Vía El Mercurio de Antofagasta.
Claudio Galeno Ibaceta, arquitecto y académico
En un estudio precursor sobre la cultura del turismo, en 1973 el sociólogo Dean MacCannell lo definía como la "escenificación de la autenticidad". Se trata de una idea que alude a esta adecuación de lugares a las necesidades y expectativas del turista.
En algunas partes del mundo, como Barcelona y Venecia, en la actualidad el turismo ha estado en el foco de crítica, debido al impacto sobre lugares únicos que se han visto tremendamente transformados, gentrificados y donde los habitantes se han sentido invadidos.
En nuestro contexto, un lugar muy afectado ha sido San Pedro de Atacama, que si bien se ha tratado de preservar, con los años ha ampliado su oferta de servicios turísticos a tal escala que prácticamente se ha convertido en una puesta en escena.
Sin embargo, debemos decir que Antofagasta no es solo San Pedro de Atacama, el territorio desértico de la región de Antofagasta posee una infinidad de lugares que ofrecen paisajes y experiencias singulares. Se trata de lugares auténticos y únicos, en muchos casos con paisajes dramáticos y misteriosos.
Ciudades puerto que poseen barrios en madera heredados del auge del salitre, y arquitecturas modernas del periodo del cobre. Playas y balnearios de aguas templadas. Ofertas gastronómicas, culturales y astronómicas.
Ciudades industriales del salitre y otras del cobre como Chuquicamata, patrimonios industriales como el Viaducto de Conchi. Pueblos andinos y vestigios precolombinos como los geoglifos de Chug-Chug y una serie de pukaras.
¡El desierto no es un desierto! Existe una amplia variedad de posibilidades de sitios y circuitos, pero sin duda, frente al impacto del turismo masivo, se debe planificar su desarrollo.
Para esta región, es una alternativa económica, pero su explotación debe preservar su autenticidad y evitar la escenificación.
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