Vía La Estrella de Antofagasta.
El circuito de cines -o "teatros"- vinculados a la era del auge de las mineras durante el siglo pasado, ahora tiene a uno de sus íconos, como lo es el Teatro Nacional de Antofagasta, con un incierto futuro y la lógica preocupación por ello.
Andre Pierre Malebrán Tapia
Antofagasta, María Elena, Pedro de Valdivia, Chuquicamata y Chacabuco, localidades que compartieron tempranamente la ilusión y magia del séptimo arte entre sus vecinos, quienes con nostalgia recuerdan su paso por estas inolvidables salas de cine regionales.
Son esos queridos y recordados puntos de la geografía nortina los que han podido ser redescubiertos en una investigación desarrollada por el destacado arquitecto argentino, doctor Marcelo Vizcaíno, quien en compañía del arquitecto y director del Programa de Magíster en Arquitectura de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica del Norte (UCN), doctor Claudio Galeno Ibaceta, recorrieron estos históricos edificios buscando reencontrarse con su historia.
Si bien en el caso de las salitreras y campamentos mineros los cines han sido declarados monumentos nacionales, existen otros que esperan ese merecido reconocimiento patrimonial, como el caso de la obra ubicada en calle Sucre, entre las calles Matta y Ossa de Antofagasta, que espera todavía hoy conocer cuál será su destino.
Resguardos
El doctor Vizcaíno recorrió las localidades que cuentan con cines emblemáticas que estuvieron vinculadas a la producción minera, "su existencia en los campamentos era tan importante como la de los hospitales...", adelanta el académico trasandino que llegó a la región gracias al estudio Fondart.
La mayoría fueron declarados monumentos históricos, como el de Chuquicamata, y si bien en la actualidad no están en uso, sí son resguardados en términos de su declaratoria.
El profesor de arquitectura en la UCN, Claudio Galeno, menciona que "es importante poder declarar lo que hay y protegerlo. Por ejemplo, el ex Cine Nacional de Antofagasta, que puede ser declarado monumento histórico...".
"El edificio de calle Sucre comenzó su construcción en 1930, finalizando en 1936. Este el último exponente de esta cultura en nuestra ciudad, donde en la década de 1920 hubo una industria cinematográfica con varias empresas haciendo películas, pero al llegar el sonido en los filmes con una tecnología más sofisticada, se modifica el formato coincidiendo con el cambio del cine mudo al sonoro, y la crisis del salitre", agrega.
Recintos
El proyecto que realiza Vizcaíno comenzó trabajando con los cines en Santiago junto a sus alumnos memoristas.
La iniciativa considera plantear una reflexión sobre cómo reciclar o reutilizar los recintos, atendiendo a otras realidades latinoamericanas en las que este tipo de inmuebles hoy preservan su estructura cumpliendo otras funciones sociales.
"El [cine] de Pedro de Valdivia se llamaba Metro, porque estaba vinculado a los demás teatros que tenía la Metro Goldwyn Mayer (de Hollywood) y distribuían así las películas que hacían por todo el mundo (...) entonces la importancia no es solo arquitectónica, sino también un valor en términos de la memoria", explica Galeno.
El trabajo considera un inventario con fichas de los distintos edificios. De esta forma se contará con un registro con información de los edificios donde funcionaron los cines, incluyendo en su contenido el material visual, fotografías, planimetría, fechas y arquitectos, entre otros detalles.
Se espera que en noviembre o diciembre de este año se realice una muestra nacional en la que se podrá apreciar el estado e historia de estas obras arquitectónicas, con la idea de que sea la misma comunidad la que se sume a esta noble causa que plantea poner sobre la mesa el tema de la protección y puesta en valor de ellos.
Obras
En voz del doctor en arquitectura de Antofagasta, los cines de María Elena y Pedro de Valdivia destacan con un estilo art decó, considerando que el de María Elena cuenta con una gran bóveda circular, mientras que el segundo mantiene un estilo más clásico. El de Chuquicamata es quizás uno de los más enfocados en la función de proyecciones cinematográficas (biógrafo), contando con un formato de varios niveles interiores y pendientes bien elevadas, siendo así el más razonado para el desarrollo de cine, sobre todo en comparación al resto que más bien cumplen con la finalidad de teatro.
El de Chacabuco, sorprende con un estilo colonial; mientras que en los de Antofagasta, el Nacional es un art decó con una escala considerablemente más urbana que los demás, y el Colón es el más compacto y racionalista, siendo al mismo tiempo uno de los más innovadores en términos de distribución espacial, y si bien podía usarse como teatro, también su principal razón era la del cinema.
"Este trabajo está en desarrollo ahora y se supone que va a terminar en diciembre (...) vamos haciendo este registro y su correspondiente valoración. La idea es trazar un poco las reglas del mundo del espectáculo cinematográfico que fue muy importante durante muchos años, pero sobre todo la posibilidad de ver cómo vamos a rescatar algunos que todavía están en pie (...) a medida que he realizado el estudio me voy dando cuenta que hay algunos que ya están recuperados y protegidos. Hay otros que siguen funcionando, aunque son los mínimos. Después hay otros que la misma comunidad está intentando proteger pero no tienen las armas para hacerlo, y en este sentido pienso que va a ser muy bueno este trabajo porque nos vamos a poder ayudar", concluye Vizcaíno sobre la misión final de este registro realizado por lo menos en nuestra región con la ayuda de Galeno, quien lleva además un largo tiempo enfocado en esta materia.
Ahora solo queda tratar de encontrar la forma de salvaguardar edificios como el de calle Sucre, ¿y sabe por qué? Porque no van a volver a construirlos.
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