25.2.16

Arte moderno latinoamericano, herramienta de subversión en ARCOmadrid


Picture shows bananas with messages cut on their peels by Colombian artist Marcos Avila Forero, during the ARCO International Contemporary Art Fair opening in Madrid on February 24, 2016, that will run untill February 28th.
February 24, 2016| クレジット: GERARD JULIEN
© Getty Images.

Vía La Información.

Bisturí en mano, el artista colombiano Marcos Ávila graba "huelguistas muertos" sobre la piel de un banano en la feria española de arte contemporáneo ARCOmadrid, que en su 35ª edición dedica un espacio a la denuncia política en las obras latinoamericanas.

"Esto en concreto no se vende porque es una obra totalmente perecedera", explica Ávila a la AFP, mientras trabaja en el estand de la galería parisina Dohyanglee, una de las 250 presentes en este gigantesco mercado de arte, abierto desde este miércoles hasta el domingo.

Junto a él se apilan los bananos en que va grabando el texto de telegramas enviados a Washington en 1928 por un cónsul estadounidense en Colombia durante la masacre de las bananeras, en que murió un número desconocido de huelguistas y sindicalistas.

"En aquella época, la versión oficial hablaba de 6 o 7 heridos... ¡Y estos telegramas de más de mil muertos!", afirma el artista.

Casi imperceptible al principio, el mensaje aparece poco a poco cuando el banano se va oxidando y desaparece al pudrirse la fruta. Toda una metáfora.

Desde sus inicio en 1982, ARCOmadrid siempre prestó una especial atención al arte latinoamericano.

En los 35.000 m2 de la feria, una treintena de galerías del continente propone, junto a otras de todo el mundo, pintura, escultura o videoarte de maestros como el francés Yves Klein -una pequeña esponja de su inconfundible azul cuesta 110.000 dólares- o de jóvenes promesas.

Pero ARCO organiza además una sección comisariada de artistas latinoamericanos.

"Buscamos traer una selección temática. Cada estand se llena así de contenido", explica la estadounidense Irene Hofmann, directora del museo Site Santa Fe y una de las cuatro comisarias.
Numerosas ferias de arte internacionales tienen ahora secciones comisariadas, explica. "Pero fue realmente ARCO la que abrió esa vía hace años", asegura, convirtiéndose en "mucho más que un mercado".

En uno de los estands temáticos, el galerista italiano Paolo Maria Deanesi expone obras del cubano Tonel.

Desde un libro que documenta un ficticio programa espacial cubano, hasta un enorme pergamino con pirámides que se alzan como símbolos fálicos del poder financiero, cultural o militar, "hay mucho humor en el trabajo de Tonel" y al mismo tiempo es "totalmente político", afirma.
Además de la Guerra Fría y su isla, las obras del cubano tratan la crisis financiera mundial de 2007, las denominadas primaveras árabes o la inestabilidad en Grecia.

"Al hablar de la historia o de la actualidad, el humor puede ser un instrumento efectivo para provocar a los espectadores, para atraerlos: idealmente, la sonrisa del público será el preámbulo a la reflexión", dice Tonel a la AFP desde la ciudad canadiense de Vancouver, donde reside.

"No es un artista comercial" pero sus obras se venden "porque son interesantes", dice Deanesi, junto a una serie de nueve coloridos dibujos que representan a líderes cubanos y soviéticos -Fidel Castro, José Martí, Mijail Gorbachov, Lenin o Stalin- y a personajes como el filósofo comunista alemán Karl Marx o el primer cosmonauta latinoamericano Arnaldo Tamayo. El precio del conjunto es de 19.000 dólares.

"Este tipo de obras las compran más instituciones" como museos que coleccionistas privados -la feria ha invitado a 250 de 33 países-, explica Mauro Álvarez, de la bonaerense Document-Art Gallery, que trae el trabajo del veterano Luis Pazos.

Son piezas restauradas o reediciones de obras realizadas en la Argentina de los años 1960 y 1970.
En el centro, un gran fardo de paja con un lazo rosa se presenta como la "solución para el problema del hambre según las grandes potencias".

A su lado, una serie de fotografías en blanco y negro muestra escenas íntimas de personajes ocultos tras máscaras de enormes sonrisas.

"En un contexto dictatorial, el orden político se mete en el fuero íntimo de las personas, uno tiene casi obligación de sentirse feliz para que nada desentone, sino viene la represión", explica Álvarez sobre la obra.

En Latinoamérica "ha habido épocas realmente peligrosas, en que los artistas intentaron aportar un poco de humanidad a tanto terror", dice Hofman. De la carcajada hasta la ironía sutil, "el humor ha sido a menudo utilizado para decir de forma velada lo que no se podía decir abiertamente", añade.

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