Vía El Clarín.
Por Sabrina Díaz Virzi
“A vos, así, rubiecita, no te puedo mandar a la obra… Te van a comer cruda”, le dijo el dueño de un estudio a la arquitecta Lucela Rusak (36) cuando ella empezaba su carrera laboral. Cuando lograba ir al edificio en construcción, le hacían preguntas técnicas para probarla y “ver si sabía, cosas que a un hombre no le hubieran preguntado”. En una encuesta a cien arquitectas argentinas -presentada en Women in Architecture 2015 en Valencia, España- quedaron en evidencia las desventajas que viven las mujeres en esta profesión: desigualdad en el trato, diferencia salarial y menos oportunidades fueron algunos de los obstáculos mencionados. Ellos, además, gozan de una mayor credibilidad implícita, por lo que “no tienen que demostrar nada”.
Cuando falleció la reconocida iraquí Zaha Hadid, algunos señalaron que se resaltó exageradamente el hecho de que era una mujer arquitecta, como si fuera una rareza. Es que si se hurga en los archivos que documentan la historia, muchas arquitectas aparecen en las enciclopedias como “esposas de” y no como lo que fueron, trabajadoras calificadas más allá de su vínculo sentimental. Inés Moisset es investigadora de CONICET y trabaja sobre los procesos de diseño: “Cuando empecé a buscar datos sobre cómo se diseñaba en las primeras escuelas de arquitectura, me di cuenta que no se decía quiénes realizaban varias actividades y, al indagar, descubrí que la mayoría eran mujeres. Por ejemplo, en el caso de la Bauhaus, hay fotógrafas, historiadoras del arte y pintoras que figuran como las esposas de los maestros de la escuela. Trabajaban y organizaban la producción académica sin tener los reconocimientos debidos”, explicó a Clarín.
La presencia de las mujeres en los libros de historia es escasa: por ejemplo, de los 600 artículos que tiene el Diccionario de Arquitectura en Argentina, el 97% está dedicado a arquitectos varones o equipos de arquitectos varones, el 2% a equipos mixtos y el 1%, a arquitectas. Así, Moisset se propuso visibilizar la labor de las mujeres profesionales y, junto a un equipo, llevan adelante desde 2015 el proyecto Un día una arquitecta, un sitio web y página en Facebook donde publican diariamente la biografía de una arquitecta, construyendo una especie de línea de tiempo para destacar sus logros.
Cayetana Mercé es periodista de Clarín, arquitecta y una de las colaboradoras de dicho blog y confiesa: “Este proyecto me permitió comprobar con datos concretos lo que hasta ese momento había sido para mí solo una sensación, que faltaba contar una parte de la historia, la de las mujeres arquitectas y su aporte”. Este año obtuvieron el Premio Milka Bliznakov que otorga el International Archive of Women in Architecture (Estados Unidos) y ya publicaron más de 450 biografías.
En Wikipedia también se reflejan estas brechas de género; por eso, en 2015 el Museo Guggenheim de Nueva York organizó la primera “editatona”, un evento para editar y redactar artículos sobre arquitectas en la enciclopedia online. Con más de veinte sedes en todo el mundo, uno de los primeros resultados de esa acción fue la creación de la “Categoría: arquitectas”. En octubre de este año organizaron la 2° Editatona sobre Mujeres y Arquitectura, que también contó con el apoyo del grupo de Wikimujeres. “De las 60 biografías de arquitectas que había cuando empezamos, hoy alcanzamos las 270. Y, si se tienen en cuenta las Wikipedias de todos los idiomas, hay unas 1.540 arquitectas y 28.400 arquitectos varones; es decir, representamos el 5% del total”, cuenta Moisset.
A partir de estas proporciones se podría pensar que hay menos egresadas, pero los números aseguran que esto no se condice con la realidad: de los 32.000 estudiantes de arquitectura que hay actualmente en las universidades públicas y privadas de Argentina, la mitad son mujeres. Sin embargo, hay solo 7 decanas (27% del total en 2015) y el 17% de los presidentes de colegios y asociaciones profesionales son mujeres (datos de 2013).
Inés fue organizadora del evento de apertura de la Bienal de Buenos Aires 2015 (Encuentro de Mujeres y Arquitectura). Hace unos años, cuando hacía obras con Omar Paris, los albañiles se referían a él como “el arquitecto” y a ella, como “la señora”. No resulta difícil inferir la palabra de quién tenía más peso.
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