© Claudio Galeno.
El recién pasado día 16 de abril, al cumplir 94 años, falleció el arquiteto mexicano Pedro Ramírez Vázquez, autor de muchas obras que son parte de la memoria moderna de México, entre las que destaca el Museo Nacional de Antropología de Ciudad de México, uno de los espacios más visitados por los turistas que acuden a ver la increible colección y se deparan con una plaza monumental al centro de la cual se eleva una gigantesca cubierta, como un paraguas, sostenida en una sola columna.
La prensa no ha hecho caso omiso y a publicado extensamente artículos sobre este arquitecto mexicano. A continuación extractos de algunos de ellos:
El periódico El Universal de México, entre varias notas, publicó "El creador de templos":
"(...)Ramírez Vázquez, quien fue doctor honoris causa por varias universidades como la UNAM, fue arquitecto de proyectos como el Pabellón de México en la exposición mundial de Bruselas; el Museo de las Culturas Negras en Dakar, Senegal; las Oficinas del Comité Olímpico Internacional en Suiza; el Museo del Comité Olímpico Internacional en Lausana, Suiza; la capilla de la Virgen de Guadalupe dentro de la Basílica de San Pedro en el Vaticano; la Casa Presidencial de Costa Rica, entre otras obras.
Recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes; reconocimiento del Colegio de Arquitectos de México; la gran Medalla de Oro de la Academia de Arquitectura de Francia; el Gran Premio de la XII Trienal de Milán por el proyecto de Escuela Rural Prefabricada; Medalla de Oro de la VIII Bienal de Sao Paulo; Premio Jean Tschumi de la Unión Internacional de Arquitectos.
Otros arquitectos lo recuerdan como uno de los grandes urbanistas y estrategas del siglo XX.
“Fue sobre todo un gran estratega. De algún modo fue capaz de transformar las ciudades, la ciudad de México, pero también intervino en otras, transformarlas y monumentalizarlas, siguiendo el sentido de la tradición mexicana de los grandes monumentos. El Museo de Antropología, la Basílica de Guadalupe o el Estadio Azteca de algún modo se convierten en los grandes hitos metropolitanos, más allá de que te gusten o no”, declaró el arquitecto Miquel Adriá, director de la revista Arquine (...)"
El periódico español El País publicó "Muere el arquitecto del Museo de Antropología y el Estadio Azteca":
"(...) En 1966, el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, lo puso al frente del comité organizador de los juegos olímpicos de 1968. El equipo que encabezaba Ramírez Vázquez puso especial énfasis en la imagen gráfica: desde el logotipo de los Juegos del 68 a la señalización de la ciudad, los espacios de las competencias estuvieron en consonancia estética.
Durante sus más de 60 años de trayectoria, Pedro Ramírez realizó edificios civiles y religiosos, desde el Palacio de San Lázaro, actual sede de la Cámara de Diputados de México hasta el Estadio Azteca, con capacidad para 105.000 espectadores y la Nueva Basílica de Guadalupe. El templo es el segundo recinto religioso más visitado del mundo y acoge 20 millones de peregrinos al año. (...)"
© Claudio Galeno.
Los Angeles Times, publicó "Pedro Ramirez Vazquez dies at 94; architect changed the face of Mexico City":
"(...) After studying architecture at the National Autonomous University of Mexico, or UNAM, he oversaw building conservation for the Ministry of Education from 1947 to 1958. His design for a pre-fabricated school resulted in 35,000 of the low-cost structures being built in rural areas, according to the reference "Contemporary Architects."
The Mexican government also commissioned Ramirez Vazquez to design pavilions for three World's Fairs — Brussels in 1958, Seattle in 1962 and New York in 1964.
As chairman of the Mexican Olympic Organizing Committee, he helped bring the Summer Games to the country in 1968, marketing them as a showcase for the modernization of Mexico and emphasizing that the country was a land of peace.
But his Olympic legacy was marred when soldiers massacred student protesters at the Plaza of the Three Cultures in the Tlatelolco area of Mexico City days before the Games. Ramirez Vazquez defended the government crackdown and was criticized along with other officials. Human rights groups have said as many as 350 were killed. (...)"
The New York Times, publicó "Pedro Ramírez Vázquez, Architect, Is Dead at 94":
"(...) In a 1985 interview with the newsmagazine Proceso, Mr. Ramírez recalled how he was put in charge of some of those projects. At a literary gathering at midcentury he had met a rising politician, Adolfo López Mateos, and they became friends. In 1952, Mr. López Mateos became secretary of labor and commissioned Mr. Ramírez, without competitive bidding, to build a new Labor Ministry headquarters, as well as a new residence for Mr. López Mateos himself. The two conversed one day during a pause in that construction.
“The aspiration of an architect in the past was to build a cathedral; what is it today?” Mr. Ramírez, then in his early 30s, recalled being asked by Mr. López Mateos.
“An archaeology museum,” the young architect answered. After Mr. López Mateos became president in 1958, he announced plans for a spectacular new museum, and put Mr. Ramírez in charge.
What became known as the National Museum of Anthropology remains Mr. Ramírez’s richest architectural legacy.
“Without any doubt, that’s what he’ll be remembered for,” said Miquel Adriá, director of the architectural magazine Arquine. “He succeeded in projecting in modern form many aspects that we had found in Mexican architecture from pre-Hispanic on into colonial times, including a generous use of space and the element of monumentality.”
In the museum’s construction, Mr. Ramírez oversaw scores of subordinate architects and engineers; several of the country’s other premier muralists, including Rufino Tamayo; and archaeologists and ethnographers, who in a national survey extracted artifacts large and small from every corner of Mexico to build the museum’s collection.
Opening in 1964 at the base of Chapultepec Park, the museum, marble-clad, encompasses 26 exhibition rooms surrounding a vast central patio. There a colossal pillar supports an umbrellalike roof, from which a fountain showers rainlike water to flagstones below. A geometric grill reminiscent of ancient Mayan ornamentation encloses its second floor. The museum’s monumental scale and ceremonial air still impress thousands of visitors daily, half a century after its opening. (...)"
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