, con el templo a dos aguas y las posas perimetrales que en el caso chileno se simplifica a tal punto que en algunos conjuntos se remite solo a simples altares de piedra emplazados en las esquinas junto al muro perimetral, o a un espacio en la continuidad del muro.
Para los espacios sagrados andinos, sea la huaca o el templo cristiano, es fundamental el principio de emplazamiento, como una primera acción arquitectónica que define lugares estratégicos, en el caso atacameño, y en general en el mundo andino, vinculados a las altas cumbres de la Cordillera de los Andes. En ese sentido, coincidirían en el sincretismo, la orientación de los templos al alba, ya que coincidiría en muchos casos tanto con el culto al sol introducido por los incas, como con la relación con las montañas generalmente situadas al oriente. Sobre los calvarios, si bien su significación deviene el vía crucis, al momento de emplazarlos y orientarlos, en las afueras de los asentamientos, estos se ven enfrentados al territorio, se sitúan en el paisaje vasto de la precordillera o de la puna, de esa forma la edificación del calvario se convierte en un espacio de articulación con e territorio sagrado.
En el litoral, las mayoría de las ciudades de la región de Antofagasta, fueron fundadas bajo el ímpetu provocador de los inicios de la Revolución Industrial, potenciada en este caso por la minería, a partir de 1825, fecha de la independencia boliviana, y la fundación de Lamar, en el indígena Cobija. A continuación siguieron una serie de nuevos asentamientos, que se fueron consolidando con fundaciones planificadas en las cuales se erigieron parroquias y se construyeron templos. La mayoría fueron construidas en madera, con la tecnología del ballon frame, y sus diseños acudían al imaginario historicista pertinente a estos nuevos poblados cosmopolitas. Muchos de esos templos sucumbieron en incendios, a lo que siguieron nuevos templos de carácter ecléctico construidos con materiales menos inflamables, como el acero y el hormigón, ya a principios del siglo XX.
Si bien la importante serie de templos andinos es los cuales se le ha asignado mayor valor patrimonial, los edificios del litoral se mantienen sin declaraciones oficiales. En su conjunto, no solo se han edificado templos notables en su significación urbana, sino ejemplos único de arquitectura historicista en el contexto del norte de Chile. Su principal valor radica en la complejidad de la serie, con edificios que representan la evolución de la arquitectura ecléctica, con ejemplos que van desde templos en madera, como los de Tocopilla y Mejillones, hasta la monumentalidad urbana de la Catedral y Basílica de Antofagasta.
En la zona andina la incorporación del modelo extranjero se sublima en el sincretismo, mientras que en el litoral, la melancolía de una sociedad cosmopolita se adscribe al artificio necesario para constituir nuevos imaginarios urbanos en un medio donde las referencias arquitectónicas son las que cargan los inmigrante finiseculares en el espacio de su memoria.
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