15 septiembre 2022
Urbanista e historiador realzan el valor arquitectónico y cultural de la antigua terminal ferroviaria antofagastina.
El pasado 9 de septiembre fue publicado en el Diario Oficial el decreto que declara en la categoría de Monumento Histórico a la vieja Estación Valdivia, añosa construcción de los tiempos del salitre emplazada en el sector centro norte de Antofagasta.
La urgencia de su preservación había sido advertida en ocasiones anteriores por académicos de la Universidad Católica del Norte (UCN), quienes destacaban la importancia de implementar planes de conservación ante el riesgo de posibles siniestros. Junto a la declaratoria, al mismo tiempo con un proyecto de la empresa Ferrocarril Antofagasta (FACB) se espera recuperar la casona para preservarla y convertirla en un hito cultural.
HISTORIA
El historiador de la UCN, José Antonio González, destacó de este inmueble que “dado el impulso del tráfico hacía el interior de la pampa salitrera y el flujo comercial con Bolivia, se requirió una nueva estación que reemplazara la antigua. Sin embargo, las dificultades propias del ferrocarril, tanto del ‘Longino’, sin más inversiones, como del problema de trocha para el tendido de conectividad con Argentina, y la competencia del camión en el transporte, conllevó a la decadencia de la Estación Valdivia”.
Por su parte, el seremi del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Claudio Lagos, manifestó que “estamos muy contentos y felices, porque esto significa no solo la relevancia histórica que tiene el sitio en sí, sino que además significa el cómo vamos a rearticular todo un espacio en torno a una resignificación del espacio cultural del espacio cívico en todo este sector”.
ARQUITECTURA
Con casi medio siglo en silencio, hoy el edificio de la Estación Valdivia aún impone su belleza, pese a la falta de mantenimiento. En este sentido, el urbanista y arquitecto de la Universidad Católica del Norte, Claudio Galeno, da atisbos de qué elementos debiesen mantenerse de la estructura. “La Nueva Estación, que es como fue conocida en sus inicios, refleja la arquitectura neoclásica o neopalladiana que estaban haciendo los arquitectos británicos aún en esos años, como se puede ver en la torre-reloj de la Plaza Colón. Es austera, simétrica, con pocos elementos decorativos, pero refleja también la modernidad tecnológica de inicios del siglo XX, cruzada por la economía de medios producto de la Primera Guerra Mundial, construida principalmente en madera con algunas cerchas metálicas que se pueden apreciar en su interior. Por lo general, conocemos su fachada más urbana, que es muy institucional, y construye un frente rígido a esos terrenos del FCAB, pero por el interior el andén cubierto se despliega un amable y amplio espacio protegido para los pasajeros que llegaban o abordaban los trenes”, explicó.
1914
La primera estación ubicada en calle Bolívar (hoy, edificio administrativo del FCAB y también Monumento Histórico) para inicios del siglo XX ya no daba abasto para el transporte de pasajeros y minerales. Se privilegió los minerales, y para los pasajeros se decidió construir una segunda parada.
Aquí comienza su historia. Pensada en 1913, su ejecución logística comenzaría en 1914. Mal año, pues el asesinato de un archiduque en Europa desencadenó una guerra de proporción mundial que retrasó la construcción. Y, de paso, quebró la economía nacional.
Sobre esto, Galeno explica que el diseño se encargó a un arquitecto londinense y su construcción incluiría baldosas de losa, semejante al Banco Mercantil Boliviano -actual edificio ocupado por la PDI en calle Washington- y al del reloj de la Plaza Colón”
Tras una serie de contratiempos producto del conflicto, finalmente se inauguró la Estación Valdivia el 5 de junio de 1916. Sinónimo de elegancia y suntuosidad para cualquiera de sus clases, esta estación prestó servicios al FACB -su empresa mandante- y a Ferrocarriles del Estado (EFE), al recibir, tras un desvío en la Estación Baquedano, al “Longino”.
Desde su puesta en marcha en 1916, la estación estuvo operativa por casi 60 años. Hubo altos y bajos. Para la crisis económica de los años 30, producto del “crack del 29”, se redujeron costos de operación modificando rutas, restringiendo recorridos y a veces suspendiendo el servicio completo. Fue por esta época que un accidente en el patio sur donde se mantenía la estación hizo nacer otro hito de la ciudad. En julio de 1924, una locomotora que debía partir de madrugada a las salitreras con cargamento de petróleo hizo explosión, matando en el acto a cuatro obreros, entre ellos al joven sereno Evaristo Montt, cuya animita es hoy la más conocida y visitada de Antofagasta.
En 1975 dejó de funcionar el “Longino” y, con ello, cesa la actividad de la “Nueva Estación”.
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