13.7.16

El premio Mies Crown Hall of Architecture: Un premio sin identidad. Por Miquel Adrià


Vista exterior del Museo de Sitio de Pachacamac. © Claudio Galeno.

El Museo de Sitio de Pachacamac es una arquitectura de mucho interés, ¿pero el edificio de Grafton en Lima? Inusitadamente, la historia se repite con el premio Mies Crown Hall of Architecture, como ocurrió con el primer premio Mies Van der Rohe para arquitectura latinoamericana, respecto a la poca claridad en cuanto a los criterios de una premiación. Miquel Adrià lo expresa muy bien en su artículo:

Vía Arquine.

El premio Mies Crown Hall of Architecture ya tiene finalistas. Después de un largo periplo del jurado por las Américas varias, visitando los edificios seleccionados para esta segunda edición del premio –organizado por el IIT (Illinois Institute of Technology) que fundara el mismo Mies van der Rohe y de cuyo edificio principal del Campus toma el nombre– se escogieron siete finalistas de entre los cuales se premiará al elegido en octubre. Un jurado conformado por Wiel Arets (director de la Escuela de arquitectura del IIT anfitriona del premio), Stan Allen (profesor y exdirector de Escuela de Arquitectura de Princeton), Ila Berman (Directora de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Waterloo, Canadá), Jean Pierre Crousse (arquitecto peruano de Barclays&Crousse, autores del galardonado pabellón de Perú en la bienal de Arquitectura de Venecia 2016) y Florencia Rodríguez (directora de la revista PLOT de Buenos Aires, Argentina), analizaron 177 obras construidas entre 2014 y 2015 desde Canadá hasta Chile. Si bien la primera edición del premio abarcó los primeros trece años del siglo, este galardón tiene carácter bianual y premia tres categorias: a la mejor obra, a la mejor propuesta de equipos emergentes y al mejor proyecto estudiantil. Los ganadores no reciben gratificación económica –como sucede con el Pritzker, el Imperiale o el Aga Kahn, por mencionar los mejor posicionados– sino que se invitan a los ganadores, como profesores del IIT.

Los siete finalistas fueron John & Patricia Patkau, por el Centro de Visitas del Sitio Histórico Nacional de Fort York en Toronto, Canada; Patricia Llosa y Rodolfo Cortegana, por el Museo de Sitio Pachacamac en Lima, Perú; SANAA, por las Granjas Grace en New Canaan, Estados Unidos; Grafton Architects, por el nuevo Campus urbano de la Universidad de Tecnología e Ingeniería de Lima, Perú; Michael Maltzan, por un edificio de departamentos en Los Ángeles, Estados Unidos; Alberto Kalach, por el edificio de oficinas en Constituyentes, en la Ciudad de México; y una casa de Angelo Bucci / SPBR arquitetos en Sao Paulo, Brasil.

A la hora de tratar de posicionar un nuevo premio continental como el MCHAP es importante subrayar lo que lo distinguirá de otras preseas. Unas –como el Pritzker– premian al autor, otras a la obra –como el Premio Europeo Mies van der Rohe–, otros a la trayectoria profesional –como el Imperiale– y algunos más académicos, reconocen proyectos y estudios no construidos. Este premio aspira a construir una lectura americana que aúne el norte anglosajón y el sur latino, bajo un mismo tamiz incluyente ante realidades socioeconómicas y tecnológicas tan dispares. El reto no es menor, sobretodo al estar organizado exclusivamente por la mencionada sede universitaria de Chicago y no ser fruto de varias sedes anfitrionas y multinacionales o de una alianza entre pares que garantizara, desde su gestación, la pluralidad pretendida.

Cabe recordar que en su primera edición se premiaron dos obras extraordinarias de dos equipos europeos para destacar lo mejor de las Américas: al portugués Álvaro Siza por el Museo y Fundación Iberé Camargo de Porto Alegre, Brasil, y a los suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron por el estacionamiento –con casa en la azotea– en Miami. En la actual y segunda edición los miembros del jurado apostaron por dos museos, un campus, una granja, un edificio de viviendas, otro de oficinas y una casa. Dos de ellos proyectados por arquitectos de otros continentes. Otros dos ubicados en Perú. Sorprende la ausencia de autores chilenos finalistas (estaban seleccionadas 22 obras chilenas) ya que en las últimas décadas se ha demostrado que entre los más destacados arquitectos americanos sobresalen los del país andino, y no deja de extrañar que ante la espectacular riqueza de proyectos que privilegian el carácter público de la arquitectura se haya incluido una casa –tan extraordinaria como otras tantas entre las preseleccionadas–. El jurado, a su vez, descartó obras notorias como el Centro de Innovación Argos de Lorenzo Castro en Medellín, los edificios académicos de Rocha+Carrillo en México, la Facultad de Económicas de Hevía y Duque Motta y la Facultad de Artes de Fernando Pérez-Oyarzun y Jose Quintanilla-Chala, ambas en Chile, el Emerson College en Los Ángeles, de Morphosis, entre otros edificios universitarios, para privilegiar el campus limeño de los irlandeses Gafton (otros europeos). Se desechó también el Biomuseo de Gehry en Panamá, el Museo de Arte en Aspen, Estados Unidos, de Shigheru Ban, el Museo Canadiense de los Derechos Humanos en Winnipeg, Canadá, de Antoine Predock, la Biblioteca pública en Constitución, Chile, de Sebastián Irarrázaval, entre otros, para escoger el extraordinario museo de sitio Pachacamac en la periferia de Lima. Quizá este museo que se relaciona empáticamente con el paisaje desértico y las prexistencias arqueológicas incas desde una arquitectura atemporal, sea el único seleccionado con posibilidad de dar una cierta credibilidad a la trayectoria del MCHAP.

El valor de un galardón se construye edición tras edición definiendo la vocación de los convocantes. Bienvenido el premio Mies Crown Hall que sin duda servirá para captar la atención hacia la arquitectura que se siembra y cosecha en las Américas, si bien valdría definir los valores que debe privilegiar una presea que otorga una institución académica, para dotar de identidad propia al nuevo premio.

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