5.9.14

Los primeros balnearios de Antofagasta: arquitectura y cuerpo con los pies en el agua. Por Claudio Galeno Ibaceta. The Antofagasta first hot springs: architecture and body with feet at ocean.



Vía Agenda Antofagasta.

Antofagasta está indisolublemente enlazado al mar. Desde que se determinó que “La Poza” podía albergar muelles para embarque de minerales, mercancías y pasajeros, su historia quedó conectada con el mundo a través del océano.

Si bien estas relaciones sostenidas en el transporte podrían ser catalogadas de funcionales, también constituyeron imagen urbana, ya que varios de los principales edificios estaban vinculados a este espacio de muelles que recibía el viajero y el inmigrante por la puerta de entrada a la ciudad y al desierto. En ese sentido, la densidad de muelles, grúas, embarcaderos, varaderos, botes y lanchones, su fachada marítima que se repletaba de construcciones horizontales, era su rostro de bienvenida, había una ciudad en el agua.

Mientras que el territorio marino que se expandía desde La Poza era de dominio de los navegantes, algunas partes de la orilla fueron siendo domesticadas como lugares de ocio. En el plano de Francisco Vidal Gormaz de 1880, aunque recién aparecen dos muelles, ya aparecen algunas estructuras de baños. Uno de ellos está dibujado sobre la playa, frente a un canal que se formaba entre la orilla y la isla de rocas al lado suroeste de La Poza, y el otro quedaba cercano al Fuerte Sur y al Matadero, en una zona de expansión urbana, en el remate de la actual calle 21 de Mayo.

En el plano de 1895 de Nicanor Boloña, ya hay seis muelles, y sobre la isla un faro. Seguían figurando los mismos balnearios, el situado sobre el canal frente a la isla, que fue llamado Baños del Rhin, y el del Fuerte Sur, nombrado como Baños de Orchard.

El registro fotográfico de los Baños del Rhin, lo muestra como una construcción palafítica con un pasillo perimetral con algunas cortinas sobre la playa que avanza sobre el canal, desde el cual escaleras y trampolines acercaban a agitados bañistas al agua, mientras algunas personas con traje y sombrero observan la escena. Esta imagen revela un particularidad de esos precursores bañistas, en su mayoría son hombres jóvenes y niños.

Un plano de 1903, que registra ocho muelles en La Poza, muestra que a los lados de los Baños del Rhin se han instalado el muelle Yungay y una construcción que debe corresponder al Hotel Maury. Además por el suroeste, en el remate de calle Prat aparecieron los Baños del Manzano. En la isla estaba el faro y una casita a la que se podía llegar mediante un esquelético puente. Siguiendo por la costa hacia el sur había otro espacio de baño en la manzana al borde entre las calles Washington y Orella, mientras que se mantiene el baño de la poza de 21 de Mayo con Condell.

En torno a 1910 y a las celebraciones del Centenario, en La Poza se edificó una nueva fachada marítima (waterfront) con la inclusión de la Gobernación y el Resguardo (arq. Leonello Bottacci). Algunos años después, en el completo mapa guía de Roberto Bertini y Abd-El-Kader de 1914, fueron incluidos el Hotel Maury y a su costado sur los Baños del Manzano. La estructura palafítica del Maury, el hotel preferido por los británicos y por Pablo Neruda, era de dos pisos con galerías-balcones que enfrentaban el mar y estaba montada sobre el canal. Las fotos de época muestran que poseía sus propias escaleras que permitían a los bañistas disfrutar del agua, mientras que desde los balcones algunos observadores apreciaban la escena.

En el mismo plano-guía, más hacia el sur, los Baños de Orchard ahora aparecen como los Baños del Danubio. Este último sitio es representando como una pequeña entrada de mar con algunas estructuras, mientras que la fachada urbana era la de un edificio. El perfil cosmopolita de los bañistas y observadores queda manifiesto en los nombres de los balnearios, el Danubio y el Rhin, dos de los principales ríos europeos.

Los baños en la orilla fueron lugares necesarios para los habitantes de una ciudad agreste, con un ambiente de trabajo duro y con una costa eminentemente rocosa. Las estructuras lúdicas que acercaban a las pozas eran un espacio de encuentro entre el cuerpo y el agua, incluso precursoras a la emergente cultura del ocio de la modernidad.

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