19.3.17

La arquitectura de la nostalgia [sobre la casa de Luis Barragán]



Vía Informador.Mx, Ideas, espacio de opinión.

Por Martín Casillas de Alba (malba99@yahoo.com.mx)

Asombrado del análisis que nos ofreció la arquitecta Gabriela Bermeo durante la conferencia que dio el pasado sábado en la Casa Robert Brady de Cuernavaca, pudimos descubrir, como nunca nadie lo había hecho, varias facetas de la arquitectura de la casa de Luis Barragán en la Ciudad de México en donde ella trabaja desde hace siete años.

La arquitectura de la nostalgia fue el título de la conferencia en donde nos ofreció varias lecturas que puede tener esa casa para poder verla desde diferentes puntos de vista, sabiendo que se trata de una obra que está inscrita en el catálogo de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, única obra del siglo XX registrada en Latinoamérica.

Con el tema de la nostalgia, es decir, el anhelo por el momento o por una situación o acontecimiento del pasado, la arquitecta propuso ver la casa de Barragán, entre otras cosas, a través de la transformación que hizo desde que la construyó en 1947, hasta casi al final de su vida (1988), como si la primera versión hubiese sido el borrador de un poema-arquitectónico.

De esta manera nos fue mostrando la metamorfosis de cada una de las áreas de la casa hasta que terminó convirtiéndola en una obra de arte que todavía hoy en día nos deja con la boca abierta. Resultado de esa buena y puntual investigación, la arquitecta Bermeo mostró con fotografías el “antes” y el “después” y, mientras veíamos ese análisis comparativo, pensé que si fuera el manuscrito del poema Tierra baldía de T.S. Eliot, como lo podemos ver en el libro digital para iPad, entonces veríamos los tachones y los cambios propuestos por Ezra Pound al poema, así como, en este caso, pudimos ver las correcciones que hizo el arquitecto además de las propuestas que hizo Jesús “Chucho” Reyes, para sorprendernos de los resultados de esas transformaciones hasta llegar a ver la obra final, pulida y acabada, convertida en una joya de la arquitectura mexicana del siglo XX, una vez que hubo modificado, por ejemplo, la terraza que nada tienen que ver con el primer borrador, cuya intención era la de un palomar; o el proceso del muro entre la estancia y la biblioteca que la arquitecta Bermeo nos mostró para que pudiéramos verla desde la perspectiva personal, es decir, eso que el arquitecto veía a su altura de su metro noventa y dos centímetros.

También nos sorprendió esa otra lectura que hizo la arquitecta cuando nos muestra de qué manera los ventanales de la sala que dan al jardín corresponden a la propuesta geométrica de Pitágoras y nos demuestra cómo es que las modificaciones que hizo corresponden a la ecuación de ese teorema.

Nos presentó esos juegos con la luz y la manera como lo resuelve Barragán desde el año que la construye y habita en donde va reconociendo los hábitos diarios, entre otros, los del taller donde trabajaba por las mañanas y que, por eso, decide pintar de amarillo el techo y dejar entrar la luz natural o, la solución que encuentra en el cuarto de visitas, donde podemos ajustar la luz que deseamos según nuestro estado de ánimo.

La arquitecta conoce bien los libros de la biblioteca y aquellos que marcaba Barragán por alguna razón y, por eso, ejemplifica con algunas relaciones entre las obras plásticas y su arquitectura, por ejemplo, el rayo de luz de La Anunciación y el rayo del vestíbulo que, rebotando sobre el dorado de Goeritz, cae a cierta hora sobre aquel que esté concibiendo una buena conversación telefónica. O la obra de Chirico y su equivalente con la sombra de la terraza y, en otro libro, las tres esferas de Escher como las coloca en la mesa de la biblioteca.

Una conferencia fue un éxito pues logramos tener esas varias lecturas —objetivas y emocionales—, para que ahora podamos caminar por la Casa Barragán admirando la transformación de esa casa-poema original en una obra de arte universal.

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