4.4.11

Bienvenido al Antropoceno, la era del hombre [extracto]

Ciudad de México / © F. Pablo López Luz - National Geographic

Vía National Geographic en español

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La palabra “antropoceno” fue acuñada por el químico holandés Paul Crutzen hace alrededor de una década. Un día Crutzen, que comparte un Premio Nobel por descubrir los efectos de los compuestos que reducen el ozono, estaba en una conferencia científica. El presidente de esta mencionaba de manera constante el Holoceno, la época que comenzó al final de la última era de hielo, hace 11 500 años, y que –al menos oficialmente– continúa hasta este día. “‘Acabemos con esto –recuerda haber espetado Crutzen–. Ya no estamos en el Holoceno. Estamos en el Antropoceno’. Y bueno, la sala se quedó en silencio por un buen rato”. Cuando el grupo hizo un descanso para tomar café, el Antropoceno se convirtió en el tema principal de la conversación. Algunos sugirieron que Crutzen registrara los derechos de la palabra.

Mucho tiempo atrás, en los años setenta del siglo xix, un geólogo italiano de nombre Antonio Stoppani propuso que la gente había introducido una nueva era y la denominó Antropozoico. La propuesta de Stoppani fue ignorada; otros científicos la hallaron poco científica. En contraste, el Antropoceno sí hizo eco. El impacto humano en el mundo se ha hecho mucho más obvio desde los días de Stoppani, en parte debido a que el tamaño de la población casi se ha cuadruplicado a cerca de 7 000 millones. “El patrón del crecimiento demográfico en el siglo xx se dio a una tasa más bacteriológica que primate”, escribió el biólogo E.O. Wilson. Wilson calcula que la biomasa humana es 100 veces mayor que la de cualquier otra especie de animales grandes que haya existido alguna vez sobre la Tierra.

En 2002, cuando Crutzen reportó la nueva idea del Antropoceno en la revista Nature, los investigadores de una amplia gama de disciplinas adoptaron el concepto de inmediato. Pronto comenzó a aparecer regularmente en la literatura científica.

Al principio, la mayoría de los científicos que usaban el nuevo término no eran geólogos. A Zalasiewicz, uno de ellos, lo intrigaron las discusiones. “Noté que el término aparecía en la literatura seria, sin comillas y sin connotación irónica”, dice. En 2007, Zalasiewicz era presidente de la Sociedad Geológica de la Comisión Estratigráfica de Londres. Durante una junta, decidió preguntar a sus colegas qué pensaban del Antropoceno. Veintiuno de los 22 pensaban que el concepto tenía mérito. El grupo acordó verlo como un problema formal en la geología. ¿Cubriría el Antropoceno los criterios utilizados para nombrar una nueva época? En lenguaje geológico, las épocas son periodos relativamente cortos, aunque pueden extenderse por decenas de millones de años (los periodos, como el Ordovícico y el Cretácico, duran mucho más, y las eras, como la Mesozoica, aún más). Las fronteras entre las épocas se definen por los cambios que se preservan en las rocas sedimentarias: como la aparición de un tipo de organismo comúnmente fosilizado o la desaparición de otro. Pero, por supuesto, el registro en roca de la época actual aún no existe. De manera que la cuestión era: ¿cuando este exista, el impacto humano será “significativo estratigráficamente”? El grupo de Zalasiewicz decidió que la respuesta era sí, aunque no necesariamente por las razones que uno esperaría.

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