Vía El Mercurio de Antofagasta.
HISTORIA. Juan López es fundamental en la historia de la ciudad y la consolidación nacional.
El día 10 de agosto de 1866 se firmaba entre los gobiernos de Chile y Bolivia, el Tratado de Límites.
El Tratado determinaba en su preámbulo, de modo sucinto, el tema del Utis possidetis iuris en el desierto de Atacama, señalando:
"La República de Bolivia y la República de Chile, deseando poner un término amigable y recíprocamente satisfactorio a la antigua cuestión pendiente entre ellas sobre la fijación de sus respectivos límites territoriales en el desierto de Atacama, y sobre la explotación de los depósitos de guanos, existentes en el litoral del mismo desierto, y decididas a consolidar por este medio la buena inteligencia, la fraternal amistad y los vínculos de alianza íntima que las ligan mutuamente, han determinado renunciar a una parte de los derechos territoriales que cada una de ellas, fundada en buenos títulos, cree poseer, y han acordado celebrar un Tratado que zanje definitivamente e irrevocablemente la mencionada cuestión".
Las palabras abordaban los intercambios de protestas diplomáticas recíprocas que habían mediado, a partir de las acciones estatales que habían llevado a Bolivia habilitar el puerto de Cobija en 1825 y a Chile declarar por ley de 1842 su dominio sobre las guaneras de Mejillones.
Desierto de atacama
El meollo era el planteamiento sobre el comienzo del desierto de Atacama, donde el Estado de Chile afirmaba comenzar su territorio, como lo estipulaba en sus constituciones políticas, desde 1822, siendo más esclarecedora la de 1833, en su artículo 1: el territorio se extiende "desde el desierto de Atacama hasta el cabo de Hornos".
La alusión a la toponimia como a los grados de latitud envolvió junto al uso de la preposición "desde", los escritos de una y otra parte, como se verificó entre Rafael Bustillos, ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, con Memoria sobre la cuestión de Mejillones, y la réplica del historiador chileno Miguel Luis Amunátegui con el volumen La cuestión de Límites entre Chile i Bolivia, ambos de 1863.
Sin embargo, detrás de la rúbrica del documento de 1866 se podía constatar la diferencia sobre el denominado despoblado de Atacama que habían tenido Chile y Bolivia. Por un lado, el conocimiento científico del paraje descansó absolutamente en el esfuerzo del Estado de Chile, tanto en sus exploraciones como en el levantamiento de mapas; aspecto que va a continuar siendo una política de Chile durante todo el siglo XIX.
Veamos algunos antecedentes. Fue Chile quien auspició el viaje esclarecedor de Rodulfo A.Philippi hacia el desierto de Atacama que, tomando el camino del Inca en el término del desierto, en Copiapó, llegó hasta el villorrio de San Pedro de Atacama. Su informe/libro intitulado Viaje al desierto de Atacama hecho de orden del gobierno de Chile en el verano 1853-1854, que fue publicado en 1860, concluía:
"La narración de mi viaje ha puesto de manifiesto, que el despoblado carece de todo recurso para hacerlo habitable y para permitir que sea una vía de comunicación y de comercio… Me parece inútil demostrar que es muy difícil, por no decir imposible, construir ferrocarriles o telégrafos eléctricos por el Desierto". Empero, el sabio Philippi, no era tan rotundo pues dejaba abierta la posibilidad de lo contrario si se verificase, "un día en el centro del desierto el descubrimiento de minas de metales preciosos de una riqueza fabulosa, porque sin eso nadie pensaría en tales empresas".
Posteriormente, Pedro Amado Pissis, también con encargo del gobierno chileno, llevó a cabo otra exploración, en momentos que el desierto ya estaba siendo explotado por mineros chilenos en la industria del salitre y en el mineral de Caracoles. Pissis expuso sus conclusiones en su Informe sobre el desierto de Atacama, su jeolojía i sus productos minerales, en 1877. Hizo notar que el desierto de Atacama no era "un extenso llano encerrado entre dos cordilleras: la de la costa y cordillera de los Andes…La parte interior del desierto no se compone únicamente de llanuras, contiene además numerosas serranías que se extienden de una cordillera a otra y la dividen en grandes hoyas hidrográficas limitadas por cadenas transversales, cuya dirección es aproximadamente la del noroeste al sureste. Entre los paralelos 23 y 27 existen cuatros de estas hoyas".
El marino Francisco Vidal Gormaz contribuyó, como Capitán de fragata y Director de la Oficina Hidrográfica de la Armada, desde 1874, a dar a conocer el litoral del desierto de Atacama, con su libro Geografía Náutica de Bolivia y más tarde con Noticias del Desierto y sus recursos, publicados en esta década.
Visión americanista
Otro factor que incidió en la culminación del Tratado de 1866 fue el mundo de las ideas en la época. La vocación americanista de Chile, manifestada de modo temprano lo había convertido en un adalid de la causa de integración y de rechazo a toda injerencia extra continental, como era la mirada intervencionista de la España de Isabel II y la Francia de Napoleón III. Tal como lo ha señalado el estudioso mexicano Germán A. De la Reza, Chile y México, firmaron el 7 de mayo de 1831 un convenio para estimular el comercio entre las naciones hispanoamericanas, el primero en estar inspirado en las ideas bolivarianas del Congreso de Panamá de 1826.
Este ambiente americanista se forjó durante los Congresos de Lima de 1848 y el de 1866, en rechazo de los intentos hispanos de recuperar su antiguo imperio, interviniendo en 1847 en Ecuador y en 1864 en las islas de Chinchas. Esto último se tradujo en la alianza entre Chile y Perú, a la que se sumaron Ecuador y Bolivia, y declarar la guerra a España. Valparaíso fue el puerto que sufrió la mayor devastación del conflicto entre 1864-1866, al ser bombardeado por la escuadra española de Casto Méndez Núñez. Cobija también fue atacada por la escuadra peninsular dañando los bienes de sus connacionales.
Este sentimiento de fraternidad que soplaba en el Pacífico Sur de América, también envolvió a la intelectualidad nacional. Francisco Bilbao publica en 1862 La América en peligro y dos años después El Evangelio Americano. José Victorino Lastarria edita en 1865 La América. El referente del liberalismo nacional y del ideario positivista, que era Lastarria, junto a Benjamín Vicuña Mackenna, habían fomentado las Sociedades de Unión Americana, desde 1862. Lastarria conoció el desierto de Atacama y escribió su memorable Caracoles. Cartas descriptivas sobre este importante mineral dirigidas al Sr. D.Tomás Frías, ministro de Hacienda de Bolivia, en 1871.
De allí que el Tratado de 1866, establecido en esta atmósfera, y que menciona, venía a establecer el fin de las disputas entre ambos países. El artículo 1 del Tratado, ratificaba aquello, con más renuncia de Chile a sus derechos que los que esgrimía Bolivia:
"Artículo 1. La línea de demarcación de los límites entre Bolivia y Chile en el desierto de Atacama será en adelante el paralelo 24 de latitud meridional desde el litoral del Pacífico hasta los límites orientales de Chile, de suerte que en Chile por el sur y Bolivia por el norte, tendrán la posesión y dominio de los territorios que se extienden hasta el mencionado paralelo 24, pudiendo ejercer en ellos todos los actos de jurisdicción y soberanía correspondientes al señor del suelo.
La fijación exacta de la línea de demarcación entre los dos países se hará por una comisión de personas idóneas y peritas, la mitad de cuyos miembros serán nombrados por cada una de las Altas Partes Contratantes.
Migración chilena
Sin embargo, el pulso de la nación chilena se encauzaba, en procura de mejores expectativas de vida, hacia los senderos del desierto de Atacama. La historiadora Valerie Fifer, en su monografía sobre Bolivia, concluye que nunca la nación altiplánica logró conectarse con el mundo exterior, mediante puertos o vías ferroviarias antes del conflicto con Chile.
Los estudios de Julio Pinto Vallejo y Verónica Valdivia sobre la migración chilena en tierras nortinas revelan la magnitud que alcanzó la colonización del yermo, con un flujo entre 20 a 30.000 chilenos (as) en el lapso de 1868-1872, llegando hasta Tarapacá. Cobija, se tuvo que poblar con enganches de chilenos traídos desde Valparaíso. Bolivia ofreció numerosas granjerías a sus nacionales para bajar hacia la costa de Cobija en la década de 1820, como lo han demostrado Eduardo Téllez con Osvaldo Silva. Sin embargo, tal política fracasó. Para 1832, el 22 % de su población era chilena, afirma el historiador boliviano Fernando Cajías. La costa del despoblado se llenó de europeos, como los hermanos Latrille, fundamentales para el despegue de Tocopilla.
Juan lópez
En esta marea de connacionales en el desierto de Atacama, hay que situar la figura de Juan López.
López forma parte de estos flujos migratorios chilenos, sea por la costa o adentrándose hacia el interior del despoblado. Desde 1845 anda deambulando por las caletas y ensenadas. Los conflictos diplomáticos afectan a su itinerario y actividades. De allí, la importancia que tiene para él que Chile y Bolivia hubiesen concluido el Tratado de agosto de 1866. Y tiene relevancia para los antofagastinos, como la va a consignar en su Memorial a su Excelencia el Señor Presidente de la República de Bolivia, fechado el 20 de setiembre de 1872, y que publicáramos íntegramente en las Colecciones HACIA de dirigida y editada por Andrés Sabella Gálvez, Nonagésimo Cuarto Cuadernillo de 7 de noviembre de 1980.
En este documento, López nos señala que en 1845 recorrió "sus desiertos áridos i desnudos de vegetación, reconocí sus montañas o serranías prolijamente, examiné sus panizos de sur a norte, sin dejar de fijar mi atención en sus playas i caletas del litoral". Recorrió Mejillones. Desprovisto de recursos, confidencia, me "fue forzoso dedicar mi trabajo personal al servicio de otras personas" en la explotación del guano hasta el año 1856. Después de un periplo por las costas peruanas, arribó a Tocopilla en 1861, perdiendo su embarcación y las pocas utilidades logradas. Tentó suerte hasta que su encuentro con el empresario Matías Torres pudo contar con los recursos para llevar a cabo su empresa en el litoral del desierto. Desde Cobija hasta Mejillones otea posibilidades, "descubrí el gran depósito de guano que hoy existe i se explota con tan buen éxito en beneficio tanto de Bolivia como de Chile". La interrupción de las relaciones entre Chile y Bolivia en 1863, refiere, "me suspendieron mis faenas, haciéndome paralizar mis trabajos los gobiernos de Chile i Bolivia".
Por eso la importancia que tuvo para López el Tratado entre Chile y Bolivia, de 10 de agosto de 1866, pues nos conduce hacia la probable fecha del poblamiento de Antofagasta. En su Memorial, señala para la posteridad:
"Restablecidas al fin las relaciones de amistad entre ambos gobiernos, me dirijí de nuevo a este litoral, arribando a la caleta que hoy llaman la Chimba o puerto de Antofagasta, la que me era conocida desde muchos años atrás i que desde luego la denominé "Peña Blanca", la cual estaba desierta hasta el año de 1866; tomé posesión de ella fijando allí mi residencia permanente…hice mis excursiones al oriente cateando sus serranías; pasando algún tiempo en tan penosa tarea, descubrí tres vetas de cobre como a tres leguas al interior del Salar que hoy llaman del Carmen i como a seis i siete de la costa; presenté mis pedimentos personales en Cobija…provisto de títulos en forma emprendí mis trabajos habilitando mis pertenencias, como asimismo allané de largos i costosos caminos, construí grandes canchas empedradas en la playa".
Antofagasta
Este hombre, de la provincia de Copiapó, pescador, cateador, minero, explotador del guano, en definitiva, un pionero, un emprendedor, en lenguaje actual, que escribió al gobierno boliviano en procura de un auxilio gubernamental para establecer su domicilio en Mejillones, va a sintetizar su lugar en la historia de la futura Antofagasta, de modo inequívoco y rotundo:
"Del puerto de Antofagasta, yo he sido su piedra fundamental, yo labré sus cimientos, i el primer habitante que fundó su edificio".
A este esfuerzo individual, corajudo, espontáneo, que caracterizó a los miles de chilenos que llegaron en el tiempo de Juan López, le sucedió la impronta de otro chileno, José Santos Ossa, tenaz en vencer la adversidad del desierto, tuvo el honor de hacer sustentable el poblamiento definitivo de Antofagasta. La migración chilena, enganchada, se diseminó en las nuevas arterias de la novel población, hasta que en octubre de 1868, la administración boliviana fundara oficialmente a la ciudad. Fueron chilenos, en su gran mayoría, los que se transformaron en vecinos de Antofagasta y los principales pobladores de Caracoles, desde 1870, seguidos de los contingentes europeos, británicos, alemanes, españoles, croatas, franceses. Un espacio cosmopolita, creado por la migración. El territorio y sus recursos mineros fueron forjados por Chile. El destino de su porvenir económico fue establecido por los nortinos, Juan López, José Santos Ossa, y el sentimiento regionalista por Matías Rojas Delgado, desde 1872. Una lección para el país y principalmente para los antofagastinos, cuando se discute qué hacer con la región.
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