Vía El Mercurio de Antofagasta.
Mejillones es cuna de dos artistas que, distintos en su expresión, juntan sus ímpetus en un mismo fuego de hallazgos: el poeta Neftalí Agrella vive en la aventura de la palabra nueva. Ramón Vergara Grez, nacido el 31 de agosto de 1923, pinta en rechazo de cómodos asaltos a la realidad, escogiendo para sus telas la dificultará del hacedor de formas. Su arte es geométrico, goza la inmensidad de sus visiones, pasándolas a nosotros, como señales de un mundo al que sólo pueden penetrar los que desterraron de sus ojos el espectáculo "de todos", para ceder espacio al espectáculo "de uno mismo".
En 1961, Vergara Grez declaró que:
"Comprendí que la pintura es por una parte, las líneas, los planos y los colores y, por otra parte, la ordenación de esto en el plano de la tela".
Se enfrentaba a la pasión que exigiría en todos los desgarramientos: el orden, la pureza que, únicamente, soporta existir en "espacios vírgenes". El Grupo "Rectángulo" nació de algunos desvelados que Vergara Grez encabezada, en 1956, guiándolos hacia utopías de formas. Durante 23 años, no se debilitó el brío de las líneas augurales. Hoy el Movimiento "Forma Y Espacio" lo prolonga, victoriosamente.
El arte geométrico chileno que lo encarna, se levanta sobre tres fuerzas decisivas: lo subjetivo, lo mítico y lo mágico. La Geometría les permite a sus cultores disfrutar "la magia de las líneas", liberándolos del artista-espejo y reemplazándolos por el artista-surco.
Vergara Grez "pinta despierto", despierto al mandato secreto de los sueños que lo turban. Estos sueños, robustecidos por la nostalgia que lo obligaron a pintar, recientemente, una tela de laboriosa ternura: "Te devuelvo tu Iglesia, Mejillones", donde las formas rigurosas recuerdan el rigor de la memoria de su infancia. Un día, lo esperamos, esta obra será ocasión de visitas a Mejillones, su contraseña de valor.
Con Ramón Vergara Grez comparten por la plenitud de la línea -madre, varios pintores, empecinados porque el arte geométrico dé a nuestra América el encantamiento incesante de sus leyes de gracia.
Andrés Sabella
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