Vía El País.
Por Rafael Fraguas.
La legendaria Quinta del Sordo, demolida en 1909, en cuyos muros estampó sus Pinturas Negras Francisco de Goya, acaba de ser descrita y virtualmente rehecha por un estudioso y coleccionista madrileño, Miguel Hervás. Lo ha hecho en un informe que publicará en los Anales de 2015 del Instituto de Estudios Madrileños, entidad adscrita al Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Varios años de trabajo en archivos públicos, cotejo de maquetas, centenares de planos y de fotografías, inventarios y relatos dispersos por doquier, han permitido al autor, con la ayuda de facultativos, poner a disposición de la Historia del Arte el perfil casi exacto —hasta ahora difuso y mal conocido—, de cómo fue la morada del artista. Hoy estaría ubicada en el barrio de Puerta del Ángel, en la esquina de las calles de Baena y Doña Mencía, donde se halla ahora una estación eléctrica.
Fue adquirida por el pintor en 1819 en la ribera del río Manzanares, enclave inmortalizado por Goya en algunos de sus más célebres lienzos. Goya, que algunos meses anduvo escondido por cautelas políticas, dada su condición de afrancesado, habitó esta casa de campo hasta su partida definitiva hacia Burdeos, donde murió en 1828. Según algunos cronistas, a la quinta ya se la denominaba “del Sordo” antes de que él la comprara. La finca circundante, de unas cinco hectáreas, permaneció baldía hasta los años sesenta del siglo XX, en los que se erigió un barrio obrero contiguo a una estación ferroviaria hoy desaparecida que llevaba el nombre del artista aragonés.
Miguel Hervás rastreó la biografía del banquero alemán afincado en París y con nacionalidad británica, barón Friedrich de Erlanger, quien adquirió la quinta y dispuso rescatar de sus muros las Pinturas Negras, tarea que acometió mediante un peligroso aserramiento, como Miguel Hervás ha confirmado que se hizo a partir del año 1874. Sería el pintor Martínez Cubells quien las extraería de su soporte mural, para ser posteriormente exhibidas en el Museo del Prado.
El autor del estudio a fondo los escritos publicados por viajeros e hispanistas como el francés Charles Yriarte, en torno a 1867, y el inglés Nigel Glendinning, recientemente fallecido, al igual que el inventario atribuido al exiliado español Antonio Brugada —amigo y coetáneo de Goya en el destierro bordelés—, y, sobre todo, los escritos de un tipógrafo y dirigente socialista que vivió hasta los 18 años en la misma casa del pintor en torno a 1874-1882: se trataba de Juan José Morato, muerto en el exilio de Moscú tras la Guerra Civil.
Con todos los testimonios de Morato más el examen detallado de todo el caudal documental citado, Miguel Hervás establece que se trataba de una casa de dos pisos y con dos patios, con planta de forma de L, en uno de cuyos brazos las Pinturas Negras quedaron dispuestas. Gracias a la descripción mencionada, Hervás ha podido cotejar, ajustar y, en algún caso, corregir, las descripciones de los viajeros e hispanistas mencionados para ubicar con precisión la situación exacta de las 15 Pinturas Negras que Goya pintó al óleo sobre las paredes de aquella quinta de adobe, que sería demolida casi un siglo después de habitarla.
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