6.3.14

Los fantasmas acechan a la Central Lechera Clesa, un edificio industrial del arquitecto español Alejandro de la Sota

Vía Arquitectura Viva - El País.

Por Patricia Gosálvez.



La posible demolición del edificio de la vieja central reabre el debate sobre la protección oficial de la fábrica proyectada por Alejandro de la Sota en 1961

Era algo que llevaba unos meses comentándose entre los arquitectos: “Parece que, otra vez, van a tirar la fábrica de Clesa”. “Nos iban llegando rumores”, explica Teresa Couceiro, directora de la Fundación Alejandro de la Sota, el arquitecto que proyectó esta icónica central lechera en 1961. Un edificio diáfano y ligero, de los primeros en usar una estructura de hormigón pretensado. Ubicado en la Avenida del Cardenal Herrera Oria, fue un hito en su época y sigue siendo un arquetipo de la arquitectura moderna industrial española: es la fábrica en la mente de muchos arquitectos cuando, aun medio siglo después, se ponen a proyectar una fábrica. “Uno había oído algo en el Ayuntamiento, otro había intentado ir de visita y no le habían dejado, otro había preguntado al guardia de seguridad…”, explica Couceiro, que, sin embargo, estaba “tranquila”, ya que en 2010 la Concejalía de Urbanismo, tras otra especulación sobre su demolición por parte de la actual propietaria, Metrovacesa, le había confirmado que el inmueble estaba en trámites para ser protegido. “Precatalogado a falta de una firma”, dice esta arquitecta que gestiona el ingente legado de De la Sota, ordenado y conservado digitalmente en www.alejandrodelasota.org.

Entonces, el pasado 18 de febrero, un vecino de la fábrica mandó a la Fundación unas fotos que hicieron saltar todas las alarmas. Había aparecido en el recinto una caseta de la empresa de demolición Detecsa. La directora de la Fundación Alejandro de la Sota no tardó en movilizar a la profesión. Recibió el apoyo del Colegio de Arquitectos de Madrid, de distintas escuelas de arquitectura de España y de asociaciones como Sostenibilidad y Arquitectura (ASA) y Ciudadanía y Patrimonio. La fundación Docomomo Ibérico (que forma parte de una organización internacional que divulga y protege el patrimonio arquitectónico del Movimiento Moderno) redactó una carta remitida a la Dirección General de Patrimonio Histórico exponiendo su “extrema preocupación ante el posible derribo de la fábrica Clesa”. “Su demolición sería un desastre”, explica por teléfono Celestino García Braña, presidente de Docomomo Ibérico, “como repetir el error de tirar la Pagoda, de Miguel Fisac, que venimos lamentando desde 1999”. “Esta fábrica tiene el mismo valor que un palacete del XIX”, insiste. “Estos son los edificios que estamos enseñando en las escuelas, que vienen a ver los extranjeros, que están en los libros”, dice Juan Ignacio Mera, director de la Escuela de Arquitectura de Toledo. “Clesa debería estar protegida, pero hay una falta de voluntad política”.

Tras confirmar a través de un tercero que la empresa de demolición había estado en contacto con la propiedad, la Fundación Alejandro de la Sota llamó a Metrovacesa para protestar sin obtener respuesta, “salvo la retirada de la caseta inmediatamente después de la llamada”, según la directora, que también lleva varios días hablando con el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid para dilucidar de quién depende que Clesa se salve de la piqueta.

El edificio, sobre cuya valía existe quorum entre los arquitectos, no tiene actualmente ningún tipo de protección. Para salvarlo de futuras amenazas, la vieja fábrica de Clesa tendría que ser designada Bien de Interés Cultural por la Comunidad o catalogada por el Ayuntamiento dentro del Plan General de Ordenación Urbana. “Esta obra maestra, como el resto de otras construidas en Madrid a partir de los años cincuenta, no está debidamente protegida ni catalogada”, opinan desde la Fundación Alejandro de la Sota, que está pidiendo firmas de apoyo en las redes sociales. “Es lamentable que estemos en manos de quien hace y deshace a conveniencia del mejor postor sin ninguna sensibilidad hacia nuestro patrimonio”, se lee en la petición.

Este periódico se ha puesto en contacto con Metrovacesa, que declinó comentar sus intenciones, ni en un sentido ni en otro, y con Detecsa, donde aseguran que estaban allí para realizar unos simples trabajos de vallado. Mientras, en el Ayuntamiento informan de que no existe una petición de licencia para demoler la fábrica. De haberla, subrayan, no habría ninguna razón legal para que fuese denegada. La “precatalogación” no tiene ningún efecto jurídico, solo significa que el edificio es uno de los 17.000 que analizará la comisión de expertos que asesora el Plan General de Ordenamiento Urbano para decidir si son o no protegidos. Y ese plan, que el actual Ejecutivo quiere dejar hecho este invierno, antes de que acabe el mandato, se podría alargar. Entretanto, se podría repetir el tan lamentado error de la Pagoda, cuyo fantasma parece despertarse. Aunque esta vez parece que ha sido solo un susto, hasta que no se proteja convenientemente Clesa, el futuro de esta fábrica de leche no está claro, ni blanco, ni en botella.

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