20.9.16

El MAM [Museo de Arte Moderno (México)] de Juan Acha

Vía Excélsior.

Para conmemorar el centenario del natalicio del crítico de origen peruano, el Museo de Arte Moderno abre una exposición que recupera su legado teórico a partir de la revisión de su propio acervo

Por Sonia Ávila


Juan Acha. Foto: Archivo Excélsior

CIUDAD DE MÉXICO.

Juan Acha (Sullana, Perú, 1916 - Cd. de México, 1995) entendió el arte como un proceso sociocultural. Una experiencia más compleja que la simple observación. Un trayecto en tres fases: producción, distribución y consumo. Proceso que él consiguió en México desde el Museo de Arte Moderno (MAM). Su trinchera crítica y teórica durante la década de los 70. La sede de su ejercicio teórico sobre el arte latinoamericano, donde gestó una red de colaboración internacional, programas pedagógicos y promoción de una generación de artistas.

El recinto fundado en 1964 fue para el crítico peruano el laboratorio de teorización artística. El espacio para poner en práctica su propuesta de alejar el arte de las capitales creativas y generar productos locales, establecer vínculos de intercambio con Latinoamérica y estudiar desde la sociología el impacto de las obras en el público. Entonces de 1972 a 1976 Acha, en su rol de subdirector del museo, emprendió este proyecto crítico. Fungió como “un agente continental” dentro de un proceso de renovación artística.


Planos del Museo de Arte Moderno, proyectado por Pedro Ramírez Vásquez. © MAM.

De este periodo da cuenta la exposición Juan Acha: por una nueva problemática artística, que se exhibe en el MAM. La muestra es una revisión del quehacer teórico de quien llegó al país en 1971. Una exploración de sus propuestas a través del archivo y colección del propio museo que en gran medida se construyó por las gestiones culturales de Acha. Un proyecto que además tuvo salida en el suplemento Diorama de Excélsior, donde el crítico publicó de manera regular sus textos.

La muestra se enmarca en un programa conmemorativo por el centenario del natalicio del también profesor. Organizado por diferentes museos del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), la celebración Juan Acha 100 incluye publicaciones y coloquios sobre sus teorías. Sin embargo, la investigación surgió del grupo Los Yacuzis, integrado por curadores, editores y periodistas que en su mayoría participaron en la segunda edición de la Escuela de Crítica organizada por el Proyecto Siqueiros.

Un pensamiento fuera del centro

Desde el MAM, Juan Acha impulsó un acercamiento con Latinoamérica. Colocó a México como punto de referencia en el mapa de circulación del arte. Así trajo exposiciones de artistas no-objetuales y geométricos. Fue el puente para que llegaran al país artistas como el brasileño Sergio Camargo, el venezolano Alejandro Otero, el húngaro Víctor Vasareli. En la escena nacional impulsó a una generación joven que luego formó el movimiento de los Grupos. Y fue de los primeros en hablar sobre el videoarte, el arte en sistemas e incluso los proyectos cibernéticos.

“Él era un profesor que trabajaba en la Escuela de Artes Plásticas La Esmeralda y estuvo pendiente de que estas teoría terminaran en otras generaciones de prácticas artísticas y por eso tuvo contacto con el grupo Proceso Pentágono, el No grupo. Esto se ve en la sala, cómo su propia teoría se va consolidando y se ve el diálogo con estos otros actores, incluso colaboraciones de corte efímero”, detalla el cocurador de la muestra Julio García Murillo.

Incluso, añade, Acha intervino en las tareas de gestión y consiguió crecer la colección del museo. Varias de las obras adquiridas por él se exhibirán. “La exposición fue realizar una reconstrucción de ese momento y develar qué piezas adquirió, qué generó, qué procesos artísticos produjo durante su paso por el museo, y también la exposición devela cómo aplicar esas teorías a obras actuales. Así se genera una exhibición dialéctica del pasado y su relación con el presente”.

A través de documentos, la muestra refiere a la crítica de Acha sobre la historia del arte mexicano. Su propuesta de analizar la escuela mexicana de pintura desde una perspectiva sociológica y entender el impacto social que representó. Pues el crítico analizó la distribución de la obra nacionalista a través del Estado, de los medios de comunicación y del sistema educativo.

García Murillo señala además que Acha fue de los primeros críticos en asimilar el arte desde un pensamiento económico. No sólo en el sentido del mercado, sino como una práctica material que implica un consumo. Un ejercicio que no termina en lo simbólico o lo emotivo. Sino en la compra-venta del producto. Una de sus principales propuestas era, a partir de la teoría económica de la dependencia, marcar distancia de los centros de producción occidentales para generar los propios.

Entonces plantea alrededor del proceso estético tres ejes: las artesanías, el arte culto y las artes tecnológicas. Con estas categorías, Acha trabajó el concepto de arte no-objetual e intentó englobar una idea total del arte culto. Buscaba un concepto de arte más amplio que criticara a la propia institución artística.

“Tiene un cuerpo teórico que le permite partir no sólo de la historia del arte, sino de la sociología del arte y la teoría del arte. Pasa por distintos niveles, incluso el semiótico o tiene análisis fisiológicos sobre el espectador y todo eso le permite entender un proceso artístico que aplica desde Perú en los 60 y ve de manera regional en México, Colombia, Argentina y Brasil”.

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