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Están ahí a duras penas o simplemente ya desaparecieron. Son los emblemas históricos de la ciudad, ésos que están tapizados con rayados y que ya nadie se acuerda de ellos
Por Alexis Molina Tapia
Hace dos años y siete meses la estatua de José Santos Ossa, ubicada en el Parque Croacia, fue violentamente atacada. Le volaron la cabeza y sus brazos fueron destrozados. El Monumento Público fue retirado y hoy está desaparecido. No hubo recuperación.
Algo parecido ocurrió con la escultura “Los luchadores”, donada por la colectividad griega en 1910 con motivo del Centenario de Chile, que fue atracción durante mucho tiempo en el Parque Centenario de la avenida Brasil. La obra fue blanco de arteros atentados y, cuando ya había perdido todo su esplendor, fue retirada en 1973. Nunca fue restaurada.
Ni hablar del monumento del “Atleta Griego”, popularmente conocido como “El Pilucho”, que corrió igual suerte. Hace cinco años que se deteriora en una bodega del Vivero Municipal, luego de un ataque que lo botó de su base, en la Plaza Grecia.
Estos son sólo tres casos de una mala costumbre de la ciudad y que se repite sistemáticamente, casi como macabra tradición: no cuidar obras que en algún momento fueron levantadas para conmemorar una fecha importante o simplemente para hermosear la ciudad, hasta echarlas al olvido.
MONUMENTOS
Si no es así, cómo se explica la desaparición a finales de los años setenta de "El niño de la Espina", estatua ubicada en la plazoleta Humberto Zhigley (Orella con avenida Argentina), o la irremediable pérdida de "El niño de Bruselas" del Parque Valparaíso, en la avenida Brasil.
El visitador del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), Branko Marinov, afirma que este abandono tiene carácter de daño patrimonial, puesto que estatuas, piletas y bustos son monumentos públicos protegidos por ley.
Según la ley 12.288 sobre Monumentos Nacionales, tienen esta característica “las estatuas, columnas, fuentes, pirámides, placas, coronas, inscripciones y, en general, todos los objetos que estuvieren colocados o se colocaren para perpetuar memoria en campos, calles, plazas y paseos o lugares públicos”, aunque se excluyen figuras religiosas y bienes ornamentales con fines decorativos.
“Hay abandonos históricos, como el caso de ‘Los luchadores’ griegos, que yo lo nombro una y otra vez y ya parece majadería, pero lamentablemente cuando persiste el problema uno tiene que ser persistente”, expone el académico.
Los famosos luchadores pancraciastas estaban ubicados en el primer parque de la avenida Brasil y hoy sólo queda la pileta que los albergó y una leyenda en griego, que da cuenta del fabuloso regalo a Chile.
“Esa pileta está como testigo y nos acusa a nosotros y a nuestras autoridades de descuido, porque nunca fue repuesto”, asegura.
SABLE DE CHOLGUAN
¿Hay más abandonos? Marinov tiene una lista larga y casi como una anécdota, un mal chiste, destaca el sable de Simón Bolívar. “Le quitaron el sable a Bolívar hace mucho tiempo y nunca se lo han repuesto”, acusa.
La estatua, construida en 1959 por la Sociedad Bolivariana de Antofagasta, está ubicada en una plazoleta levantada en el sector de los edificios Colectivos. Allí, el mítico héroe perdió su espada a manos de antisociales. Todavía no la recupera.
“Yo he visto que a veces, con ocasión de su natalicio, ahí se hace una ceremonia y se le pone un sable de cholguán o de plumavit. Es inaudito”, sentencia el visitador especial, quien reitera que muchas veces se pierde la noción del real valor de estas obras.
“De repente se levantan nuevos, pero resulta que no se ha hecho nada por recuperar aquellos que están dañados o simplemente desaparecidos”, precisa.
El caso de la estatua a la Libertad es distinto, aunque no por ello menos llamativo. El monumento cambió completamente junto con los trabajos de remodelación de la Plaza Sotomayor, a tal punto que hoy sólo la mujer con una antorcha es lo único que se mantiene de la obra donada en 1910 por la Colonia Alemana. La planta cuadrada y figuras de bronce desaparecieron para dar paso a una gran columna revestida en cobre, sobre la cual se posa la dama en cuestión.
RUINAS
Otro ejemplo de abandono es lo que pasa con las Ruinas de la Fundación de Metales de Huanchaca, monumento histórico desde enero de 1974, que mira con desaliento el paso de los años sin que ese proyecto salvador anunciado tantas veces se concrete.
“Las Ruinas de Huanchaca son el peor ejemplo de cómo no se ha hecho nada respecto de un monumento, pese a que durante mucho tiempo la ciudad ha usufructuado su imagen”, acusa Marinov, lamentando que esa preocupación por poner a la construcción en afiches o páginas web turísticas no traspase el límite de las buenas intenciones.
“Ahí los lolos y no muy lolos se van a ‘volar’, ahí se suicidan, se hace caca, pichí, se raya y no se lo han robado porque las rocas son muy grandes, no más”, enumera con frustración.
El último intento por salvar las famosas ruinas es uno que impulsan varios organismos, como el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, la Universidad Católica del Norte (a cargo de su administración y cuidado) y la Corporación Proa, y consiste en el aseguramiento de su estructura para evitar derrumbes, implementación de rutas de acceso, luminarias y un recordatorio del valor histórico que significó la fundación de plata para la zona. Por ahora, sólo es un proyecto.
En este funesto recuento también se incluye el kiosko donado por la Fundición Orchard para el Centenario (ubicado en el primer parque de la avenida Brasil), que en algún momento se “acondicionó”. Claro que no se tomó en cuenta ninguna norma estética y se le puso una reja que no tenía nada que ver con la original, que era mucho más elaborada y refinada.
“No se respetó nada. La reja que se le puso es ordinaria. No hay una conciencia clara del valor que tienen el patrimonio dentro de nuestra vida como sociedad y persona”, analiza Marino.
El vandalismo llega a límites impensados. La estatua de Arturo Prat es una de las pocas recuperadas en Antofagasta.
RESPONSABILIDADES
Quiénes son los culpables de esta situación. Acá las responsabilidades son variadas y compartidas. El Artículo 20 de la ley 17.288 establece que “los municipios serán responsables de la mantención de los Monumentos Públicos situados dentro de sus respectivas comunas”.
También señala que “los intendentes y gobernadores velarán por el buen estado de conservación de los Monumentos Públicos situados en las provincias y departamentos de su jurisdicción, y deberán dar cuenta al Consejo de Monumentos Nacionales de cualquier deterioro o alteración que se produzca en ellos”.
En el caso de los monumentos históricos, como las Ruinas de Huanchaca, el Muelle Histórico o la Torre Reloj de la Plaza Colón, será el propietario quien se preocupe de su debida conservación, con una serie de obligaciones hacia la obra o estructura.
“La mantención es deficiente”, dice Marinov de manera categórica. “Es muy ‘efemérica’, es decir, funciona sólo para fechas especiales y desfiles. A Arturo Prat lo pintamos el 21 de mayo y el 22 ya puede estar con fecas de palomas. Eso no puede ser”, agrega.
Aunque hay algunos rayos de luz. Según Jorge Machulás, presidente de la Colectividad Helénica en Antofagasta, el “Atleta Griego” volverá a lucir orgulloso en su lugar de siempre, aunque ahora en una gran columna, justo en el lugar donde hoy se ven rastros de sus pies. También se gestiona traer desde Grecia una copia de “Los luchadores”, lo ideal para marzo del 2006.
Pero Marinov insiste en que esto hechos son una suerte de “aspirinas”. “El mal mayor es no preocuparnos de ellos. Debemos incluir en la educación la enseñanza del significado e importancia de nuestros monumentos. La prevención y protección pasa por conocerlos más, sólo así los valoraremos en su real dimensión”.
“Hay desconocimiento del valor que tienen estos monumentos, cómo esos bienes aportan a la comunidad, cómo nos orientan y nos recuerdan lo que fuimos. Además, reafirman nuestra identidad, que hasta ahora ha demostrado ser muy pobre”, lamenta el visitador especial.
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